Frente a los sacrificios que ha implicado, e implica, luchar contra la pandemia, Madrid ha optado por la retórica hueca del botellón y la arrogancia, en lo que han bautizado con el sufrido nombre de la nueva Libertad. Mientras el Gobierno de Sánchez, al igual que sus homónimos continentales, se batían el cobre durante meses luchando contra el virus, sin descanso día y noche, para salvar vidas humanas a costa de dictar impopulares medidas de restricción con implicación de mucho sacrificio ciudadano y del propio sector sanitario. Aquí en Madrid, se presume de ser el "Oasis europeo de Fiesta y Borrachera ", con récords de clandestinidad incluidos así como aglomeraciones y mítines exentos de precauciones sanitarias. Al contrario de lo que sucedía en el resto de España y en toda Europa. Y a eso, le llaman la nueva Libertad. Una libertad que lamentablemente está "rejuveneciendo la edad de los pacientes de las UCI".
Ya hemos visto este San Isidro, cómo los madrileños han cargado su “inmensa libertad” en sus coches y han iniciado el “éxodo de la libertad hacia nuestras costas”. Vamos a ver, en un par de semanas los resultados en contagios, vidas humanas y enfermedad de esta estúpida y desazonadora mal llamada Libertad. Pero no se preocupen. La culpa de todo la tiene el Gobierno de Sánchez. Si impone el Estado de Alarma, protestan Ayuso y Casado porque es dictador, si lo quita, protestan igual porque es abandonismo. Si toma medidas contra la expansión del Covid, protestan estos "populares" porque las toma, si las quita, protestan porque las quita. Si trae dinero de Europa, protestan porque lo trae. Pero no se preocupen, aunque Casado ya ha hecho lo imposible para convencer a la Comisión Europea de que no diera tanto dinero a España, "este país tan irresponsable..."Aún así y todo, Europa no le ha hecho ni caso y nos ha concedido la friolera de 140.000 millones para reconstruirnos tras el desastre de la pandemia. A pesar de esta oposición de charanga y pandereta, de la deslealtad y el no a todas las iniciativas, saldremos adelante. Y nuestra libertad será la de reconstruir una buena Sanidad, Educación, Industria, Trabajo, Progreso, Transformación Digital y Ecológica, Igualdad... Y no se preocupen, el turismo volverá a atraer a los extranjeros a nuestras costas. Pero eso si, con total garantía y seguridad para su salud y sus vidas, al igual que las nuestras. E incluso, con un poco de suerte, a pesar de ellos y sus zancadillas constantes, venceremos entre todos la pandemia.
Alea jacta est (La suerte está echada)
Confiando en que la vacunación va como un tiro, la inmunidad de grupo, o rebaño, o como se quiera llamar, llegará pronto. También llegará a las y los ciudadanos madrileños, aunque sus dirigentes populares, hayan aprovechado esta terrible pandemia para hacer su agosto electoral vendiendo humo. Tal ha sido su quimera de nuevo cuño, a la que llaman libertad, libertad, libertad. Se les llena la boca de libertad. No hay que tener muchos dedos de frente para saber que la libertad se mide en logros sociales, colectivos y éxitos de superación frente a la adversidad. En este caso, se trata de la superación de la pandemia que tantas desgracias ha traído a Madrid, a España y al mundo entero. No hay que ser demasiado listo, para saber que a la pandemia se la vence con la libertad de la responsabilidad, la libertad de las renuncias y la libertad de los sacrificios. Una peste del siglo XXI que se ha llevado por delante la vida de casi ochenta mil españoles (aproximadamente veinte mil madrileños) y mas de tres millones y medio de personas en el mundo. Hay que mirarla de frente y combatirla reforzando el sistema sanitario, acabando con la precariedad de las enfermeras y sanitarios en general, aumentando el sistema de atención primaria... y no yéndose de copas y apiñándose sin control en los bares y locales de ocio, con el único objetivo de evadirse y de paso ayudar irresponsablemente a la expansión del contagio.
