El actual modelo económico, que se ha venido a llamar lineal y que se ha llegado a la conclusión de que está agotado, consiste en fabricar productos extrayendo materias primas de la Naturaleza, para posteriormente comercializarlos, usarlos y, en su mayor parte, tirarlos o, en el mejor de los casos, reciclar parte de sus componentes o producir energía.
Ahora ya sabemos que estamos en un Mundo finito en donde los escasos recursos que todavía no hemos utilizado los tenemos que repartir entre una población cada vez más numerosa y que aspira legítimamente a alcanzar los parámetros de bienestar de los países desarrollados.
También sabemos que este modelo tiene efectos colaterales indeseables, e inasumibles, como pueden ser el cambio climático o la pérdida de biodiversidad, además del incremento del gap social entre países y dentro de los propios países.
Por ello se ha llegado al convencimiento de la necesidad de evolucionar hacia otro modelo capaz de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
Será preciso que permita “SATISFACER LAS NECESIDADES DE LAS GENERACIONES ACTUALES SIN COMPROMETER LAS DE LAS DE GENERACIONES FUTURAS”.
Y ello garantizando las tres patas de la sostenibilidad, es decir: la ambiental, la social y la económica.
Partiendo de estas premisas el nuevo modelo deberá conseguir que los productos o servicios duren más, consuman menos recursos, sean reparables o actualizables, sean reciclados o reciclables, etc.
Lo descrito aquí de forma muy sucinta nos aboca a los criterios que definen los puntos clave del nuevo modelo, la Economía Circular.
Por ello debemos hablar a partir de ahora de conceptos como Ecodiseño, Uso compartido, derecho a la reparabilidad , actualización, redistribución, cambio de posesión por uso (servitización), energías limpias ( renovables),reciclaje, valorización energética, trabajo justo, etc.
Nuestro modelo económico se ha desarrollado en los dos últimos siglos, con la aparición de la máquina de vapor y el uso de los combustibles fósiles que lo podríamos considerar como el hito inicial.
Modelo que está profundamente enraizado en nuestra sociedad y que se resiste a evolucionar.
Muchos son los frenos a ese imprescindible cambio como puede ser la adecuación de innumerables normativas legales a los nuevos criterios, la adaptación de los procesos de diseño, producción, distribución y consumo así como los modelos financieros capaces de apoyar este proceso, sin olvidar una fiscalidad incentivadora.
Una vez que Europa ha decidido encaminarse hacia la circularidad ha ido legislando a una velocidad que genera dudas de que el sistema económico y los hábitos de consumo sean capaces de evolucionar a esa misma velocidad.
Son muchos los cambios y necesidades de adaptación que se requieren para poder tener a medio plazo una Europa, y una España, circular.
La sociedad está de cada vez más preocupada por los temas ambientales y por la sostenibilidad
El sistema circular es una cadena que debe enlazar todos los eslabones del sistema, desde la extracción de materias primas al consumo y post-consumo pasando por los intermedios como la producción y la distribución.
Todos estos eslabones son fundamentales y deben ser suficientemente robustos para que el proceso total sea exitoso.
Uno de esos eslabones es el consumidor.
De nada nos valdrá el hacer un buen diseño con criterios circulares si no convence al consumidor final y le estimula a implicarse activamente en este reto mediante un cambio en sus hábitos de consumo.
Si revisamos las encuestas podemos ver que la sociedad está de cada vez más preocupada por los temas ambientales y por la sostenibilidad.
Sin embargo no se puede decir los mismo, en general, sobre la adopción de hábitos consecuentes con esta preocupación.
Por tanto es fundamental conocer cuales son los resortes que pueden movilizar al consumidor hacia una coherencia entre sus preocupaciones y su conducta.
Corresponde a los escalones anteriores (productores y comercializadores) el poner a disposición del consumidor productos y servicios circulares que resulten de su interés (ecodiseño, reparabilidad , posibilidad de actualización, etc. )
Así mismo es una función esencial de estos escalones y de las administraciones, asociaciones de consumo, empresariales y otras entidades públicas y privadas la difusión de las ventajas que para el consumidor tienen esos nuevos hábitos de consumo.
A partir de esta situación corresponde al consumidor la toma de decisiones sobre la compra responsable, la extensión de vida del producto (mantenimiento, reparación, actualización, etc.), uso de energías renovables así como una actuación adecuada al final de vida del producto.
No se puede pretender que el consumidor sea un experto a la hora de tomar sus decisiones de consumo y es imprescindible que sea ayudado por instrumentos que le ayuden a ello.
Ya está muy aceptada y reconocida la etiqueta energética A+. Sin embargo no son tan conocidas en España etiquetas como el Cisne Blanco que califica una gran cantidad de productos sobre diversos aspectos tales como el consumo de energía durante su fabricación y distribución, uso de productos peligrosos, etc.
Dicha etiqueta va evolucionando con el tiempo incorporando nuevos criterios, que son de tipo ambiental, económico y social, a los que se tendrán que adaptar los productos para seguir gozando de ese ranking de excelencia (más de 60 categorías en la actualidad).
Este podría ser un excelente apoyo para la toma de decisiones de consumo
En cualquier caso queda claro que para que nuestra especie siga en la Tierra ….
DEPENDE DE NOSOTROS