El país en el que un arma parece tener más derechos que una mujer. Hace tan solo unos días que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos derogó la garantía constitucional que protegía el derecho al aborto. Los que tan orgullosamente portan el título de "providas" parecen darle importancia a la vida de una forma un tanto selectiva. Y es que los que salen a las calles defendiendo el "derecho natural a la vida", son los mismos que aún no han dado ni un paso en la prohibición o la regulación de la posesión de armas, un peligro real y latente para las vidas de los estadounidenses, que mantienen su derecho a tener un arma entre sus pertenencias "por si acaso". Después de los múltiples tiroteos, del impacto que causó el ataque en el colegio de Uvalde, en Texas -estado que, por cierto, se ha coronado como el segundo en anunciar la prohibición del aborto-, no se ha visto ninguna medida para avanzar en esta cuestión. Porque para ellos, parece ser que "el derecho a la vida" solo importa cuando una mujer tiene decisión sobre su propio cuerpo.
Tampoco es una sorpresa, teniendo en cuenta la filtración del borrador de 98 páginas que plasmaba la opinión de los jueces sobre la cuestión. Samuel Alito, Amy Coney Barrett, Brett Kavanaugh, Clarence Thomas y Neil Gorsuch: son los nombres de los cinco jueces que votaron a favor de la derogación de una garantía que llevaba vigente desde el año 1973, derivada de la sentencia de Roe contra Wade, tirando también un precedente más nuevo, fechado en 1992, el de Planned Parenthood contra Casey. El propio Thomas, uno de los jueces, pidió que el Supremo reconsiderase otras cuestiones como el derecho al matrimonio homosexual o, irónicamente, el derecho a la contracepción.
Missouri se colgó la medalla como el primer estado en anunciar que prohibiría el aborto. Le siguió Texas, cómo no. Unos once estados ya están trabajando en las leyes para establecer la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo, con máxima inmediatez. Los cálculos revelan que unos 36 millones de mujeres en edad reproductiva se verán afectadas por esta decisión. Mujeres que no se han quedado calladas, que han salido a las calles portando pancartas para reclamar sus derechos, usuarias de todo el mundo que han manifestado en redes con sus publicaciones que "los hombres no deberían hacer leyes sobre el cuerpo de las mujeres", y otras tantas que han empezado a avisar de los peligros que puede suponer algo tan simple como una aplicación telefónica para llevar un control del periodo, acrecentando el temor de que los datos recogidos por estas apps puedan ser utilizados en su contra.
Mientras esto sucede, la ultraderecha europea aplaude la decisión tomada por el Tribunal Supremo. Sin ir más lejos, el exministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, convocó una manifestación este domingo en Madrid. Una marcha que contó con miles de personas (20.000 según el Gobierno; 100.000 han contado los organizadores, que ya sabemos lo dados que son a redondear cifras hacia arriba), y encabezada ni más ni menos que por los dirigentes de Vox, como Santiago Abascal, Rocío Monasterio o Iván Espinosa de los Monteros, quienes celebraban la decisión del alto tribunal estadounidense, y arremetían contra la Ley del aborto y de la eutanasia, aquí en España.
Por su parte, el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, también de Vox, vinculó públicamente la despoblación con estas leyes, y la achacó también a la "banalización del sexo" o la "hipersexualización de la sociedad". Gallardo no ha parpadeado al calificar a las nuevas generaciones de "infantilizadas", tachándolas de "eternos adolescentes que no quieren asumir las cargas de un hijo". Para él, la revocación de la sentencia de Roe contra Wade es una gran noticia: "Los que hemos hecho una apuesta decente por la vida estamos hoy alegres".
Me gustaría preguntarle al señor Gallardo, qué apuesta ha hecho él por la vida. Parece ser que se le ha debido olvidar que la prohibición del aborto no implica su desaparición. Que tumbar el abanico de opciones de una mujer, no la obligará a seguir el camino marcado. Que quitarle el acceso a un aborto libre y seguro, no le dejará más remedio que afrontar los peligros de una práctica en clandestinidad. A los señores de Vox se les habrá olvidado también los casos derivados de las violaciones, mujeres que sufren complicaciones a lo largo del embarazo y un interminable etcétera.
Así que adelante, dirigentes de Vox: seguid gritando lemas para rellenar vuestra arcaica propaganda electoral. Continuad celebrando el derecho a la vida, que mientras, el resto luchamos por los derechos de los que sí están vivos.