Más de un millón y medio de madrileños lo han tenido claro a la hora de decidir el modelo de Comunidad Autónoma con el que vamos a tener que convivir en los próximos dos años. Para bien o para mal, esto es la democracia. Todo se ha decidido legítimamente en las urnas. Mientras el Gobierno central de Pedro Sánchez, respetando el sistema autonómico de nuestra Constitución, centraba las decisiones de las autoridades autonómicas en el marco jurídico de un Estado de Alarma (no apoyado y terriblemente criticado por el Partido Popular, de Casado y Ayuso, ) y en el seno del Comité Interterritorial de Salud (que reúne a los 17 presidentes autonómicos y el Ministerio de Sanidad), el gobierno regional de Madrid, estuvo durante toda la pandemia yendo a la contra y siempre a su aire, contra cualquier medida restrictiva que supusiera un sacrificio.
La falta de sentido de Estado y respeto institucional, de este gobierno regional, ha sobrepasado todos los límites del respeto a las normas democráticas y a la propia democracia. Y hete aquí que, tras pasar durante toda la pandemia deplorando el Estado de Alarma, pidiendo a Sánchez que lo liquidara y tildándolo de “dictadura sanchista”, al fin, cuando el Presidente anuncia que “el 9 de mayo decae el Estado de Alarma, por el auge de la vacunación y la pronta inmunidad de grupo”, entonces el PP de Casado y Ayuso, cual niños caprichosos y enrabietados, se echan al monte para criticar a Sánchez por haberlo finiquitado, según ellos "dejando a España en el abandono". Haciéndose los ignorantes, de que hay un Decreto que facilita la opción a las CCAA para que lo soliciten individualmente, cuando quieran y al instante, si creen que fuera necesario en sus territorios.
Defendiendo una tesis y la contraria según conveniencia, como llevan haciendo desde hace varios años, la oposición madrileña ha rozado el absurdo. De forma inescrupulosa y muy táctica, el equipo de la presidenta decidió convocar unas innecesarias elecciones aprovechando “el populismo con el que abrían los bares hasta más tarde que en el resto de España y con más gente dentro, al tiempo que renegaba de los cierres perimetrales y las medidas restrictivas adoptadas en el resto de las autonomías”. Aprovechando que esta laxitud carente de principios y lealtad, que no libertad, causaba un gran efecto liberador en las emociones de la gente, tan asustada por la pandemia y durante tantos meses obligada a guardar distancias y a renunciar a su vida social.
"El estilo de vida a la madrileña", saltándose las medidas restrictivas, plagaba la comunidad de fiestas privadas y clandestinas, bares y discotecas llenas sin medidas sanitarias, ni mascarillas, etc, o mitines políticos apiñados, lo que aprovecharon capciosamente para generar una falsa sensación de Libertad, que fue aprovechada por este PP, de Casado y Ayuso, sin ningún reparo ni pudor. Algo que sólo está a la altura de dirigentes tipo Trump, en EEUU, Bolsonaro en Brasil, o Modi, en la infectadísima India donde casi cinco mil personas mueren al día y cuyo país se ha convertido en una auténtica pira funeraria. Poco importó que durante toda la pandemia, en Madrid, la presión hospitalaria, UCIs, contagiados y fallecidos, fueran siempre, o casi siempre, superiores a las del resto de España. Y siempre la más alarmante, en cuanto a saturación de UCIs y fallecidos, en comparación con cualquier capital europea. El PP madrileño pronto se dio cuenta de que pidiendo sacrificios no se ganan unas elecciones. Así lo maquinaron los cerebros tras Ayuso, Aznar y su alter ego, M.A. Rodríguez. Y los resultados electorales les dieron la razón. Para desgracia de la gran mayoría de otros ciudadanos españoles que se han quedado, nos hemos quedado, atónitos. ¿Será esta la madrileñofobia de la que habla Ayuso?.
Y así fue como con esta trampa descomunal, muy bien maquinada, se logró tapar de un plumazo los 26 años de gobiernos corruptos de los populares tanto en la trama madrileña (Gürtel, Lezo, Púnica. Funeraria, Golf, etc), como en el resto de España. Ha dado igual que distintos tribunales lleven más de una década desentrañando, juzgando y condenando, las diferentes tramas corruptas en las que está implicado el PP de Madrid y una gran parte de sus dirigentes más inmediatos. Muchos de ellos participantes en la gran boda de El Escorial, a la que también acudió parte de la cúpula actual de Génova, 13. Más de un cuarto de siglo de corrupciones, quedó enterrado, aunque sólo por una noche, la del 4M. Porque al igual que en la fabulosa película de John Huston, Chinatown, en el mundo del hampa la historia siempre vuelve. Una noche eufórica para dos dirigentes relativamente noveles, Casado y Ayuso, (el uno alumno de Aznar, la otra de Aguirre) que también tuvo su continuidad con alcohol libre, jolgorio, euforia y amontonamientos sin mascarillas, tarareando hasta caer en el paroxismo, la llamada nueva Libertad… ¡La nueva Libertad recién inventada en Madrid!. La de contagiar y embrutecerse con el alcohol y la juerga nocturna sin fin… eso si, “¡muy a la madrileña!”.
