Han transcurrido seiscientos días, casi dos años, desde que una desconocida damisela de la Corte de Madrid, como por un guiño del destino, que dijo aquel, se viera sorpresivamente coronada con la presidencia de la Comunidad. Como suelen decir los de por aquí, la joya de la corona, el motor de España, el centro de Comunicaciones. En fin, la Corte del Reino, donde parece que todo lo que pasa por Madrid pasa por España. Y es mentira. Mentira egocéntrica, tendenciosa, publicitaria y flagrante. Como mentira es aquella con la que Ayuso quiere ilusionar -de ilusionismo- a los hosteleros dándoles la ocasión de facturar cuatro cafés y unos cubatas, de forma prohibida y no carente de frivolidad. Estas decisiones, aquí o en cualquier parte del mundo, son las que llenan las UCI de enfermos gravísimos y los cementerios de muertes solitarias y evitables. Un informe del BBVA demuestra la ineficacia de Ayuso ya que economicamente salen mas caras las muertes que mantener el comercio activo. Ahora, con la traca final de unas elecciones a capricho se ha cavado su propia tumba.
Ayuso, ha caído en su propia trampa, y víctima de la desconfianza hasta de su sombra, se ha precipitado a unas elecciones, inoportunas, innecesarias y dolorosas para los intereses, sobre todo económicos y sanitarios de los ciudadanos que vivimos en Madrid. Unas elecciones que sólo pueden perjudicarla desde un punto de vista político, ya que, en el improbable caso de que no obtenga peores resultados que hasta ahora, le obligaría a gobernar mano a mano con la ultraderecha de Vox. Pero lo malo de vivir de la traca y el cuento es que una acaba creyéndose sus propias mentiras. La presidenta en funciones está convencida de que su estrategia de llenar de forma provocadora, clandestina e irresponsable las terrazas y las fiestas a tope, contra la ley y la norma, le va reportar reconocimiento y votos a mansalva. Porque en su burbuja mental, parte de la base de que en realidad, un puñado de votos y un buen negocio le hacen olvidar a la gente la muerte y la enfermedad de miles de personas que se están quedando con secuelas de por vida. "Si para salvar la economía del 99 por ciento de los madrileños, tenemos que sacrificar a un 1 por ciento...", sostiene sin complejos.
En su mundo paralelo, está convencida de que la gente de Madrid, "su gente", los ruidosos, los cacerolos, los pijos de Núñez de Balboa, los taxistas negacionistas, los hosteleros conservadores o ultras, son mayoría social y van a pulsar -en el supuesto caso de que haya elecciones- el botón negro para regalarle -ahora conscientes y a conciencia- un par de años más de gobierno. Un regalo a una dirigente que ha demostrado su desubicación (lo digo por el cinismo de sus discursos y proclamas) que sólo podría gobernar en el caso de que la extrema derecha, gracias a su impulso, duplique sus resultados y sea votada por casi un millón de residentes en la capital. ¿Eso quieren de verdad los madrileños, todos los madrileños, con tal de seguir llenando los bares y hacer de Madrid un oasis de vacaciones y fiesta, a costa del sufrimiento de muchos?. No olvidemos que, a pesar de que su jefe, Casado, arroja los muertos del covid sobre las espaldas del presidente Sánchez, Madrid sufre un cincuenta por ciento más de muertos, en esta tercera oleada, que la media española.
Olvida, o quiere olvidar, la ínclita dama de la fiesta y el ocio europeo, que el mundo está en pandemia. El mundo no está jugando. Ya pasan de dos millones y medio los muertos por Covid, y casi ciento veinte millones de infectados. En España nos ha costado más de setenta mil muertes (la mayoría en Madrid, eso sí), hasta ahora y tres millones de contagiados. Lo triste y contradictorio de esta política cínica que sufrimos, es que su partido, en clave nacional, no ha movido un solo dedo por ayudar al Gobierno de Sánchez a combatir la pandemia, al contrario, le acusa de no tomar las medidas apropiadas como hace Europa con sus restricciones y cierre de negocios y colegios. Mientras en clave regional, pasa por alto el plus de hospitalización y enfermedad de Madrid a costa de incumplir las medidas de restricción y seguridad de forma caprichosa e incluso haciendo bandera de ello. Ambos pasan por alto, en nuestra cara, que fiesta y muerte, son la cara y la cruz de la misma moneda.
