< Junio 2023 >

La Protección Civil como prevención de desastres

Madrid quedó completamente colapsada con miles de personas sin poder volver a su casa

La Protección Civil como prevención de desastres

La seguridad de las personas, de los bienes y del medio ambiente, es uno de los pilares fundamentales del estado de derecho. En muchas ocasiones la seguridad se basa en la educación del propio individuo que, con una actitud responsable, puede evitar tragedias como los accidentes de tráfico o los incendios forestales. También la educación es el arma más poderosa de toda sociedad avanzada para conseguir el respeto de unos hacia otros y cambiar las actitudes prepotentes o machistas por comportamientos civilizados. Esta base educacional es la raíz común de problemas aparentemente tan diversos como la seguridad de muchas mujeres o los accidentes de tráfico.

Nieves Sánchez Guitián
Ex directora de la Escuela Nacional de Protección Civil

La protección civil es una de las ideas más antiguas de la humanidad, pues ya en Atapuerca, según Bermúdez de Castro, había abuelas que cuidaban de los nietos, y jugaban un papel muy importante para perpetuar la especie y conseguir mayores tasas de crecimiento demográfico. Sin embargo, muchas personas sólo saben de la existencia de la protección civil porque en las fiestas del pueblo o localidad, ven a unos señores con unos atuendos de colores vivos (naranja y azul) en donde se puede leer "Protección Civil".

La PROTECCIÓN CIVIL es, para entendernos, la gestión de emergencias, pero a mí me gusta más hablar de protección civil porque en realidad transmite un concepto mucho más interesante y profundo. Es SEGURIDAD porque, en primer lugar, parte de la PREVENCIÓN, que es la capacidad de adelantarse a lo que pueda pasar, y sin la cual no podríamos ser evolucionados. Actuar cuando el accidente o catástrofe ya se ha desatado, no es más que ir a salvar lo que se pueda cuando ya no tiene remedio. Construir donde puede haber terremotos sin una norma sismorresistente o con materiales inadecuados; o donde puede haber riadas periódicamente; o donde existen otros riesgos tecnológicos que pueden provocar desastres, sin poner las barreras adecuadas, es, ante todo, hacer una inadecuada política de prevención, la cual culminará necesariamente, tarde o temprano, en catástrofe, como se ha demostrado muchas veces en la historia de la humanidad.

Posteriormente a la prevención, tenemos la PLANIFICACIÓN, como etapa en la que, conociendo y valorando los riesgos existentes, debemos planificarlo todo para que, si ocurre algo, se pueda actuar de la forma en la que se aporte la máxima seguridad a la ciudadanía y a toda la sociedad, con sus estructuras incluidas. En algunos casos, hay redes de alerta que ayudan a anticiparse al posible daño. Es el caso de las nevadas de estos días. Vaya que si había alerta, ¡con una semana de antelación!.

Siguiendo con el ciclo, en caso de que ocurriese alguna desgracia, será la fase de INTERVENCIÓN la que disponga de los medios humanos y materiales para mitigar los daños, con la rehabilitación y reconstrucción posteriores. El 112 que todos conocemos, de competencia autonómica, es principalmente un instrumento para actuar más rápido y mejorar la coordinación durante la intervención. Tener las capacidades adecuadas y previsión de refuerzos en su caso, es también parte de la prevención. Improvisar con voluntariado de última hora no es adecuado.

Las administraciones locales deben también contar con dispositivos de prevención. Para ello, se dotan de personas que no perciben retribución alguna por su trabajo para la comunidad, el gran voluntariado de protección civil, y a los que les debemos tanto. Muchos municipios disponen de su propio sistema de protección civil, creando además redes de personas, que no sólo están ahí para cuando hay un problema, sino que asesoran en prevención, dan charlas en colegios motivando y sembrando responsabilidad en los jóvenes y, además, ayudan a instituciones como albergues sociales, residencias para mayores, hospitales, colegios...a tener unos planes anti-incendios, a hacer simulacros, etc... En definitiva, ayudan a mejorar la seguridad de toda la sociedad.

El valor económico y social del voluntariado de protección civil es inmenso. Se trata de personas que conocen bien su zona y que, por su cercanía, pueden actuar con más rapidez frente a la emergencia. Además, actúan como buenos profesionales en múltiples circunstancias y, lo más importante, ponen su máximo empeño en que haya una mayor cultura de la seguridad dada su proximidad a los ciudadanos.

Sirvan estas líneas para agradecer la magnífica labor de prevención a todos los profesionales y al voluntariado que actúan en el sistema de protección civil que hay en nuestro país. ¡Cuántas veces no ha habido noticia gracias a vuestro trabajo!

Es fundamental que a todos los grupos de actuación se incorporen mujeres, y no solo al voluntariado, sino también cuando los puestos estén retribuidos. Se necesitan bomberas, pues no todo es cuestión de fuerza física, sino de trabajo en equipo y de proximidad a la ciudadanía. En esa faceta preventiva, las mujeres son imprescindibles.

Disponer de la Unidad Militar de Emergencias, con personas muy bien preparadas y dotadas de los medios necesarios, fue una gran aportación del Gobierno de Rodríguez Zapatero, pues hasta entonces el Estado no podía liderar la gran emergencia y la ayuda a las comunidades autónomas era claramente insuficiente. Ahora podemos tener esa tranquilidad, y el Estado reforzará a las demás administraciones cuando sea necesario hacerlo.

La educación para la prevención nos atañe a todas las personas y no nos podemos permitir la pérdida de ninguna vida por imprudencia o desconocimiento del riesgo. Todos en algún momento podemos ser voluntarios, inyectando sensatez o manifestando nuestra convicción en la prudencia y en la madurez como valores a defender en nuestras acciones. Nunca la ciudadanía ha tenido más información, pero a la vez, hace falta más formación y reflexión. Los profesionales de la educación han sido y serán primordiales para ese cambio de cultura.

La pandemia actual nos lleva a una catástrofe global sin precedentes, donde lo que ocurre en África nos afectará aquí, en contagios, y a modo de pateras, abandonando territorios que serán pasto de llamas o traerán pérdidas ambientales muy graves. Lo que consumimos ya tiene efectos en nuestra propia salud y seguridad, no solo el producto final, sino también el cómo se haya fabricado o gestionado. El cambio climático traerá cada vez más nevadas y olas de calor, y también es prevención adelantarnos a sus efectos.

Todo eso es la protección civil. El principio de precaución, el de seguridad humana y el de sostenibilidad son principios éticos que se aplican en la gestión de riesgos, y requieren de una cultura para su debida consideración. Debatir sobre ellos ayuda a entender mejor el propio papel individual en la comunidad y la sociedad gana muchos puntos cuando se educa reflexionando. Imponer dogmas ha sido quizás nuestro mayor error en la historia.
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