Más de un cuarto de siglo borrado durante una noche, y sus consecutivos días, o semanas. Hasta que se les pase el envalentonamiento y se den cuenta de que gobernar, no sólo consiste en dar negocios a los amigos e irse de cañas con los votantes. Hasta que se pase el estupor de la pandemia, los miedos y los aislamientos, y los madrileños vuelvan a acordarse de que, durante ventiseis años, los líderes políticos de las derechas madrileñas han acudido a las elecciones “dopados con financiación ilegal” (según sentencias firmes) y se han dedicado fundamentalmente a generar negocios y plusvalías para un pequeño grupo de grandes empresas afines, que eran además su sostén financiero, en dinero tanto A como B. Una organización presuntamente delictiva, -según el Tribunal Supremo ha ratificado en octubre del 2020- llamada el Partido Popular de la Comunidad de Madrid. “El PP era el nexo común que sirve de amalgama al conjunto de episodios y actuaciones recogidos en la declaración de hechos probados”, reza en su sentencia el TS.
Frente a la falsa libertad orquestada en bares y botellones, esta vez a la mayoría de los madrileños poco les ha importado, a la hora de depositar su voto, más de dos décadas en las que este PP lleva desmontando la Sanidad y la Educación Públicas. Y más de una década, además, recortando derechos laborales, sociales y civiles…La euforia de salir a la calle sin máscaras, ni distancias, la euforia de una noche electoral de champán y éxito, no duran eternamente. La sordidez con la que el PP madrileño ha convocado las elecciones, en medio de la pandemia, han conseguido trasladar al votante, la idea de que solo había dos opciones o papeletas entre las que elegir:
- A) Los bares, la noche, la fiesta y el alcohol. Multitudes liberadas con ausencia de normas contra el Covid. La falsa sensación de renacimiento de la hostelería y la vida feliz como si no hubiera pandemia.
-B) El sacrificio, los bares y la hostelería cerradas, la responsabilidad de quedarse en casa, el esfuerzo por no verse con los seres queridos, el refuerzo de la Sanidad Pública y la dura renuncia solidaria para no contagiar ni contagiarse. El respeto al trabajo incansable y durísimo de los sanitarios en condiciones de precariedad.
Así de Simple. El “America First” de Trump, que ha cuajado en la capital de España con otro slogan, de diferente enunciado pero con el mismo contenido: Madrid First, sin inmigrantes, sin sacrificios, “vivir a la madrileña” (caiga quien caiga y cueste lo que cueste). “Porque Madrid es una España dentro de España”. La España de charanga y pandereta, que cantó Machado y muchos creímos había quedado atrás en el siglo XX de la postguerra.
Vivimos tiempos de la inmediatez y el capricho a cualquier precio. Egoísmo, individualismo y provecho propio, frente a defensa de lo colectivo. La memoria ya no vale, no cuenta como antes. Ni la histórica, Mauthausen o la Alemania nazi, los fusilamientos fascistas, represalias franquistas y cunetas de la guerra civil española…Ni la reciente, el trumpismo, el bolsonarismo, la catastrófica situación de la India de Modi, con un gobierno arrogante, hueco y oportunista. Todos ellos aplicando la propaganda retrógrada del absurdo y los nacionalismos populistas que fueron la semilla del antiguo fascismo.
Como dijo Churchill “cada país tiene los políticos que se merece”. ¿Tendrá que ser así la democracia 2.0?. Otro día hablaremos, como escribe magistralmente el compañero Jesús Maraña, en Infolibre, del “brazo mediático del 4M” o como más vulgarmente nosotros la conocemos como “la caverna mediática”. Demasiados intereses, la propaganda se compra y se vende al mejor postor. Vivimos la dictadura del bulo. El bulo es barato. El desmentido y el rigor periodístico cuesta caro. No por repetir las mentiras mil veces se convierten en verdad. No todo vale. O como dijo Ghandi: "si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados". Pobre pueblo pobre.