El pasado mes de diciembre el Ministerio de Hacienda trasladó a las comunidades un nuevo modelo de financiación condicionado por las circunstancias demográficas, sociales o territoriales. La propuesta recoge variables no poblacionales como despoblación, superficie, costes fijos o dispersión, a colación de la cumbre de Santiago, donde ocho comunidades de distintos signos políticos se reunieron para fijar una posición común en materia de financiación autonómica.
Se esperaba que durante el mes de enero se remitiera una valoración por parte de cada comunidad, también se esperaba que la opinión de Cataluña fuera negativa. La clave para el rechazo del Govern a esta proposición se basa en que el modelo presentado no es el de autonomía financiera que desde el Gobierno catalán persiguen.
“Se vislumbra un modelo en el que van a prevalecer las necesidades de gasto en lugar de considerar como primordial la capacidad tributaria que dispone cada comunidad autónoma. Un modelo de financiación basado en necesidades nos aleja de los modelos de financiación de los países federales más desarrollados”, afirma el texto firmado por el conceller de Economía y Hacienda de la Generalitat, Jaume Giró.
Otro de los argumentos que desde el Govern esgrimen es el de las “variables poco robustas”. No ven justificación para la incorporación de dos de las variables no poblacionales incorporadas en la propuesta de Hacienda: la despoblación y los costes fijos.
En torno al primer criterio, consideran que el problema de la despoblación debería abordarse fuera del modelo de financiación, a través de políticas públicas, opinan desde el Ejecutivo de Cataluña, comunidad limítrofe con una de las áreas con menor densidad de población de toda Europa, la llamada ‘Laponia española’.
Contra el segundo de los criterios, desde la Generalitat no ven argumentos suficientes para su inclusión en el nuevo modelo de financiación autonómica