Durante los últimos meses, Siria e Irak han sufrido un alarmante crecimiento en el número de ataques contra civiles y fuerzas de seguridad a manos de integrantes de DAESH. La semana pasada, un numeroso grupo de terroristas suicidas asaltaron una prisión al noreste de Siria en la que miles de líderes yihadistas están detenidos, dejando más de 200 muertos en el que ha sido el mayor ataque del Estado Islámico desde la caída del Califato en 2019. Los expertos temen que las recientes acciones del grupo prueben un aumento en sus capacidades operativas favorecido por la inestabilidad en la región.
El ataque contra la prisión de Ghueiran, en la provincia de Hasaka, al noreste de Siria, que el Estado Islámico perpetró la semana pasada, ha dejado al menos 200 muertos, según han dado a conocer las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). La cárcel albergaba a miles de presuntos miembros del grupo yihadista y las fuerzas de seguridad creen que el ataque fue llevado a cabo por 200 terroristas suicidas. Se trata del mayor ataque del Estado Islámico después de que las FDS tomaran el control del último bastión del grupo en Siria, en la ciudad de Baghuz, el pasado 2019. Las consecuencias del asalto y la cantidad de terroristas que lo realizaron revela que ISIS llevaba mucho tiempo preparándolo y armándose, lo que ha hecho saltar las alarmas de la comunidad internacional.
La derrota del grupo yihadista en Baghuz dio fin al Califato territorial declarado en 2014 por Abú Bakr al Baghagi, quien fuera el líder de ISIS por aquel entonces. A pesar de esta debilitación que comenzó cuando en 2017 el Ejército de Irak, apoyado por una coalición liderada por Estados Unidos y grupos paramilitares iraníes, logró derrotar al grupo en su territorio, y la muerte de al Bahgagi, muchas células terroristas se mantuvieron activas y durante los últimos años han comenzado a expandirse hacia África.
El reciente repunte en el número de ataques contra civiles y miembros de las fuerzas de seguridad en Siria y especialmente en Irak, es síntoma de un refuerzo en sus capacidades militares. Según The Soufan Center, el centro de estudios dirigido por el exagente del FBI y uno de los pioneros en investigación yihadista, Ali Soufan, los yihadistas se están reagrupando en las montañas de Irak y zonas del desierto de Siria. Desde estas nuevas bases entrenan y planean sus siguientes movimientos. Además, los expertos indican que mantienen sus fuentes de ingresos y una importante actividad en redes sociales para reclutar nuevos miembros y reforzar su imagen.
El reciente repunte en el número de ataques contra civiles y miembros de las fuerzas de seguridad en Siria y especialmente en Irak, es síntoma de un refuerzo en sus capacidades militares
Tras el ataque a la prisión, el grupo ha reforzado su actividad propagandística para pedir motines y fugas en otras cárceles, una estrategia que recuerda a los inicios del Estado Islámico. Entre 2012 y 2013 la operación Rompiendo los Muros liberó a un gran número de líderes yihadistas, permitiendo un refuerzo de sus filas y la consecuente ofensiva relámpago en Irak en 2014 que se expandió a Siria.
Los expertos temen que en este caso la reagrupación desemboque en una ofensiva aún mayor "destinada no a retomar partes de territorio, sino a ganar impulso y fomentar la inestabilidad". “Los ataques son un claro intento de reclutar a nuevos miembros y reactivar redes casi dormidas en la región”, explican desde The Soufan Center.
En unas recientes declaraciones para Voice of America, Colin Clarke, investigador del centro, alertó de que el aumento de los ataques podría ser síntoma de "un lento crecimiento" del Estado Islámico aprovechando la inestabilidad en Irak y Siria. Por su parte, el comandante de la misión Resolución Inherente, John Brennan Jr., aseguró tras el asalto a la prisión que esto no es un éxito para los terroristas y que confía en que la reagrupación no supone una "amenaza significativa" para la región.