Mario Draghi, primer ministro de Italia, ha visitado este lunes la sede del sindicato Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) en Roma, después de que sus oficinas fueran asaltadas el pasado sábado como parte de una violenta manifestación contra el pasaporte sanitario del coronavirus. Draghi trasladó la "cercanía" de todo el Gobierno italiano y el compromiso institucional de impedir volver al pasado, afirman fuentes institucionales.
Draghi, que ha acudido a la sede principal del CGIL ubicada en la capital del país, se ha reunido con el líder del sindicato, Maurizio Landini, para trasladarle su apoyo. Este último se ha mostrado agradecido, asegurando que la visita tiene "un significado muy importante".
El primer ministro ha condenado los episodios vividos en Roma recordando que "el derecho a manifestar las propias ideas no puede jamás degenerar en actos de agresión y de intimidación". Luigi Di Maio, ministro de Exteriores, ha tildado a los manifestantes de "delincuentes" y ha instado a "no instrumentalizar" la crisis sanitaria. Por su parte, el CGIL ha respondido al asalto expresando su rechazo a la manifestación violenta. "A ellos les decimos que resistimos entonces y lo haremos una vez más. Pero a todos recordamos que organizaciones que evocan al fascismo deben ser disueltas en respeto de la Constitución, nacida de la lucha de la Liberación", ha señalado el sindicato.
El ataque se producía el pasado sábado durante la manifestación en Roma contra la activación del pasaporte sanitario de la Covid-19, que congregó a cerca de 10.000 personas. La multitud se concentró en la Plaza del Popolo de la capital para protestar contra las restricciones de la pandemia, profiriendo insultos hacia el Gobierno y los periodistas. Entre los manifestantes había numerosos militantes del partido neofascista Forza Nuova. La manifestación alcanzó su punto más tenso cuando los protestantes explotaron lanzando bombas de humo y petardos en dirección a la sede del Gobierno, el Palacio Chigi.
Ante la escalada de la situación, los agentes antidisturbios desplegados detuvieron a algunos de los participantes y reprimieron la marcha. Sin embargo, algunos cientos de manifestantes siguieron congregados en la céntrica Vía del Corso de la capital italiana. Fue entonces cuando el recorrido de la protesta también pasó por la ocupación de la sede del CGIL. El mismo día del asalto, Draghi se ponía en contacto con el secretario del sindicato Landini para trasladarle su solidaridad tras el ataque, que calificó de "inaceptable", precisando que la actividad sindical es "fundamental para la democracia".