Un dato que casi no ha variado desde 2015
Según un informe publicado esta semana en The Lancet Planetary Health, en 2019 nueve millones de personas murieron a causa de la contaminación. Este dato supone que una de cada seis personas falleció por esta causa, un dato muy similar al recogido en 2015, ya que este informe es una actualización de este.
El informe también señala que los países con bajos ingresos son los que más lo sufren, como señala uno de sus principales autores, Richard Fuller, “las repercusiones de la contaminación en la salud siguen siendo enormes y los países de ingresos bajos y medios son los que más sufren esta carga. A pesar de sus enormes consecuencias sanitarias, sociales y económicas, la prevención de la contaminación se pasa por alto en la agenda internacional de desarrollo”.
Hay espacio para algunos buenos datos, como que ha disminuido la cantidad de muertes por contaminación asociada a pobreza extrema (relacionada con contaminación del agua o del aire en interiores). También que el descenso de las muertes por estos tipos de contaminación es más notable en África, debido a las mejoras en el suministro y saneamiento del agua, los antibióticos y combustibles más limpios.
No obstante, esto se ve contrarrestado por el aumento de muertes relacionadas con la contaminación industrial (químicos y aire ambiental).
El informe apunta a un aumento del 66% de las muertes por este tipo de contaminación en las últimas dos décadas.
Los autores reprochan una falta de atención en este tema, el coautor del informe y director del Programa de Salud Pública Global y del Observatorio de la Contaminación Global del Boston College, Philip Landrigan, comentaba que “la contaminación sigue siendo la mayor amenaza existencial para la salud humana y planetaria y pone en peligro la sostenibilidad de las sociedades modernas. La prevención de la contaminación también puede ralentizar el cambio climático -logrando un doble beneficio para la salud planetaria- y nuestro informe pide una transición masiva y rápida para abandonar todos los combustibles fósiles y pasar a las energías limpias y renovables”.
Por ello, los autores piden la creación de un grupo científico y político independiente, el aumento de la financiación para controlar la contaminación de los gobiernos, donaciones, y la mejora del control y recogida de datos sobre contaminación.
Señalan que este problema es global, y relacionado con otros. Rachel Kupka, coautora del informe y directora ejecutiva de la Alianza Mundial sobre Salud y Contaminación, explicaba que “la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están estrechamente relacionados. El control exitoso de estas amenazas conjuntas requiere una interfaz científico-política formal con apoyo global para informar la intervención, influir en la investigación y orientar la financiación. La contaminación se ha considerado normalmente como un problema local que debe abordarse a través de la regulación subnacional y nacional u, ocasionalmente, con la política regional en las zonas de mayor renta. Sin embargo, está claro que la contaminación es una amenaza planetaria y que sus causas, su dispersión y sus efectos sobre la salud trascienden las fronteras locales y exigen una respuesta global. Es necesario actuar a nivel mundial en relación con los principales contaminantes modernos”.