Según indican los expertos, una repetida vacunación podría terminar siendo insostenible desde un punto de vista económico y para el seguimiento de la vacunación. Todavía existe la incógnita sobre cuál es la pauta de dosis correcta para alcanzar la vacunación y los científicos abogan por la creación de un suero específico para luchar contra ómicron.
La vacuna tiene dos funciones, evitar la entrada del virus al cuerpo y reducir los efectos secundarios una vez se está contagiado. Con los datos recogidos de la sexta ola, podemos constatar que la alta vacunación no ha servido para evitar lo primero, pero ha tenido un gran impacto en no traducir las elevadas cifras de contagio en ingresos hospitalarios, puesto que las dosis han ayudado a aminorar los efectos adversos del COVID-19.
De momento, el Gobierno considera la estrategia de vacunación actual como la indicada, de hecho, este jueves, junto a Sanidad y las Comunidades Autónomas, han aprobado la inoculación de la dosis de refuerzo a todos los mayores de 18 años. Esto provocará el aumento de inmunidad, tanto por las vacunas como por la infección de coronavirus, de la gran mayoría de la población, en el objetivo de conseguir, como señaló el Ejecutivo, considerarse una enfermedad endémica al final de esta sexta ola.
La investigadora del Centro Nacional de Biotecnología y codirectora del grupo de coronavirus, Isabel Sola, señala que “cada proceso de recuerdo de la inmunidad mejora lo que tenemos y hace que la respuesta sea mucho más rápida y más potente”.
Cada vez que alguien supera el coronavirus o recibe una dosis, se multiplican los anticuerpos y las células se perfeccionan para hacer frente a la enfermedad
La solución ideal pasaría por conseguir un refuerzo específico para la modificación de ómicron y así los anticuerpos “serían específicos tendrían su máxima potencia desde el principio, impidiendo la entrada”, prosigue Isabel sola, que espera que para marzo o abril esté lista la solución.
Los expertos coinciden que el futuro pasa por seguir vacunándose, así como mejorar las vacunas existentes. También, inciden en que se necesita tiempo para analizar cómo el virus escapa de la inmunidad de las dosis. Nadie sabe con exactitud cuántas serán las dosis para alcanzar un refuerzo prolongado, y, pese a que los anticuerpos decaen a los seis meses, la “inmunidad celular” se mantiene durante más tiempo, expresa la científica.
Para obtener una solución a largo plazo hay que analizar como se comporta el virus de cara al futuro, unido al avance de las vacunas y a la estrategia a seguir por el Gobierno.