Según la Agencia Estatal de Meteorología, el verano es ya cuarenta días más largo de lo que era en la década de los años ochenta, y los periodos de temperaturas extremas llegan, como ha ocurrido este junio, mucho antes de lo esperado y en condiciones más dañinas. La ola de calor que estamos viviendo es de una intensidad inusual debido a lo temprano. No obstante, "para el fin de semana podría verse un descenso térmico de hasta 10 °C (o incluso más) en muchas zonas de España", señala la web "Eltiempo.es"
La ola de calor notificada por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) mantiene en alerta a 11 comunidades, cinco de ellas en nivel naranja, por las altas temperaturas registradas en algunas zonas del Valle del Guadalquivir, que han alcanzado los 43 grados. Consecuentemente, estamos ante un episodio de ola de calor que se mantendrá, por lo menos, hasta este viernes 17 de junio.
No solo es ya la ola más temprana, empanada con otra de 1981, sino que se trata de la “más intensa para mediados de junio de, al menos, los últimos 20 años”, asegura Rubén del Campo, portavoz de Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que se basa en los “valores muy inusualmente altos que arroja el índice EFI (siglas en inglés de Extreme Forecast Index)”, con el que se cuantifica la rareza de un fenómeno extremo.
Como detallan los especialistas del portal 'Eltiempo.es', a final de esta semana se espera "la llegada de una borrasca por el noroeste que no solo aumentará la inestabilidad en muchas zonas de ese cuadrante de la península, sino que también lo hará en otras zonas del oeste, centro y nordeste".
Por tanto, con la entrada de esta borrasca y las posibles tormentas, se espera que se produzca un alivio térmico. "Para el fin de semana podría verse un descenso térmico de hasta 10 °C (o incluso más) en muchas zonas de España", aclaran.
Las políticas de prevención se han orientado a minimizar los daños del calor extremo en los colectivos más expuestos: mayores, embarazadas, personas con patologías, familias con bajos ingresos. Pero la adaptación no consiste sólo en limar los porcentajes de mortalidad. "No hace falta que maten, las olas de calor son un peligro para el bienestar", dice Andreu Escrivà, escritor y ambientólogo. "La mayor parte de la población española habita en ciudades donde la vida a escala humana es muy difícil. No es fácil transitar con temperaturas altas, ni tampoco trabajar al aire libre, ni hacer deporte a horas centrales", manifiesta.