Desde que Vladimir Putin, presidente de Rusia, anunciara el pasado 24 de febrero el comienzo de la operación militar contra Ucrania, la ofensiva se ha ido recrudeciendo alcanzando las 240 bajas civiles según la ONU, que consideran que probablemente las cifras sean mayores. Por su parte el Gobierno ucraniano eleva esta cifra hasta los 352 civiles.
En las últimas horas, los ataques rusos se han vivido con especial intensidad en las regiones de Sumy y Jarkov, al noreste del país, cerca de la frontera con Rusia. En la ciudad de Okhtyrka, en la región de Sumy, se han registrado un total de 70 muertes entre militares y civiles ucranianos por los bombardeos de Rusia, tal y como ha informado a través de Facebook el jefe de la Administración Militar Regional de Sumy, Dmytro Zhyvyyskyi.
En Járkov, la segunda ciudad más poblada del país y situada a una distancia de aproximadamente 35 kilómetros de la frontera con Rusia, se han notificado en torno a una decena de muertes por ataques rusos con sistemas de lanzamiento de “misiles GRAD”, tal y como ha asegurado el asesor del Ministerio del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, también a través de una publicación de Facebook.
El gobernador de esta región, Oleh Sinegubov, afirmó el pasado domingo que las fuerzas ucranianas todavía mantenían el control “total” de la ciudad.
Los ataques se suceden, pese a que las negociaciones entre Ucrania y Rusia comenzaran el lunes. Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, antes del encuentro aseguro no tener muchas esperanzas en las negociaciones, pero subrayó su voluntad de tratar de “detener la guerra”. Tras el encuentro, la delegación ucraniana admitió “ciertos avances” y se emplazaron a seguir con los contactos durante “los próximos días”.