A mediados del pasado año el gobierno de Groenlandia decidió no conceder nuevas licencias de exploración de petróleo en la isla e imponer limitaciones a las 4 existentes. Las enormes reservas existentes no serán ni exploradas ni explotadas.
Como la inmensa isla depende de Dinamarca en política exterior y de defensa y sus 56.000 habitantes de los subsidios llegados de Copenhague, tuvieron que contar con el apoyo del gobierno danés para tomar esa decisión.
Los creadores de Borgen han estirado tan sencilla trama hasta dar a luz a 8 capítulos de “Borgen Reino Poder y Gloria“ya disponibles en Netflix.
10 años después de haberse despedido de nosotros Birgitte Nyborg- Sidse Babett Kunudsen vuelve como ministra de asuntos exteriores de un gobierno de coalición al frente del cual se encuentra una mujer más joven que se desenvuelve mejor en los medios sociales y va relegando a los medios tradicionales. Los nuevos demócratas, partido que preside Birgitte, son partidarios de la defensa del medio ambiente y contrarios a las explotaciones petroleras en Groenlandia, mientras que el socio principal en el gobierno está a favor. La misma división se da en el gobierno groenlandés, pero en sentido contrario, la primera ministra se opone, pero está aislada. La lluvia de oro por la venta del petróleo permitiría la independencia de Groenlandia.
La concesión para explotar los recursos se concede a una empresa participada por un oligarca ruso cercano a Putin. Al hacerse pública tan dañina información, los chinos acuden al recate comprando esa compañía. Como en Groenlandia está la principal base de Estados Unidos en el Artico Thule, ya tenemos a las tres grandes potencias jugando entre si con Dinamarca y Groenlandia de invitados en su propia casa.
Nyborg tiene que apoyar las exploraciones para mantenerse en el poder, pero al final se ve obligada a volver a la posición inicial y a dimitir como presidenta de su partido por sus bandazos.
En los 30 capítulos de las temporadas anteriores se dedicaba especial atención a las relaciones entre política y prensa y en especial a las que unían y separaban a Nyborg en su carrera hasta conseguir ser primera ministra y a la periodista Katrine Fosmark, la atractiva Birgitte Hjort Sorensen.
En esta, las dos historias casi no se entrelazan. Katrine pierde gran parte de su encanto tras ser ascendida a jefe de los servicios informativos de la principal televisión del país, cargo que le cae grande y se va diluyendo en vericuetos secundarios de la serie.
Esto va de hasta dónde son capaces de llegar los políticos para acceder al poder y mantenerse en él y de la relación entre mujeres poderosas. Los hombres ocupan papeles secundarios en una interesante permuta de los roles tradicionales.
La nueva Borgen tiene dificultades para captar la atención del espectador, pero todavía más para mantenerla. La historia principal no da más de si y las secundarias como la de Katrine y la de la relacion de Birgitte con su hijo activista medioambiental o la de su representante para las negociaciones con Groenlandia y su lio con la seductora jefa de Gabinete de la primera ministra de la isla son poco interesantes.
La emoción que se mantiene es gracias a los brillantes diálogos, que llevan el sello de Adam Price.
El final es simplemente una manera de salir del apuro enviando a Nyborg a Bruselas a dar la lata a otros. Las huellas de Shakespeare en las tres temporadas anteriores o las de Maquiavelo en esta última se esfuman con ese final feliz.
Sidse Babett Knudsen , es quizás la principal atracción tanto de Borgen 1 como de Borgen 2.
En los 10 años transcurridos entre una y otra trabajó en Francia, Reino Unido y Hollywood. Por el camino ha ido perdiendo frescura, aunque no capacidad interpretativa en su papel de mujer menopáusica. Está en la edad perfecta para interpretar a una ministra de exteriores que ya ha sido primera ministra, pero la pantalla la quiere un poco menos que antes.
El resto de los intérpretes andan escasos de interés. Los que repiten porque tienen poco nuevo que aportar y los que entran frescos porque tampoco aportan mucho.
Entre los posibles atractivos de Borgen 2 deberían haber figurado los maravillosos paisajes de Groenlandia, pero se ve que los productores no querían gastar demasiado. Las escenas de exteriores son escasas y repetidas y las de la capital son siempre las mismas.
Es posible que los productores esperasen encontrar petróleo cinematográfico en Groenlandia , pero no han podido explotarlo.
El problema de esta Borgen 2 es que la comparamos con una obra maestra de la que es una secuela. Sin ese antecedente estaríamos encantados con la propuesta del polifacético Adam Price. Los críticos, en general, han perdonado los defectos y alabado las innegables virtudes.