Además, en estos seiscientos días de locura y vanidad, su gobierno errático y surreal, no ha hecho ni uno solo de los deberes que todo gobierno regional o nacional tiene encomendados. No ha aprobado unos presupuestos, no ha legislado una sola ley o decreto que favorezca la vida de sus conciudadanos. Por no hacer, ni ha sabido prevenir y ayudar a los madrileños en las catástrofes climáticas, como las heladas de Filomena, que mantuvieron a la comunidad más de una semana paralizada bajo un manto de nieve incapaz de retirar. Sólo se ha dedicado a realizar actos de zozobra y filibusterismo contra el Gobierno central. Para con ello, ocultar las tragedias que se producen en solitario y se arrinconan en la oscuridad de tanatorios vacíos de familiares. No sólo como sucedió en nuestras residencias de mayores, donde, según un informe de investigación abierto, las autoridades sanitarias de la región presuntamente actuaron con un pragmatismo que hiela la sangre. Siguiendo protocolos, por escrito y bajo orden de la consejería -según denuncian los sindicatos médicos- , de “a este si”, “a este no”. "Este UCI", "este mórficos". Afortunadamente hay abierta una investigación para clarificar este asunto.
Que jamás se nos olvide cómo, a causa de la crueldad de esta pandemia, se nos desgarraba el alma, a mí al menos, ver a nuestros padres y abuelos, sentados esperando la muerte, o mirando por la ventana, en una infinita mirada de soledad, abandono y tristeza, cómo la sociedad por la que sacrificaron su vida y lucharon para sacarnos a todos adelante, les dejaba sólos en el umbral de la muerte. Justo es reconocer, que una maravillosa y sacrificada plantilla sanitaria de enfermeras -sobre todo- se encargó de tomarles la mano y darles un poco de compañía en el último aliento. Aún a costa de sufrir este sector, turnos de vértigo, porque la Salud Pública, ya estaba esquilmada de antemano, por ese gobierno regional que desde hace más de una década, lamentablemente, dónde el pueblo vemos salud y vida, ellos sólo ven negocio.
Negocio para construir hospitales, y quedarse las coimas -recordar los procesos a Granados y parte del anterior gobierno popular de Madrid- Negocio para autorizar y facilitar la compra de los fondos buitres, de las residencias y convertirlas en auténticos resorvorios donde dejan a nuestros abuelos sentados esperando la muerte, negocio para construir el Zendal -por el triple de su presupuesto- y esquilmar el personal al resto de hospitales. Negocio para contratar los servicios a los hospitales semi-públicos entre las mismas empresas amigas que los construyeron, y de los que cobraron comisiones ilegales destinadas a financiar corruptamente el PP. Negocio para contratar la vacunación a privados despreciando el precarizado sector de la enfermería y de la Atención primaria.. Para ellos, Salud pública es igual a negocio privado. Explotaron el pelotazo inmobiliario y ahora toca el pelotazo sanitario. Así entienden la política, los que promueven, susurran y teledirigen como una marioneta, a la presidenta de la Corte. Y efectivamente, Madrid es el epicentro de esta concepción ultraliberal de la salud publica. Pero no se engañe nadie, después de más de veinte años de gobiernos populares corruptos, Madrid se sigue resistiendo a ser la autonomia en la que ustedes la han convertido. Hoy día, se parece más a una Falla, una traca constante, de la que al final no quedarán nada más que carcasas y dineros en maletines hacia paraísos fiscales. Veáse el juicio de Bárcenas, Gürtel y todas sus derivaciones coruptas en Madrid y España hacia compañeros de la actual presidenta y su partido.
Porque, aunque muchos medios de comunicación están con ella jugando a este ilusionismo de la frivolidad, el dislate y la incoherencia, al menos quedan algunos serios que analizan con rigor y se afanan en explicar la política desde otro foco: el del servicio público y la responsabilidad de Estado. La realidad es que mientras la damisela y su cohorte de caballeros, promueven corruptamente lo negocios de las empresas que les nutren, el Gobierno central, y la mayoría de los autonómicos por fortuna, trabajan a destajo, con reuniones y negociaciones tanto en España como en Europa, en jornadas interminables de despacho y gestiones con la patronal y los agentes sociales, para que la calamitosa pandemia, no deje a nadie atrás. Pero primero y ante todo, para salvar vidas y evitar al máximo los contagios. Tomando medidas coherentes y solventes, a las que se suman generalmente el resto de los dirigentes regionales, de cualquier signo político, salvo la "Sissi emperatriz", que en su fantasía se ve ganando las elecciones, sólo por llamar a la “juerga y la frivolidad” mientras el mundo se tiñe de luto y desgracia.
