El Partido Popular teme perder la Junta de Castilla y León en el caso de que la participación baje del 33% a las 14:00 el domingo 13, día de la votación electoral, y empieza a movilizar a todos los presidentes, ediles y alcaldes para no arriesgar un Ejecutivo que lleva siendo popular los últimos 35 años.
El adelanto de elecciones y la supuesta mayoría absoluta que iba a obtener Mañueco, han relajado al electorado popular, y ahora no se vislumbra una victoria tan sencilla. La idea de las figuras del partido es mandar un mensaje a la población que indique que, si no van a votar, hay opciones reales de que Luis Tudanca, candidato socialista, se erija como presidente de la Junta de Castilla y León.
Algunos miembros del Gobierno regional han hecho autocrítica y han señalado que las actas expectativas han podido generar el escenario actual, así como subestimar la influencia de Vox que “cala con fuerza” en el territorio rural.
Desde Ferraz envían un mensaje de optimismo, pero con prudencia, nombrándose la única alternativa al cambio en Castilla y León, para intentar atraer a votantes de Unidas Podemos, Ciudadanos y de los partidos de España Vaciada.
El PP confía en obtener los votos suficientes a través de los indecisos que, según el último CIS, representan el 23% de los encuestados.
Los populares, en este momento, manejan datos que sitúan al partido entre los 31 y 32 escaños, mientras que el PSOE estaría en torno a 28. Otros cargos más optimistas hablan de 33 procuradores para el Partido Popular y cierran la puerta a un Gobierno de izquierda gracias a que la subida de Vox permitiría un pacto con el partido de Santiago Abascal.
La polémica votación de la reforma laboral no ha ayudado a la imagen del PP que, unida al impulso de Sánchez con el anuncio de un Perte para el sector agroalimentario y la subida del SMI, ha acercado mucho a los socialistas en la carrera electoral del 13-F.