Me interesa el proceso que se está llevando en Chile, con la conformación del nuevo gobierno. Me interesa, por muchos motivos, pero el que más llama mi atención, es que Chile, aunque viva momentos complejos y difíciles, es un país que siempre opta por la vía institucional. Cuando hay que resolver el problema, se hace desde dentro, no buscando atajos.
En la llegada al poder de Salvador Allende el año 1970, la llegada fue por las urnas, accediendo democráticamente al poder un presidente socialista que abiertamente quería cambiar el status social, equilibrar lo que en Chile se dice popularmente “está mal pelado el chancho…”. En efecto, el gran cambio de Chile era la educación, la sanidad, las pensiones, la vida de trabajadores para desarrollarse cultural, económica y políticamente. Quien afirme que fue un éxito, desde cualquier punto de vista, se equivoca. El proceso chileno, o el intento del proceso chileno, no fue un éxito porque sencillamente fue un proceso interrumpido, intervenido y aplastado desde fuera con importantes apoyos desde dentro; el problema es que la capa reaccionaria del país, apoyada por una guerra fría en pleno apogeo (según los propios papeles desclasificados años más tarde), hizo que Estados Unidos preparase desde el primer día que accedió Salvador Allende a la presidencia, un golpe de Estado, para imponer a “su gente”.
Chile siguió adelante, como lo hizo España en su día, con un dictador que aparece en los anales de la bestialidad y el deshonor militar, y sus propias gentes fueron trabajando la vuelta a la democracia. La situación internacional era otra, y desde el año 1982, países como España trabajaron arduamente para conseguir la democracia junto al pueblo chileno; pero fue el pueblo chileno quien decidió su destino…y lo seguirá haciendo.
El país ha avanzado, desde la llegada a la democracia, hasta convertirse en la mayor renta per cápita de la América Latina, el que mayor inversión extranjera recibe -por tamaño de mercado- en la región, y una de las grandes economías, a pesar de su pequeña demografía (19.000.000 de habitantes). Chile es hoy, un país con clara vocación de desarrollo, miembro de la OCDE y socio confiable para cualquier inversión nacional o extranjera.
Pero para sorpresa de muchos, Chile -concretamente el año 2019- recordó que el “chancho, seguía mal pelado…” que no obstante ser la primera economía, el reparto de la misma, no estaba ni por asomo bien repartida; es más, quienes no tenían acceso al reparto, nacían, crecían y morían, sin acceso a este reparto.
Un sistema ilusorio de crédito universitario -en un país clasista como el chileno- era una bomba de relojería; un sistema privado de pensiones en el que un jubilado se busca la vida con 200 euros (siendo una renta PPA cercana a los 30mil USD) no tenía ningún sentido; un país en el que cuando alguien enferma, se arruina, no podía esperar de Chile una respuesta, más sensata de la que finalmente ha tenido, buscar la vía institucional y resolver el problema.
Se empezó por decidir la reforma constitucional, crear el constituyente, y empezar una nueva historia. Todo, votando, convenciendo a unas y a otros. Chile vuelve a dar una lección de país institucional.
Y en medio de todo esto, surge la candidatura de un joven de magallanes, de padres croatas y catalanes (en Chile, esto es más común de lo que la gente se piensa), de izquierdas o mejor dicho, abiertamente de izquierdas. Y ganó las elecciones, de manera arrolladora.
Por motivos laborales, me tocó viajar a Chile el pasado mes de diciembre, y pude oír, de muchas personas, las opiniones que tenían de los dos candidatos (Gabriel Boric y José Antonio Kast). Puedo confirmar una frase que acabo de leer a Isabel Allende, Chile no es Venezuela y Boric no es Maduro.
En efecto, la institucionalidad chilena, está por encima de cualquier duda. Por citar un ejemplo, el próximo ministro de hacienda que acaba de dar el presidente electo Gabriel Boric, así lo confirman. Mario Marcel, ex presidente del Banco Central de Chile; como el Banco de España, goza de plena autonomía (respecto al Gobierno) es el elegido. Sus padres y abuelos, por cierto, llegaron al país huyendo de la guerra civil española. Su nombramiento ha sido recibido por todos los sectores con gran sintonía, y es que Chile, puede ir dando pasos de cambio, firmes y necesarios, pero ya conoce la historia que le prepararon a Salvador Allende; que, por cierto, tendrá a su nieta Maya Fernández Allende, como próxima ministra de defensa.
Las empresas mirarán con gran interés el futuro de uno de los mejores socios comerciales de España, de la Unión Europea y la economía con más tratados de libre comercio en la actualidad. Si el futuro gobierno enfrenta con firmeza las pretensiones del pueblo chileno, y mantiene y genera mayores expectativas empresariales al país (superado el proceso constituyente), vislumbro un futuro muy interesante en el ámbito de las inversiones sostenibles, energías renovables, aprovechamiento de los recursos naturales con crecimiento en tecnología. País destacado en la generación de start-ups, con programas reconocidos a nivel internacional. Con grandes obras de infraestructuras, aún por desarrollar o ampliar. Creo, sinceramente, que hay excelentes oportunidades por venir.
Si todo va bien, será una gran noticia para todos, menos para ese “chancho…que empezará a estar -esperemos-, mejor pelado”.
Carlos Morales Sánchez
Abogado, experto en internacionalización de empresas.
Presidente del grupo Mshglobal-España