La aprobación de la reforma laboral precisa de una mayoría absoluta en el Congreso para poder salir adelante, lo cual sitúa al Ejecutivo en una tesitura complicada al tener que ‘complacer’ a distintas partes con intereses muy diversos.
“Tendremos que llegar a entendimientos si se quiere sacar adelante”, sentenciaban los nacionalistas vascos del PNV hace un par de días. Entendimientos, negociaciones y pactos que se comienzan a hacer ‘cuesta arriba’ en la recta final del proyecto de la Vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Gabriel Rufián, portavoz en el Congreso de ERC, precisamente ha tachado la reforma laboral de un “proyecto personal” de Díaz, y ha asegurado que su partido “no negocia ni vota proyectos personales”. Rufián ha asegurado que si no se incorporan los puntos planteados por los republicanos no apoyarán la reforma, “sería un fraude hacia la clase trabajadora”, ha puntualizado que seguramente acabarán sacándolo adelante con el apoyo de Ciudadanos.
En este sentido se ha pronunciado también Íñigo Errejón, líder de Más País, que ha asegurado que si optan por la vía de los ‘naranjas’ y de PDCat, estarán “eligiendo un rumbo” para lo que queda de legislatura.
Por su parte Errejón, ha asegurado mantener una “buena” relación con el Ministerio de Trabajo, pero ha puntualizado que en esta ocasión la cartera de Trabajo no tiene los apoyos suficientes para sacar esta medida que considera “un avance”, pero que no es “histórica”. El líder de Más País, en un tono más conciliador ha apuntado que este texto “deja cosas en el tintero”, por ello se ha negado a “apoyarla como paquete cerrado”.
Lo cierto es que el Ejecutivo ahora deberá continuar e intensificar las negociaciones antes de que concluya el plazo establecido para que el Congreso de los Diputados convalide el Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros, y que termina a mediados del mes de febrero.