El Ejecutivo regional ha desvelado este martes la línea de actuación que pretende implantar con las mascarillas ante la mejora de la situación epidemiológica provocada de la COVID-19. Los objetivos pasan por eliminar las cuarentenas a los asintomáticos, reducir las pruebas diagnósticas y limitar los cubrebocas a residencias, hospitales y transporte público.
Según ha explicado el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, en una rueda de prensa en la Consejería de Sanidad, se adaptarán a la mejora de la crisis sanitaria en la región. Estuvo acompañado del viceconsejero de Asistencia Sanitaria y Salud Pública, Antonio Zapatero, y la directora general de Salud Pública, Elena Andradas.
El máximo responsable de la Sanidad madrileña ha concretado que estas peticiones se formularán el jueves en la próxima reunión del Consejo Interterritorial de Salud, en el que están representadas las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Sanidad.
Los aislamientos se eliminarán para la población asintomática, excepto para los grupos de riesgo, y en las residencias se bajará la cuarentena a cinco días tras la detección del positivo. Las pruebas diagnósticas se pondrán a cargo de los médicos en los centros de salud y se eliminará el número habilitado hasta ahora.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva semanas anunciando que las mascarillas “se retirarán pronto” en los interiores, aunque aún no se sabe con certeza que día exacto tendrá lugar el fin de la restricción.
El Gobierno de la comunidad pretende reducir su uso a residencias, hospitales y transporte público, además de volver a permitir el consumo de comidas y bebidas en eventos. Asimismo, apuesta por eliminar la distancia de seguridad en todos los ámbitos y espacios.
Los expertos señalan que el fin de las mascarillas en espacios cerrados puede darse en dos fechas próximas: el 21 de marzo, con la llegada de la primavera, o el 11 de abril, con el inicio de la Semana Santa.