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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

Ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer

Ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer

Institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975, el 8 de marzo ha ido adquiriendo trascendencia, aunque está lejos la equiparación entre mujeres y hombres.


Derechos humanos: la referencia en el Día Internacional de la Mujer

Marzo es un mes para reivindicar nuestra dignidad social e histórica como mujeres, como seres humanos con todos los derechos políticos e individuales que se nos han negado a lo largo de los siglos. La ley los reconoce prácticamente en todos los países, pero cada uno los interpreta conforme a sus intereses económicos, que no siempre coinciden con los de sus ciudadanas. El Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, proclama que: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

Vida laboral de las mujeres

Las mujeres vivimos, de media, más tiempo que los hombres, por lo que el sistema sanitario español y el de la dependencia, donde somos mayoría, deben esforzarse en reunir más recursos para nuestro bienestar y eficiencia. Suponemos el mayor porcentaje de personas desempleadas en este momento de crisis, de miedo a virus y de indecisión ante la contratación de personal, lo que nos ha empobrecido y retrasado en nuestra incorporación al mundo laboral. Destacamos también que la sociedad no se reproduce si las mujeres no quieren, por no ver expectativas de vida digna en su realidad cotidiana. Esto podría remediarse si los estados se replanteasen la conciliación de la vida familiar y laboral, cierta subvención económica a las familias y un incentivo a la creación de empleos fijos. El progreso no es total si faltamos las mujeres en su decisión, es un remedo de progreso. Si nosotras no figuramos en todas partes es falso que la sociedad avance en algún sentido.

Perspectiva de género en un nuevo Ocho de marzo

No se evalúan los proyectos económicos, políticos o educativos según la opinión, el gusto o el uso de las mujeres, como sería lógico y muy productivo, sino según el beneficio económico y gusto de los hombres, que son quienes gobiernan desde siempre, los que marcan la pauta y quienes tienen el poder. Esto no redunda en beneficio de la sociedad. El modelo económico y de razonamiento dominante es el masculino en lenguaje, gustos sexuales, actividad, salud y empleo. Incluso es realmente difícil, al menos en los idiomas derivados del latín, realzar el género femenino, siempre supeditado al masculino. Los gustos sexuales que se anuncian y defienden son los de los hombres, a quienes apenas parecen importarles el placer, necesidad o dignidad del otro sexo, que complementa al suyo.

La actividad masculina profesional es la mejor remunerada, es el paradigma, la más apreciada, la considerada más artística y más heroica. El menosprecio y/o indiferencia de la personalidad y necesidades de las mujeres se palpa al considerar nuestra felicidad o placer como secundarios, y no digamos nuestra palabra, siempre atribuida al cotilleo y a la charla insulsa, considerándose que la inteligencia emocional es banal, e incluso que la inteligencia de los varones es la única y auténtica.

En nuestro descrédito abundan las consideraciones negativas sobre el comportamiento femenino, tildándolo de frívolo, incómodo, cobarde, etc. Si las mujeres mostramos valentía al parir, al cuidar toda la vida a otras personas, en realidad nunca se menciona, porque impera el prejuicio de nuestra dificultad en acabar tareas, en proclamar la guerra, en retar a otras compañeras a cualquier cosa o a liderar. La sociedad no progresa si la mitad de la población está despreciada. Esto es lógico y humano, en realidad es matemático. Si la autoestima de los humanos está por los suelos, los resultados tienden a cero y el desarrollo económico resultante es mínimo, pues está empobrecido por el juicio de inferioridad que se nos ha impuesto a niñas y adultas.

Análisis de las actividades desempeñadas por mujeres y modo en que lo hacen en el Día Internacional de la Mujer

Esencialmente nos ocupamos de la vida familiar, tanto en su intendencia como en su armonía. Nos dedicamos a la asistencia a nuestra pareja, padres e hijos y sus necesidades de alimento, descanso y limpieza nos parecen prioritarias. También nos ocupamos de ganar un sueldo con el que mantenernos, así como de mejorar nuestra formación e incluso de colaborar socialmente de forma gratuita si nos queda algo de tiempo libre. Añadido a todo esto, transmitimos costumbres, pues históricamente somos educadoras de la infancia, en lenguaje, hábitos y opiniones. Contradictoriamente, se nos niega la capacidad de ser artistas o pioneras, pero en realidad se nos encarga la encomiable tarea de transmitir los valores morales de la sociedad. Somos, desde luego, administradoras de los ingresos y gastos familiares. Se nos habrá negado hasta época reciente el estudio de la teoría económica, pero la práctica la llevamos aprobada desde el inicio de los tiempos. Hacemos milagros con los ahorros y con los presupuestos de nuestras viviendas. Somos también agentes del consumo, del reciclado, de la higiene y de las prácticas saludables y sanitarias de la familia.

