Publicado el 9 de noviembre a las 13:41
Nos ha tocado vivir en una época de incertidumbres: cambio climático, pandemia, guerra en Europa que genera inflación, problemas energéticos, recesión económica; autoritarismos que intentan imponer un nuevo orden mundial alejándose de las leyes internacionales que se acordaron tras la Segunda Guerra Mundial. Hemos creado sociedades individualistas que anteponen el bienestar propio al colectivo.
Estamos inmersos en el consumismo, en la vulgaridad y en el exhibicionismo en las redes sociales ; vivimos en la era del espectáculo…, incluso el periodismo ha caído en la trampa , muchos medios de comunicación anteponen el lucrativo ruido al rigor informativo. La violencia contra las mujeres, y el acoso en los colegios… Todo esto genera angustia y miedo al futuro porque los acontecimientos se producen a una gran velocidad y no es fácil digerirlo; nos hallamos en un cambio de ciclo y eso perturba porque nos aleja de las certezas, pero para sobreponernos a ello la única forma es apoyarnos en la búsqueda de lo esencial , de valores universales como la justicia, la verdad, la sabiduría, o la belleza.
Debemos cuidar las democracias liberales de los cantos de sirena del populismo y de los extremos de derechas e izquierdas , de la xenofobia, del racismo, de los nacionalismos excluyentes y las autocracias que nos venden recetas falsas de futuras grandezas… La democracia –a pesar de sus imperfecciones- es el único régimen político que ampara al ciudadano de las adversidades.
A pesar de este panorama tan desalentador, soy optimista . Nunca las sociedades occidentales, gracias al Estado de Derecho y del Bienestar del que disfrutamos, han gozado antes de un grado de protección tan alto. Y eso es gracias a lo público que hay que potenciar aún más, y para ello es necesario pagar impuestos para que el Estado y las Administraciones autonómicas cuenten con una mayor capacidad económica para su desarrollo. Los impuestos y lo público va unido y es de todos los ciudadanos.
Otro motivo de tranquilidad es el desarrollo de las ciencias, de la medicina… Sin embargo, las amenazas a las democracias están ahí. Todos, jóvenes y adultos, debemos pararnos a reflexionar para reconducir el camino si queremos que haya un futuro para la humanidad.
Como dijo Sócrates: 'Debemos tener el valor de cultivar nuestra alma' . Y para ello hay que recuperar los valores humanistas , y abandonar la esterilizante persecución del lucro. En este mundo perplejo, la única respuesta es más democracia y desarrollar proyectos de colaboración en los que se fusionan distintas disciplinas -ciencias, humanidades, arte-. Ser conscientes de que la excesiva especialización nos empequeñece. En este imprevisible mundo de robots e inteligencia artificial sin duda apasionante pero también un poco aterrador, hay que poner en el centro al ser humano.
En este mundo de velocidad vertiginosa hay que echar el freno para rectificar, pararnos a pensar, reflexionar sobre quienes somos
Es imprescindible que las humanidades y el arte completen la formación de aquellas personas que han elegido otras disciplinas. Y a la inversa, los representantes del arte o de las humanidades acercarse a las ciencias para comprender el mundo del presente y del futuro. La fusión de disciplinas nos conducirá a un desarrollo completo del ser humano y por ende de la sociedad. La polimatía es el camino.
En este mundo de velocidad vertiginosa hay que echar el freno para rectificar, pararnos a pensar, reflexionar sobre quienes somos, acceder a sí mismo para ver y encontrarse con el otro, valorar la palabra y el contacto directo; la interacción con los otros nos complementa, nos hace crecer.
Como en su día dijo Erich Fromm: 'Orientar nuestras fuerzas al ser y no al tener, a fin de conseguir la felicidad' . Buscar un significado a nuestra vida. Darle un sentido. Cultivar nuestro espíritu.
El arte y las humanidades nos invitan a la belleza . No hay que generalizar, pero reconozco que el mundo del teatro o de la literatura, al que pertenezco, también ha caído en la trampa del espectáculo subestimando la palabra, la argumentación, la profundidad de pensamiento. A veces se confunde el arte con el ocio.
Para aprender a vivir es necesario convertirse en un ser en busca de significado . Un significado que esté en consonancia con unos valores y principios universales que nos hagan crecer. Para ello, el cultivo de las humanidades y las artes nos sitúan en una posición de riqueza interior, nos proporcionan la capacidad de intimidad con nosotros mismos, de desarrollar un criterio propio tan necesario en época de seguimiento ciego de modas, consumismo, o tendencias que no pasamos por el filtro de la idoneidad. Aceptamos todo aquello que nos presentan sin plantearnos su utilidad, o el perjuicio que pueda aportarnos.
Las ciencias y las tecnologías son asombrosamente importantes para la humanidad, pero es imprescindible que se interrelacionen con otras disciplinas para alcanzar un desarrollo holístico que nos complemente a todos. O avanzamos todos juntos, colaborando estrechamente, o no llegaremos a buen puerto en esta época de tempestades.