La Comisión Europea ha publicado un documento de “orientaciones” que señala las pretensiones de mantener desactivadas las reglas fiscales que imponen límites al déficit y la deuda pública. Esta herramienta se propuso en marzo de 2020 con la llegada de la pandemia para permitir a los países miembros de la Unión Europea el despliegue de todos los medios económicos y el endeudamiento necesarios para hacer frente al coronavirus. Ahora, el vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis, y el comisario económico, Paolo Gentiloni, han defendido la importancia de mantener este mecanismo hasta la llegada de la recuperación económica a tiempos pre-pandémicos. En este sentido, se evaluará el escenario económico comunitario comparándolo con los niveles de finales de 2019 y no se reactivarán las reglas fiscales hasta alcanzarlos, situación que no se prevé hasta el final del 2022. Además, la Comisión también apuesta por la mayor flexibilidad para todos los Estados, por lo que extenderán este mecanismo en todos los países que no alcancen esta recuperación a finales de 2022, escenario muy probable para España e Italia.
La Comisión Europea aboga por mantener desactivadas las reglas fiscales hasta la llegada de la recuperación económica de todos los países en niveles previos a la pandemia. De esta forma se mantendría la cláusula general de escape recogida en Pacto de Estabilidad y Crecimiento que se puso en marcha con el comienzo de la pandemia acabando con los límites al déficit y la deuda pública y las consiguientes sanciones. Las indicaciones sugieren que esta herramienta se desplegaría hasta 2022 para luego desactivarla a partir de 2023, momento en el que se prevé una vuelta a la estabilidad económica.
Bruselas evaluará esta medida en conjunto entre el Consejo Europeo y la Comisión para publicar la decisión final la primera quincena de mayo. Así lo recogen en un documento de “orientaciones” presentado ayer miércoles frente al Gobierno comunitario. En este explican que se ceñirán a “criterios cuantitativos” para evaluar la situación económica en conjunto y compararla con los niveles anteriores a la crisis pandémica, lo que corresponde al periodo de finales de 2019. El objetivo es que todos los Países Miembros alcancen estos niveles antes de reactivar las reglas fiscales, escenario que no se prevé que llegue hasta el final de 2022. En este sentido, Bruselas también proporcionará “todas las flexibilidades” para aquellas naciones que no hayan alcanzado esta recuperación en 2022, con las previsiones de que España e Italia tardarán más en alcanzar el objetivo. Para estas regiones se mantendrían desactivadas las reglas hasta su recuperación probablemente en 2024.
“Se seguirán teniendo en cuenta las situaciones específicas de cada país tras la desactivación de la cláusula. En caso de que un Estado miembro no haya recuperado el nivel de actividad económica anterior a la crisis, se aprovechará toda la flexibilidad prevista en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, especialmente a la hora de proponer orientaciones de política presupuestaria”, recoge el documento.
Esta clausula se propuso en marzo de 2020 para permitir a los Estados el endeudamiento y los gastos masivos necesarios para atacar la pandemia con unas medidas que han llegado a suponer el 8% del PIB europeo, cifra mucho más alta que la de la crisis de 2008. “Nuestra decisión del pasado mes de marzo de activar la cláusula general de salvaguardia supuso un reconocimiento de la gravedad de la crisis actual. También fue una declaración de nuestra determinación de adoptar todas las medidas necesarias para hacer frente a la pandemia y sostener el empleo y las empresas”, explicaba el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. “Para amortiguar este impacto y promover una recuperación resiliente y sostenible, nuestro claro mensaje es que el apoyo presupuestario debe mantenerse tanto tiempo como haga falta”, señalaba a su vez el vicepresidente ejecutivo, Valdis Dombrovskis.
Tanto Dombrovskis como Gentiloni que han liderado la defensa de esta medida están de acuerdo en el momento de “incertidumbre” en el que aun se encuentra el escenario europeo. Aunque se habla de vislumbrar “luz al final del túnel” la situación se mantiene complicada y las grandes apuestas son la flexibilidad y el fondo de recuperación Next Generation EU que los “Estados miembros deben aprovechar al máximo ya que les brinda una oportunidad única de apoyar su economía sin sobrecargar las finanzas públicas. Unas medidas oportunas, temporales y específicas permitirán una vuelta fluida a unos presupuestos sostenibles a medio plazo”, apuntaba Dombrovskis.
Ambos defendían también la importancia de aportar el tiempo que corresponda a cada Estado en su recuperación, separando las políticas europeas sobre esta nueva crisis por completo de las adoptadas tras la burbuja inmobiliaria, que pasaron por estrictas medidas y máxima austeridad. “Al mismo tiempo, las políticas presupuestarias deben diferenciarse en función del ritmo de recuperación de cada país y de su situación presupuestaria subyacente. Es fundamental que, en el momento en que la financiación de Next Generation EU empiece a llegar, los Gobiernos velen por el gasto nacional en inversión se mantenga y refuerce mediante las subvenciones de la UE”, subrayaba Gentiloni.
No solo se ha hablado de la suspensión de estas reglas fiscales, sino también de la reforma de las mismas en unas negociaciones que se suspendieron tras el comienzo de la pandemia. Esta línea es la más defendida por Alemania en su año electoral que se mantiene prudente en su posición sobre el mantenimiento de la cláusula de escape. “Volveremos a este asunto cuando la recuperación coja forma, también teniendo en cuenta las lecciones de la crisis”, declaraba Dombrovskis que niega la posibilidad de “presentar ideas precocinadas” y apuesta por esperar a la reanudación de las negociaciones. En este sentido, Gentiloni se posicionaba el pasado viernes a favor de impulsar cuanto antes estas reformas: “Si queremos ser más ambiciosos, y si no es ahora, ¿cuándo?, no debemos descartar cambios legislativos”. Estas reformas pasarían por una simplificación de las reglas que según señalaba en vicepresidente son “demasiado complejas” y se basan en criterios “no observables” que deberían sustituirse por cambios tangibles.