Durante esta semana la Comisión Europea presentará su plan para tratar de reducir la dependencia energética europea del gas ruso. Rusia representa un tercio de las importaciones de gas a Europa, convirtiéndose en el principal proveedor de la Unión. Ante la situación actual, esta dependencia se convierte en pánico en el mercado energético, lo que provoca impresionantes subidas en los precios de la energía. Las propuestas de la Comisión pasan por elevar las reservas de gas para el próximo invierno y aumentar la lista de proveedores.
En el escenario internacional actual, marcado por la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente para ahogar económicamente a Rusia, la Comisión Europea ha comenzado a diseñar un plan para tratar de desconectar a Europa del gas ruso. En la actualidad Rusia es el principal proveedor de gas del continente, con un tercio de las importaciones.
La dependencia energética y el riesgo que esta representa en la situación actual se traduce en verdadero pánico en los mercados, donde este lunes el precio del gas ha presentado una subida de más del 40%. Con el sistema de fijación de precios de la electricidad actual, la escalada del gas implica una subida de los precios de la luz, que hoy costará de media 443 euros el megavatio hora (MWh) y entra las ocho y las nueve de la noche llegará a los 500 euros el MWh.
Según las últimas cifras presentadas por la Comisión Europea, las reservas europeas de gas han descendido hasta el 18% este año, frente al 30% del año pasado, ya que Rusia no ha vendido gas al contado durante el invierno. Ante esta situación, durante esta semana Bruselas presentará medidas para hacer frente al encarecimiento de los costes energéticos.
Pese a las duras sanciones económicas impuestas para tratar de detener la guerra, Europa la sigue financiando mediante la compra de gas
La principal apuesta, según un documento al que ha tenido acceso el Financial Times, plantea elevar hasta el 80% las reservas europeas de cara al próximo invierno. La Comisión propondrá que los países puedan pagar a las empresas para almacenar este gas, arriesgándose a llenar depósitos a un precio muy alto sin conocer a qué nivel se venderá en el futuro. Ninguna empresa privada asumirá este riesgo sin contar con alguna garantía o incentivo y para que sea efectiva necesitaría una gran coordinación a nivel europeo.
También se propone aumentar el número de proveedores de gas, pero un estudio del think tank económico Bruegel indica que esto no será suficiente para suplir todo el gas ruso. Además, el gas tendría que llegar por barco en modo líquido (GNL) a puertos que cuenten con una planta para regasificarlo. España es el país con mayor posibilidad para recibir GNL en Europa, 7 de las 20 plantas de este tipo se encuentran en nuestro territorio, pero no están bien conectadas para distribuirlo por el resto del continente.
Finalmente, un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que la Unión podría reducir en un tercio las compras de gas ruso durante el próximo año y emprender el camino hacia la desconexión total en 2030. Para ello, además de las medidas mencionadas, se plantea acelerar la instalación de plantas de energía renovable, reducir en 1º la temperatura de los termostatos -podría llegar a suponer un 6% menos de demanda de gas ruso- y utilizar los beneficios de las centrales eléctricas para recompensar a los consumidores.
Reducir la dependencia energética de Rusia es crucial para la Unión Europea, que puede tener que enfrentarse a la decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de detener los envíos como represalia. Además, pese a las duras sanciones económicas impuestas para tratar de detener la guerra, Europa sigue financiando la operación militar con la compra de gas. A los precios actuales, un 75% más caro que antes del inicio del conflicto, la UE envía alrededor de 660 millones de euros a Rusia cada día, según el mismo estudio de Bruegel.