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"Nunca consideraré como libre a quien vive vive en el temor..." Horacio 

Felipe, sus indultos y su ego herido

Felipe, sus indultos y su ego herido

Déjanos vivir Felipe. Fuiste “dios”, el “one”, “the boss”, el gran “padrino”. Lo fuiste todo en el Psoe y también fuiste mucho para aquella España que salía de la oscuridad y el franquismo en aquellos setenta y ochenta. Nunca te estaremos suficientemente agradecidos. Luchaste duro en la clandestinidad y nos trajiste los primeros efluvios del progresismo. Al fin y al cabo venías de Francia, habías luchado por la libertad (la de verdad, no la broma de Ayuso) y hablabas un bonito francés fluido. Eso, en un país de paletos y fachas, mantillas y sotanas, represión y cárcel, te elevó a lo alto de la torre, entre la intelectualidad y la admiración de las clases trabajadoras. Convenciste a muchos millones de españoles de que eras el del “partido obrero”, el que les traía la esperanza y la igualdad social. Y así tuviste su apoyo durante casi catorce años. Incluso obtuviste la lealtad del Psoe, su dirigencia y su militancia, en la toma de decisiones muy difíciles que te tocó afrontar, como ahora le toca a Pedro Sánchez. Rebaja tu ego y deja de ponerle palos en las ruedas y sobre todo, deja de dar carnaza a la caverna mediática.


Venciste en la primera democracia, arrollaste en las elecciones de 1982 y tuviste cuatro legislaturas como presidente de un Gobierno socialista. Pusiste a España en el mapa de Europa. Cambiaste y modernizaste todo, promulgando leyes nuevas (aborto, divorcio, pensiones, sanidad y educación universales, etc) y derechos sociales, laborales y civiles, como sólo se recordaba desde la República. Cambiaste a España para bien como un calcetín al que se le da la vuelta. Incluso viviste, en la oposición, el Golpe Militar del 23F de 1981. Sufriste en tu mandato el “ruido de sables”. Supiste democratizar tanto a las Fueras Armadas como a la Policía y Guardia Civil. Y también, acuérdate, tu Gobierno concedió el indulto al general Alfonso Armada, instigador del golpe militar. También autorizaste el diálogo con ETA, para su rendición, que llegó con un Gobierno socialista (2011). Y el Psoe y la cúpula dirigente fue leal contigo y te apoyó, entendiendo que son decisiones de Estado muy difíciles de tomar. Gracias por tu pasado. Pero eso fue hasta 1996.

Venticinco años más tarde, la involución de los nostálgicos del fascismo vuelve a estar desatada. Utilizan todo para intentar derrocar este Gobierno, legítimo, antes de que acabe la legislatura y haya que volver a pasar por las urnas, como exige la democracia y la Constitución. Incluso se quieren hacer otra foto de Colón presumiendo de derecha y ultraderecha sin complejos. Ya están derogando, donde gobiernan, leyes y avances sociales, en libertades y educación. Van contra los avances en los derechos de las mujeres y los inmigrantes. Han hecho del saqueo de la Sanidad y su privatización uno de sus principales negocios. Y presumen de ello. Y tu, Felipe, ahora les jaleas y animas porque un tal Pedro Sánchez, dicen por Europa que es el mejor presidente de Gobierno que puede tener España para los tiempos que corren. Y eso te escuece. O te escuece más, quizá la irrelevancia en la que has caído dentro de tu partido. Los obreros y militantes ya no dan crédito a lo que ven en tí.

Qué poco queda de aquel Isidoro y de aquel Felipe que cerraba filas con el Psoe y el Psoe con él.  Venticinco años más tarde, vuelven a las calles la algarabía de la extrema derecha,el ruido involucionista de aquellos  que se opusieron a todo.  Al diálogo con ETA, mientras en secreto dialogaban ellos mismos. Los que se opusieron al divorcio y hoy se separan encantados. Vuelve todo aquello contra lo que luchaste, Felipe, codo con codo con el Psoe y sus dirigentes más destacados, que te apoyaron sin fisuras. Qué ha pasado para que estos días tus palabras, tu deslealtad al Psoe, sean celebradas por quienes quieren derrocar al Gobierno de quien dices sentirte “huérfano”. Como puede ser que tu criterio se alinée con el de una despechada y enloquecida por la política, como es Rosa Díez, con un desleal patológico, como es Casado y con un involucionista  como es Abascal, y se aleje tanto del sentir y el  orgullo de las bases socialistas y los líderes elegidos por ellas.

Cuando perdiste las elecciones (1996) y tomaste la deriva hacia el mundo de los negocios, las relaciones económicas internacionales y la influencia de los lobbies para hincharte a ganar dinero, aun tu estela perduró una década sin hacerte daño. Pero poco a poco perdiste el contacto con las bases, con la gente, con la clase trabajadora. Los recuerdos de la clandestinidad y la lucha quedaron fuera de tu universo… y lo que es peor, cuanto más envejecías más crecía tu ego y la crítica feroz contra cualquiera que creyeras pudiera hacerte sombra en años venideros. Y qué malo es el ego herido Felipe.  Díselo de paso a tu compañero de armas, Alfonso Guerra, qué poco tolera el no estar omnipresente en el oráculo de los nuevos dirigentes del socialismo. Cuanto alimento dais a la caverna mediática, que sólo os utiliza para horadar al Gobierno sin molestarse en elaborar una crítica responsable leal, rigurosa y respetando a la verdad.

