Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que “llueve Platero, llueve”. Juan Ramón Jiménez habría sido un excelente hombre del tiempo. Nos avisaría de borrascas, anticiclones, tormentas terrestres o marítimas y demás eventos climatológicos de forma tan poética y didáctica que sería el programa más visto de todas las televisiones, fueran públicas o privadas. Hasta un burro como Platero se enteraría de que ‘Filomena’ no es una funcionaria de la AEMET, sino una peligrosa borrasca que llegaba acompañada de vientos, frío intenso y ventiscas de nieve que complicarían las comunicaciones y la vida a los ciudadanos, máxime a los madrileños, poco acostumbrados a caminar sobre autopistas de hielo..
Y siguiendo el consejo de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, marquesa de Bornos, obligados a coger el pico y la pala para liberar portales y garajes de las barreras de hielo. Con la que cayó, Dios no estaría confinado en el Palacio de Cristal de El Buen Retiro, sino en el búnker municipal de Cibeles.
Con un hombre o mujer del tiempo más platerescos, es posible que hasta una atareada política como la presidenta IDA también se habría enterado de que tocaba mover ficha y tomar alguna decisión que evitara el colapso de la capital de la Comunidad y de España, incomunicada por tierra y aire, que por mar ya sabemos que el Manzanares solo es navegable hasta Madrid Río. Así evitaría el ridículo de alegar ignorancia y culpar a los demás de su ineptitud, máxime porque en esta ocasión no podía pasar a Pedro Sánchez la responsabilidad de los copos de nieve que bloquearon Madrid. Esta vez no ha sido la proverbial tirria que el Gobierno socialcomunista tiene a Madrid y a su presidenta la que ha provocado el colapso.
En esta ocasión, si acaso, debería girar su cabecita de menina callejera hacia el palacio de Cibeles y preguntarle a su alter ego municipal si tenía algo previsto más allá de solicitar el Gordo de Euromillones a ‘sociatas’ y ‘podemitas’ para paliar la catástrofe en que la ineptitud de ambos mandatarios, el municipal y el autonómico, habían convertido a Filomena. Tal vez creyeron que la televisión anunciaba la reposición de Filomena Marturano, la famosa obra de teatro adaptada al cine como ‘Matrimonio a la Italiana’, con Sophia Loren y Marcello Mastroianni. No sería nada extraño teniendo en cuenta que su protectora y espejo donde IDA se mira todos los días confundió al premio Nobel portugués José Saramago con una pintora. Cultura que tenía la entonces ministra del ramo.
Con ser significativo el borrascoso despiste invernal, aún lo es más su irresponsable estrategia durante la pandemia. Irresponsable, cuando no delito por imprudencia, es subir la Tasa por Incidencia Acumulada, (TIA) hasta la frontera de los 620 positivos por 100.000 habitantes para cerrar las Zonas Básicas de Salud cuando más de 200 ya son un peligro para la salud de los ciudadanos. Todo sea por salvar la hostelería en vez de salvar vidas. Por cierto, ¿qué harán los prebostes cuando vean que los establecimientos siguen vacíos porque sus clientes están en el tanatorio? Para la presidenta IDA y su alcalde, se puede renunciar a la Educación pero no al aperitivo acompañado de la cañita.
Y mientras abren, con la puerta entornada, eso sí, tascas, bares y restaurantes, comienzan a colapsar UCIS y hospitales. Si la oposición, con el PP madrileño a la cabeza, quiere derribar la Ley Celaá por atentar contra el derecho de los padres a elegir el colegio para sus hijos, qué decir de la ley sin debate de Santa Isabel de Valdebebas, que impide a los profesionales sanitarios elegir el centro donde quieren trabajar, so pena de enviarlos al paro si no obedecen la dictatorial orden. Todo vale para justificar la cienmillonaria construcción de un hospital a la mayor gloria de su ego y alegar que si la pandemia crece es porque los profesionales sanitarios no quieren trabajar. El mismo argumento que le ha servido, a ella y a los pesebreros responsables del área de Salud, para frenar la vacunación ciudadana y así justificar su recurso a la empresa privada, tótem último de toda su estrategia política.
Y mientras la Comunidad desperdicia una de cada seis dosis de vacunas por carecer de jeringuillas adecuadas, el alcalde contempla atónito la situación: “Jamás pensé que vería Madrid en esta situación” afirma. Si eliminamos el complemento directo la frase es más exacta,”Jamás pensé”, y más acorde con su capacidad política. La consecuencia de no pensar es que, en plena pandemia mortal y con una climatología adversa, lo importante es borrar un mural feminista para contentar al ultraderechista y machista VOX. Una y otro, otra y uno, han convertido Madrid en un sainete lírico en el que ambos son los protagonistas del famoso dúo de ‘La del manojo de rosas’, cuyo libreto los describe a la perfección:
-Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo
-Eso es muy alarmante, eso no lo comprendo
-Cuando tengo una cosa que hacer, no sé lo que hago
-Pues le veo cesante, por zumbón y por vago
Ojalá sea premonitorio y los ciudadanos capitalinos decidan declarar zona catastrófica la Asamblea Vallecana y el Palacio de Cibeles
Remember la Dictadura Iñaki, remember
En mis tiempos universitarios, estertores de la dictadura, años de cárcel, ejecuciones y mordaza, los periodistas que no obedecían las órdenes de los prebostes de la Dictadura, iniciaron un movimiento para convocar una huelga, reclamar la libertad de información y acabar con la censura ideológica y con un periodismo que lejos de informar, formar y entretener mentía, alienaba y aburría a la sociedad.
En la asignatura de Redacción, el profesor de nuestro curso, José Manuel Gironés, planteó el debate de si los periodistas debíamos utilizar el arma de la huelga para defender nuestros derechos, con el riesgo de dejar a la sociedad huérfana de información, o si el derecho de la sociedad a recibir información era prioritario. El elegido para defender la opción de la huelga fue un gran periodista, Joaquín Rábago, -cuanto tiempo sin verte viejo amigo- y a mi me tocó defender el otro punto de vista. Rábago expuso con su habitual brillantez y sólidos argumentos la necesidad de utilizar la huelga para minar el poder de quienes manejaban los medios de comunicación. En mi réplica yo sostuve que seguir el camino de la huelga era dar armas a la dictadura al dejar a la opinión pública sin la información necesaria para dejar al descubierto las mentiras del Régimen. Y puse un ejemplo: En una batalla si un bando deja de utilizar sus armas, el resultado es la derrota y la muerte.
Viene esta historia personal al hilo de la decisión de Iñaki Gabilondo de retirarse a sus cuarteles de invierno. Una decisión respetable y comprensible por cuanto en estos momentos ejercer el periodismo de forma responsable y libre es harto cansado por la polarización de la sociedad. En el momento de enfrentarse al folio en blanco, al micrófono o a la cámara, es tal la impotencia que dan ganas de romper el folio, silenciar el micrófono o apagar la cámara. Pero no lo hacemos para no quedar indefensos ante tanta mentira.
Por esta razón, desde aquí le pido a Iñaki que reconsidere su decisión. Si se van los mejores, si abandona el campo de batalla la vieja guardia que ejerció el periodismo en condiciones aun peores, incluso desde la cárcel, dejamos a la sociedad inerme ante los enemigos de la libertad y de unos líderes políticos que quieren una sociedad de tarugos, como muy bien los definió hace unos días Javier Marías.