Afortunadamente, mientras ella y su equipo se divertían con sus liviandades, un Gobierno nacional sólido trabajaba de verdad y se debatía en Europa para traer un solvente pedazo de Fondos de Restauración Europes, traducidos en 140.000 millones y gestionar decretos y estrategias, para que esos comerciantes a los que tanta gracia les hace la señora, tengan subvenciones y ayudas directas, de las de verdad. No hablamos de un poco de calderilla. Mientras ella sigue con sus tácticas de marketing surrealista, el Gobierno de verdad, ha liberado más de doscientos mil millones entre avales y ayudas directas de ICO a las empresas, comercios y Pymes. Incluso a su Comunidad se le han adelantado varios miles de millones para ayudar a víctimas de la pandemia. ¿Nos podrá dar cuenta algún día de su uso? Al revés que ella, que tras una pataleta se va a gastar más de cincuenta millones de euros en convocar unas elecciones a deshora y por capricho, un Gobierno de verdad ha actuado tres millones de ERTE, muchos de ellos en su territorio, para que la gente no se quedara sin trabajo y las empresas pudieran estar preparadas para la “rentrée”, cuando esta pandemia nos deje un poco de respiro..
Esta misma semana, el Gobierno ha anunciado la entrega de 11.000 millones para el sector de la hostelería, para que los negocios solucionen sus problemas de solvencia. Gran parte de ese dinero, unos 7.000 millones, será en ayudas directas y otra, en moratorias y amortizaciones, o exención de impuestos. En general, dinero que llega a los negocios para su sostenibilidad y solvencia económica. Y, por cierto, todos los informes financieros rigurosos hacen balance de que cuesta más al Estado las enfermedades y las muertes, que las ayudas directas a la empresa y el comercio.
No son las únicas ni las primeras ayudas que tiene la Comunidad de Madrid. Durante el último año, la región ha recibido en avales del ICO más de 24.000 millones de euros canalizados a través de las más de 132.000 operaciones que han firmado las empresas españolas. Además, Madrid recibió alrededor de 3.000 millones de euros en ayudas directas proveniente del paquete de 16.000 millones que el Gobierno de España destinó durante 2020 a paliar los efectos de la Covid-19. Se trataba de un plan de inversión que quedó dividido en cuatro grandes plazos. El primero se materializó en el verano de 2020 y supuso para Madrid la inyección de más de 1.200 millones de euros para que el ejecutivo madrileño lo gastará exclusivamente en reforzar la Sanidad. Pero Díaz Ayuso solo destino la mitad del dinero a Sanidad y el resto lo dedicó a “tapar agujeros” e incluso a financiar proyectos taurinos y religiosos.
A todo esto hay que añadir otro dolo de incompetencias para Madrid si finalmente tenemos que ir a las urnas. Al disolver la Asamblea y haber gobierno mermado y en funciones, peligra para la Comunidad su participación en los fondos que provendrán de Europa. El Gobierno central debe remitir antes del 30 de abril los proyectos para que sean financiados con los 140.000 millones que llegarán a España desde Bruselas. Y Europa dará luz verde a la financiación de los proyectos dentro del plan de recuperación y resiliencia antes del 30 de junio. Pero durante este tiempo, Madrid estará inmersa en un proceso electoral, con un Gobierno en funciones.
Por otra parte, según ha adelantado la Cadena Ser, los presupuestos regionales que pretendía aprobar el Ejecutivo de Ayuso en las próximas semanas, incluían ayudas por un montante de 600 millones de euros para ayudar a empresas, pymes y autónomos. Además, había partidas destinadas a las políticas activas de empleo y para rescatar a los trabajadores que estuvieran en un ERTE. Todo eso decae por la decisión de la presidenta de llamar a los madrileños de nuevo a las urnas.
Por tanto, ¿a qué estamos jugando en Madrid? Esperemos que las mociones prosperen, la lógica se imponga y esto sea la traca final de una incompetente que ha reinado casi seiscientos días de deriva hacia ninguna parte.