Conozco a dos grandes ex presidentes y líderes socialistas, como tu, pero que sin embargo no perdieron el rumbo. Te los voy a recordar. Son, Pepe Múgica en América Latina, y Helmut Schmidt en Europa. Lo fueron todo, uno para Uruguay, el otro para Alemania. Envejecieron en sabiduría y supieron aportar desde la lucidez y la experiencia, pero también desde la lealtad y la generosidad para con sus sucesores y sus partidos. El uno, Múgica, era sencillo, sabio, humilde, casi un maestro zen, una especie de Séneca uruguayo, que tras pagar quince años de cárcel por su lucha contra las dictaduras, acabó presidiendo el Gobierno de su país, desde una humilde cabaña en el campo, rodeado de plantas y animales. Y siempre con su compañera de vida.

El otro, los periodistas que lo conocieron lo describían como altivo, frío, arrogante, con una mente prodigiosa capaz de tener a todo un país, y todo un continente, en su cerebro… pero de una honestidad vital y política fuera de serie. Un tipo que jamás perdió la brújula de su origen y la defensa de la socialdemocracia. Un hombre de vida sencilla, que siempre se mantuvo en su piso de Hamburgo, de clase media, con la misma compañera de vida hasta que ella murió, una maestra amante de la naturaleza. Durante décadas, hasta el último de sus días,  Alemania se rindió a su portentosa inteligencia política. Fue canciller del país más poderoso de Europa desde 1974 hasta 1982. Había luchado en la Segunda Guerra Mundial, y siempre defendió la reconstrucción alemana y los pilares de la socialdemocracia, por encima de cualquier interés particular.

Cuánto debiste añorar, Felipe, haberte parecido un poco a Schmidt. Se había ganado el respeto y la admiración de la gran mayoría de los alemanes, indistintamente del lado político al que pertenecieran. Pero al contrario que tu, su brújula y sus lealtades socialdemócratas las mantuvo hasta el último de sus días. Un hombre que hasta que murió, casi a los cien años, mantuvo su estilo de vida sencillo, luchando por las libertades como editor del prestigioso semanario Der Spiegel. Tu lo intentaste con el Grupo Prisa, pero tampoco eso te salió bien. Preferiste ser un “valido” (comisionista, intermediario)  del multimillonario mejicano Carlos Slim, y facilitador de las relaciones y negocios de las grandes corporaciones y lobbies internacionales. Cómo no va a cambiar la mentalidad y el compromiso social llevando durante casi dos décadas, este estilo de vida.

 

 

Tampoco tuviste tu minuto de oro mundial, como el episodio que quedó para los anales de la retórica parlamentaria, cuando Schmidt, hizo un discurso de mas de una hora, todo de memoria y sin papeles, incluidas las réplicas, a Walter Scheel (FDP) en el debate sobre las leyes en el Estado de Urgencia, de Alemania, aquel 30 de mayo de 1968, siendo miembro de un gobierno de coalición con los socialistas del SDP. Era el ídolo al que te hubiera gustado parecerte (también a tu padrino, Billy Brandt) cuando todavía eras un estudiante socialista de Derecho, hijo de una familia vaquera de la burguesía sevillana. Y poco después pasaste a ser el talentoso joven, Isidoro, al que los líderes socialistas de la vieja Europa acogían y protegían como la joven promesa que después serías, para transformar la España posfranquista de la charanga y pandereta. 

 

Hace quince años, muchos hubiéramos pensado que tu estela iba a parecerse mucho más a la de estos dos grandes socialistas universales. Al menos en cuanto a intuición y  honestidad políticas, así como a solidez intelectual y generosidad. Qué equivocados estuvimos. El ego ha acabado por expandirse en tu naturaleza primordial y ahora sabemos que harías, y dirías, cualquier cosa, con tal de que nadie te hiciera sombra dentro del partido socialista, al que has considerado como tu cortijo, por lo menos hasta la llegada de Sánchez. Por cierto, eso me recuerda a otro ex presidente, pero ese siempre fue ruin y miserable. Al contrario que tu, que lo reservabas para la vejez. 

Hace no tanto tiempo, en el programa de Ébole, defendías la bondad de los “indultos” a los presos del procès catalán, para recuperar la convivencia y la confianza territorial, por las mismas razones que lo defiende Sánchez. En cambio hoy defiendes la tesis contraria, y lo difundes intencionadamente a los cuatro vientos, con una deslealtad manifiesta al actual presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE,  Pedro Sánchez. Una deslealtad con la que a ti nunca se te pagó. Al contrario, como dice el también el ex presidente socialista, Zapatero, cuando tuviste que tomar decisiones difíciles, el Partido y sus dirigentes, "siempre te apoyaron". Es tanto el ego que te domina y la espina clavada tras haber perdido el pulso cuando el golpe interno del Psoe (2016) con el levantamiento de Susana Díaz y el aparato contra Sánchez, que siendo socialista auguras el fin de Sánchez y el Gobierno, si decide indultar a los políticos catalanes del procés. Y le das carnaza a la caverna mediática con tal de tener tus quince minutos de gloria. 

 

Te reprochan los progresistas, pero sobre todo las bases del Psoe, que siendo socialista y teniendo un presidente socialista del Gobierno, en un año tan difícil, en lugar de tenderle puentes le pongas palos en la rueda. Con referencia a Sánchez te atreves a decir, con prepotencia que te caracteriza, que te sientes “huérfano” y que “no te sientes representado en el Parlamento… y no encuentras a nadie a quien aplaudir”. De soberbia vas sobrado, querido ex presidente. Pero, ya sabes el destino de los despechados, si no puedes ayudar a tu partido, a tu gobierno, a tu país, limítate  a ser leal y al menos no estorbes.

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