La mujer en el mundo laboral

El trabajo femenino afronta la brecha salarial entre hombres y mujeres que hoy por hoy en España es de un 23,5%, algo inaceptable, y aumenta a partir de los treinta años por las dificultades de conciliación de vida familiar y laboral. La discriminación se produce sobre todo en las retribuciones indirectas y complementos. El empleo de las mujeres se caracteriza por estar desempeñado por profesionales muy formadas, a veces sobre cualificadas, y también, en otros casos, por la precarización, ya que trabajamos en sectores poco reconocidos, más sociales que tecnológicos. En muchas ocasiones los trabajos son parciales, a comisión y sin sueldo fijo. Por otro lado, nuestro trabajo voluntario en asociaciones y culto religioso es enorme y apenas reconocido. La responsabilidad de solucionar tales desigualdades depende de empresarios/as y políticos/as.

Estereotipo del empleo femenino

Siempre se define el trabajo de las mujeres con características que la costumbre ha moldeado, como son: que se desenvuelve en un ambiente multitarea y ampliamente en la escucha activa y múltiple. No se reconoce la entrega ni la duración diaria del mismo y la empleada suele cargar con la presión social de cumplir por completo con su mejor imagen personal normativa, que le cuesta tiempo y dinero.

El cuidado familiar

La prestación de cuidados no remunerada está considerada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como dimensión fundamental del mundo del trabajo. No existe igualdad entre sexos en atenciones personales en ningún país y el cuidado es nuestra actividad más extendida en los cinco continentes. El número de horas dedicadas a tareas domésticas es abrumador por parte de las mujeres. La atención a los hijos, enfermos y dependientes es la práctica más común para nosotras. Por otra parte, las mujeres no se jubilan del trabajo doméstico nunca, o al menos hasta que las fuerzas les hacen abandonarlo. Su verdadero ocio no llega hasta los 60 años y lo disfrutan en diversas actividades culturales, sin duda por el ansia de independencia, de formación y de incremento de conocimientos o perspectivas.

No se valora con justicia la atención de las mujeres a los enfermos de la casa, al desarrollo físico e intelectual de los menores y a la merma de capacidades en la vejez de los seres queridos. Además nosotras sentamos las bases y principios de la sociedad educando a los hijos, lo que es imprescindible en la supervivencia moral y humana de nuestra especie tal como la conocemos. Las enseñanzas transmitidas son milenarias y muy enraizadas, pero no están remuneradas, ni, tristemente, cotizan a la Seguridad Social. Por todo ello, las mujeres, de jóvenes y de ancianas, siempre somos más pobres que los hombres, porque nos falta salario y pensión si los comparamos con los de los varones.

Cuidadoras: muy presentes en el Día Internacional de la Mujer

Las mujeres cuidan, sin salario, de dependientes familiares en todos los tramos de edad. Profesionalmente en su mayoría son profesoras y sanitarias. En el plano doméstico, en innumerables ocasiones viven solas la maternidad y por ello hay muchas más familias regentadas por mujeres que por hombres. En los cuidados es escasa la formación teórica, pero máxima la dedicación práctica. Si son remunerados, los empleos en el sector están ocupados por mujeres extranjeras mayoritariamente, que asumen contratos precarios, reciben salarios mínimos y son trabajadoras muy vulnerables, sin derecho a paro ni apenas a ocio. Esto es aún especialmente lamentable si consideramos que atienden a nuestros seres más queridos: hijos y padres ancianos.

Somos grandes lectoras las mujeres, y de todo tipo de géneros literarios: novelas, relatos, poesía, prensa digital y redes sociales. Somos también las mejores compradoras de novelas, revistas o poemarios. Hay un alto porcentaje de profesoras en primaria enseñando a leer y fomentando la lectura, y más lectoras que lectores en todas las edades. Existe frecuencia alta de mujeres usando los servicios de las bibliotecas y asistiendo masivamente a espectáculos y actividades culturales. Así que podemos colegir que nuestro nivel intelectual se manifiesta y nutre de forma creciente.

