Un informe del Imserso recoge finalmente y tras un año del comienzo de la pandemia los datos de fallecidos en las residencias de ancianos desde la llegada del coronavirus. Las cifras muestran el abandono que vivieron estos centros con la llegada de la enfermedad año pasado cuando 19.835 personas fallecieron entre el 14 de marzo y el 22 de junio del total de 29.408 ancianos en residencias que han perdido la vida en el año de pandemia. De estos, 9.859 solo presentaban síntomas compatibles a la enfermedad sin llegar si quiera a ser diagnosticados con coronavirus. El resto del año la cifra desciende notablemente hasta los 6.187 fallecidos y vuelve a dispararse en enero con la llegada de la tercera ola tras la campaña de Navidad. Entre el 3 de enero de 2021 y el 21 de febrero se concentran 3.286 fallecidos en residencias, más de la mitad en tan solo mes y medio de los fallecidos alcanzados en los seis meses anteriores. No obstante, las últimas cifras muestran datos esperanzadores con la llegada de la vacuna en febrero, cuando tanto los contagios como los fallecidos caen en picado. Del total de 17.474 contagiados en lo que va de año en residencias, la mayoría se dieron en enero concentrando 14.627 positivos con el pico del 11 al 17 de enero cuando se sumaron 4.502 nuevos contagios y el de muertes la última semana del mismo mes con 719 fallecimientos. En los últimos datos recogidos en febrero los contagios ya descienden a 215 y las muertes a 157. Por su parte, Madrid es la comunidad que más muertes acumula en residencias con el 21% del total. Esta región mantuvo una orden de no traslado de ancianos en residencias a hospitales en la primera ola, donde se concentran 4.000 del total de 6.000 muertes contabilizadas.
Un año después del comienzo de la pandemia el Gobierno ha publicado finalmente un informe que muestra los datos de fallecidos en las residencias españolas. En total, 29.408 personas, la gran mayoría residentes en centros de ancianos, han perdido la vida desde la llegada del coronavirus. La información proporcionada por las Comunidades Autónomas y recogida en un informe del Imserso muestra la letalidad de la primera ola en unas residencias que quedaron abandonadas en la lucha frente al virus, cuando casi 20.000 personas y prácticamente la mitad sin diagnosticar perdieron su vida, muchos sin poder acceder al hospital. Madrid, donde existió una orden de no trasladar a los centros sanitarios a los residentes en geriátricos, es la región con mayor mortalidad con 6.187 fallecidos.
Los datos se recogen desde el pasado 14 de marzo hasta el 21 de febrero de este año y muestran de forma clara los impactos de las tres olas del coronavirus que se han vivido hasta el momento. Desde el 14 de marzo hasta el 22 de junio de 2020 se registran 19.835 fallecimientos, 9.859 solo con síntomas compatibles pero sin confirmar, la cifra más alta registrada tras la llegada del coronavirus en pleno periodo de adaptación donde las residencias fueron olvidadas. Después, las cifras descienden notablemente en lo que resta de año, con 6.305 personas fallecidas, menos de la mitad en un periodo que se extiende por 6 meses hasta diciembre frente a los tres meses anteriores cargados de mortalidad. Esto cierra el año 2020 con una mortalidad del 23,7% solo entre los ancianos que habían sido diagnosticados, por lo que el porcentaje podría crecer si no existiera la falta de datos en los primeros meses de pandemia.
El impacto de la tercera ola se hace palpable con la suma de 3.286 fallecidos en residencias desde el comienzo de enero de 2021 hasta el 21 de febrero. En menos de dos meses se alcanzan la mitad de muertes que sumaron los seis anteriores tras la campaña de Navidad y el golpeo del virus que ha marcado febrero como el mes con más fallecidos desde abril del año pasado. La mayoría de los decesos se concentraron en las tres últimas semanas de enero, sumando 493 la tercera semana, 673 la cuarta y 719 la última, la cifra más alta.
Ahora bien, a partir de la llegada de febrero las cifras en los centros residenciales empiezan a descender en lo que se traduce como la llegada de la vacuna y una estrategia que prioriza a los ancianos residentes en estos centros y a sus trabajadores, así como el endurecimiento de las medidas de restricción. De esta forma, la primera semana de febrero la cifra desciende hasta los 562, del 8 al 14 del mismo mes baja a 348 y los últimos datos recogidos del 15 al 21 de febrero contabilizan 157 fallecidos. El mismo efecto se puede observar en los contagios. Del total de 17.474 contagiados en lo que va de año en residencias, la mayoría se dieron en enero concentrando 14.627 positivos del 4 al 31 de este mes, con el pico en el periodo del 11 al 17 de enero cuando se sumaron 4.502 nuevos contagios. En febrero las cifras empiezan a descender drásticamente, la primera semana a los 1.818, la segunda hasta los 814 y del 15 al 21 a los 215.
Con estos datos la mortalidad en este año se traduce, por el momento, a un 18,7% del total de los ancianos diagnosticados por Covid. El total de la segunda y la tercera ola, 9.782 muertes en residencias que suponen una de cada cuatro de las 38.779 notificadas en ese periodo. Con los datos de la primera ola se llega a la cifra de 29.408 mayores fallecidos de los 86.219 contagios registrados en todo el periodo recogido.
Por comunidades, la peor cifra la mantiene Madrid con 6.187 muertos, seguido de Cataluña con 5.418, Castilla y León con 3.987 y Castilla-La Mancha con 2.803, a falta de que se recojan más datos en siete regiones, entre ellas las primeras tres mencionadas, por carencias que muestra el informe. En la otra cara de la moneda se encuentran comunidades como Canarias, donde el número desciende a 80 fallecidos en total, Baleares con 267 y Cantabria con 285.
Madrid refleja el abandono de las residencias en la primera ola del virus correspondiendo 4.709 del total de 6.000 fallecimientos en el periodo de entre el 14 de marzo y el 22 de junio de 2020. Además, tan solo 1.478 del total de víctimas mortales contaban con una prueba diagnóstica positiva, el resto fallecieron por síntomas compatibles con la enfermedad sin llegar a ser diagnosticados. En esta región apareció una orden de no traslado de los ancianos en geriátricos a los hospitales en el momento en que el sistema sanitario se encontraba colapsado de forma que ahora la localidad acumula el 21% del total de muertes en residencias de todo el país.