La carta enviada por el presidente español al rey de Marruecos en la que afirma que la propuesta marroquí del 2007 sobre un futuro régimen de autonomía para el Sáhara es la “más seria, realista y creíble” supone un giro estratégico de la política internacional española sobre este asunto. Hasta ahora siempre se había defendido las resoluciones de Naciones Unidas en las que se apostaba por la celebración de un referéndum de autodeterminación para la región. 

 

Las consecuencias de la nueva postura del Gobierno de España no se han hecho esperar. Marruecos ha visto reconocida su postura, tras aceptarla en los meses precedentes Estados Unidos, Alemania y Francia. Y eso ha hecho que la embajadora de Marruecos regrese a Madrid tras su retirada el año pasado por la crisis provocada al recibir nuestro país al líder del Polisario enfermo gravemente de Covid-19. Se normalizan así las relaciones con el país vecino del norte de África que estaban prácticamente rotas. Se abre también un periodo de colaboración que será beneficioso para nuestro país en relación a temas importantes como el comercio o la inmigración. Ambos países se comprometen a colaborar para controlar los flujos migratorios irregulares.

 

La contrapartida a esta decisión del Ejecutivo está en Argelia que ha llamado a consultas a su embajadora y acusa a España de no informarle de este cambio de política respecto al Sáhara. Marruecos y Argelia tienen en estos momentos las relaciones rotas, de hecho, el gaseoducto que llegaba a nuestro país y que recorría gran parte de territorio marroquí fue cerrado por las autoridades argelinas el año pasado lo que supuso una primera crisis energética para España. Ahora con la guerra ucraniana y con una Europa que trabaja a contrarreloj para encontrar los mercados que sustituyan al ruso, la relación con Argelia se torno primordial. 

 

En el seno del Gobierno de Coalición la decisión es abiertamente criticada por la parte de Unidas Podemos que dicen no entender el cambio de postura. La vicepresidenta Yolanda Díaz dijo el viernes que el Ejecutivo debería seguir apostando “por respetar la voluntad democrática del pueblo saharaui” y permanecer en defensa de las resoluciones de la ONU.

 

Mientras tanto, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, explicó este viernes que “esta nueva etapa se desarrollará con una hoja de ruta clara y ambiciosa, todo ello garantiza la estabilidad, la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de nuestros países”. Y consideró que la nueva situación no afectará a la relación con Argelia al que calificó como “un socio fiable”. Añadió el titular de Exteriores que “en estos momentos de tanta inestabilidad en Europa, con una guerra ilegal, injusta e injustificada en Ucrania, precisamente esa relación estratégica entre Argelia y España, ese gaseoducto que nos une, puede poner todavía más en valor esa asociación”. 

 

La oposición en España pide más explicaciones y el ministro las dará en el Congreso de los Diputados, También está previsto la visita de Albares a Rabat “próximamente” y en esta visita se retomarán las relaciones entre ambos países. Posteriormente, será Pedro Sánchez el que viajará al país vecino. 

 

La postura oficial de España ha quedado plasmada en las declaraciones de varios ministros del Gabinete de Sánchez y en una nota oficial del pasado viernes. En la carta, el Gobierno asume el inicio de una nueva etapa basada en “el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de acciones unilaterales y la transparencia y comunicación permanente”. 

 

Igualmente, el Ejecutivo “reitera la determinación para afrontar juntos los desafíos comunes, especialmente en la cooperación y gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico”.

 

Por último, el Gobierno ha confirmado que habrá “una programación del viaje del presidente del Gobierno para desarrollar la hoja de ruta de esta nueva etapa”.