Cumbre Vieja concede un día más de tranquilidad a menos de 24 horas del plazo fijado por los científicos para ser considerado el final de una erupción que se ha extendido más de tres meses, desde que diera comienzo el 19 de septiembre. Los parámetros actuales confirman el proceso de desgaste que vive el volcán desde las últimas jornadas, por lo que todo apunta al cese definitivo de su actividad.
Tras meses de incertidumbre dónde era difícil predecir el final de un proceso eruptivo que empezó hace ya más de tres meses, la población de La Palma vislumbra el final de la pesadilla que les ha hecho perder miles de viviendas, cultivos y les ha mantenido en vilo desde su inicio a mediados de septiembre.
El final se concibe también como un nuevo comienzo, el de la reconstrucción de la isla. Los científicos centran sus esfuerzos en el estudio de los gases y la lava, tras ello, todo estará listo para la restauración de la zona.
Según la red de vigilancia volcánica de seguimiento 24 horas del Instituto Geográfico Nacional, se han detectado cinco terremotos durante la última noche, aunque ninguno sentido por los habitantes de la zona. El tremor ha vuelto a niveles previos a la erupción y el cono principal mantiene un silencio alentador en lo que se espera que sea el final de esta explosión.
Desde la caída de la señal del tremor el pasado día 14 de diciembre los palmeros esperaban el final de la erupción volcánica.
Los vecinos y trabajadores de la zona sur de la isla están pudiendo volver poco a poco, mientras que los de la zona norte tendrán que esperar a que los valores del aire no sean perjudiciales para la salud. Carmen López, directora del Observatorio Geofísico del Instituto Geográfico Nacional, explica el gran aporte de datos y enseñanzas que les ha aportado la erupción.
La lava ha cubierto 1.218 hectáreas, en un perímetro de 68,9 kilómetros, siguen desplazadas 7.000 personas que aún no han podido regresar a sus hogares y se estima que 2.329 están directamente afectados con su vivienda dentro de la zona de coladas. Han quedado destruidas 1.676 edificaciones y 1.345 casas según los datos de catastro. Los daños se prevén en 906 millones de euros, en una erupción volcánica que es la más grande de los últimos siglos en nuestro país.