Escritoras

Desde hace años hay gran cantidad de autoras que ganan premios literarios relevantes en español, aun cuando la gran mayoría de editores son hombres y también lo son la mayoría de los miembros de los jurados de los distintos certámenes, lo que da idea de la calidad profesional y la conexión con los lectores y lectoras que tienen las escritoras. No solo ganan premios, sino que es apabullante la cantidad de títulos publicados por mujeres y el número de las mismas que optan a algún galardón, que se inscriben en cursos de escritura y que envían sus manuscritos a editoriales para solicitar la edición. Es también interesante incidir en el elevado número de matrículas de mujeres en las carreras de traducción y filología, lo que tampoco se corresponde con el número de españolas ocupando un cargo en la Real Academia Española.

Científicas

María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS; Margarita Salas, pionera en bioquímica; Elena García Armada, experta en exoesqueleto para niños y Rosa María Menéndez, catedrática de química y directora del CSIC son ejemplos claros del alto nivel de las científicas españolas, aunque aún falta la paridad entre el número de alumnas y alumnos en carreras de ciencias y de ingeniería, así como en el número de cargos directivos ocupados por ellas en las facultades de ciencias y de tecnología. Un estímulo formativo contundente a las adolescentes y niñas en este sentido sería muy necesario.

Actrices y directoras de cine

Candela Peña, Úrsula Corberó, Penélope Cruz o Maribel Verdú como actrices, entre otras muchas; Isabel Coixet, Gracia Querejeta o Icíar Bollaín como directoras de cine son paradigmas de triunfadoras en el mundo del celuloide, que tanto influye en la sociedad, tal vez más que los libros, puesto que decenas de series y de películas se emiten por la televisión y los ordenadores a cada momento y son más rápidas de contemplar que la lectura de un libro.

Mujeres chefs

Las mujeres cocinamos desde siempre, pues en realidad la cocina es el lugar al que nos ha relegado la historia. Preparamos la comida de nuestra familia y llevamos la intendencia de nuestro frigorífico con exactitud y eficiencia, pero solo recientemente algunas mujeres están tocando la gloria de ser consideradas grandes maestras de la cocina, sector donde únicamente reinaban los hombres, que no preparaban las comidas de su familia, pero eran los reyes de la gastronomía por convención. Carme Ruscalleda, la chef con más estrellas Michelin de España y del mundo, Samantha Vallejo-Nágera, presentadora de televisión y empresaria; o Fina Puigdevall, chef con dos estrellas Michelin, son muestras de la importancia que están adquiriendo estas maestras de la cocina, aunque si se me permite la comparación, también tiene mucho mérito preparar tres comidas al día para toda la familia, durante toda la vida, cuando hay que entrar a las ocho de la mañana a trabajar en la fábrica o en la oficina.

Deportistas

Los gimnasios están llenos de mujeres poniéndose en forma. También son muchas las deportistas que corren, hacen kilómetros en bicicleta o siguen desde sus casas, de forma online, las directrices de distintas influencers gimnastas, pero destaquemos a las deportistas de élite que triunfan, como Carolina Marín en bádminton, Lydia Valentín en halterofilia, Garbiñe Muguruza en tenis o Mireia Belmonte en natación, glorias olímpicas que arrastran a cantidad de seguidoras y estimulan a muchas mujeres a practicar deporte, tan necesario para nuestra salud.

Escritoras

Dolores Redondo, María Dueñas, Almudena Grandes, Julia Navarro, Elia Barceló, Irene Vallejo, Reyes Monforte o Megan Maxwell son algunas de las escritoras españolas leídas por multitud de lectores y lectoras en novela histórica, social o romántica. Son las causantes de que sus editoriales disparen sus cifras de ventas y de que todas sus novelas sean bestsellers que se traducen a multitud de idiomas.

Ahora, tú, lector, y tú, lectora, ¿te animas a comentarme cómo haríamos más fácil, al menos en algún sentido, el camino hacia la igualdad entre los sexos?

Te invito a contemplar algunas típicas vidas de mujeres en mi novela Campo de amapolas, publicada por Editorial Amarante.

Con este cuadro descrito, trabajemos sin tregua para mejorar nuestra vida, la de la mitad de la población.

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