Hay que reconocer que los españoles somos únicos para adoptar rápidamente cualquier moda creada por los marquetinianos del mundo anglosajón, que por mucho que ahora China se haya posicionado como una potencia global, los norteamericanos siguen siendo los dueños del imperio cultural y económico fundado sobre la ideología neoliberal. Con tal de que sea una palabra en inglés y que parezca exótica y que nos bombardeen noche y día con publicidad en todos los canales, nos basta para convertirnos en fervorosos seguidores de la nueva religión mayoritaria: el consumo desenfrenado.
Nos da lo mismo con tal de poder gastar nuestro dinero, los que lo tienen, y por desgracia los que no también, para eso se crearon las empresas de créditos inmediatos y las tarjetas revolving. No es que yo sea un comunista irredento, o defensor a ultranza del capitalismo de estado y de las economías planificadas, seguro que alguno lo piensa. No, ideológicamente he ido evolucionando a lo largo de los años y he abandonado ciertos dogmas ideológicos con respecto al modelo económico más eficiente y más equitativo en el cual se deberían optimizar el consumo de forma sostenible de los recursos naturales e intentar maximizar los beneficios generados y su redistribución de forma más justa a toda la población. Vamos, lo de siempre, la búsqueda del interés general y del bien común, el de todos y todas las ciudadanas del mundo.
Actualmente, en vista de la experiencia observada en los diferentes modelos de sociedad que distintas naciones han puesto en práctica en los últimos 50 años, con los diferentes resultados prácticos que ya todos conocemos, he llegado a la conclusión de que en la actualidad el modelo económico menos ineficiente y que ha conseguido maximizar el números de personas que poseen una calidad de vida razonable, es el modelo denominado como “economía mixta de mercado” y seamos serios, tampoco es que sea un modelo socialista.
Para no alargarme demasiado, voy a resumir en unas ideas básicas, el concepto de sistema de economía mixto:
“Una economía mixta es una economía organizada con algunos elementos de libre mercado y algunos elementos socialistas o de intervención estatal, que se encuentra en un continuo en algún lugar entre el capitalismo puro y el socialismo puro. Las economías mixtas generalmente mantienen la propiedad privada y el control de la mayoría de los medios de producción, pero a menudo bajo la regulación gubernamental. Las economías mixtas socializan industrias selectas que se consideran esenciales o que producen bienes públicos. Todas las economías históricas y, sobre el papel, la mayoría de economías modernas conocidas son ejemplos de economías mixtas”
Esa es la teoría, y en la práctica España es un ejemplo paradigmático de lo que ha ocurrido en los últimos 25 años. Lo que nos viene a demostrar que el neoliberalismo a ultranza ha ganado la partida al ideario y pensamiento económico de los socialdemócratas.
La deriva de nuestra sociedad a posiciones más próximas al modelo de libre mercado- puro- en el que “todo vale” y en el que los estados no pueden ni regular ni intervenir en la economía, se puede observar en los incumplimientos de algunos preceptos básicos de la economía mixta de mercado y de la sociedad que buscan la justicia social y el bienestar de toda la ciudadanía.
Uno de los incumplimientos más flagrante que hemos padecido tiene que ver con la privatización de empresas publicas esenciales en sectores estratégicos que producen bienes o servicios públicos o de interés general como pueden ser, por ejemplo, el de la la energía, en el de las telecomunicaciones, en los servicios bancarios, y que decir de las ultimas derivas en cuanto a los sectores de la educación y de la sanidad. Estas privatizaciones solo han creado monopolios, oligopolios y monosopnios en manos de unos pocos propietarios que distorsionan la generación de unos precios competitivos así como un equilibrio eficente en el mercado de trabajo.
Nuestra sociedad actual basa su crecimiento económico exclusivamente en el consumo desenfrenado, solo seguimos la modas inducidas por las grandes corporaciones multinacionales que campan a sus anchas en un entorno muy desregularizado. Muchas, como las empresas tecnológicas, no pagan prácticamente impuestos en los países donde generan la mayoría de sus ingresos, otras, como los monstruos de la distribución y venta online, imponen condiciones laborales muy por debajo de los estándares aceptados en la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea, y que no nos engañen con la excusa de que crean miles de empleos, por cada trabajador que contratan y a los cuales les “impiden” sindicarse o asociarse para defender sus legítimos interés laborales, hacen desaparecer un comercio local, con la pérdida de puestos de trabajo, de cotizaciones a la Seguridad social y de pago de impuestos. Y que decir de lo transformación que están sufriendo nuestras ciudades y pueblos cuando desaparecen los comercios, negocios y pequeñas empresas de proximidad. Se están convirtiendo en meras ciudades dormitorio.
Seamos claros, hay cosas que han venido para quedarse, yo siempre he sido un defensor de los avances tecnológicos, las compras por internet no son negativas, al revés, aportan un plus al intercambio de bienes, lo único que digo es que nuestro consumo tiene que ser responsable.
Siempre he afirmado que la forma más rápida de que nos llegue una compra a casa, es el comprarla en un comercio de nuestro barrio. Entiendo que tendremos que pagar un plus, los pequeños comercios no pueden competir con los gigantes de la venta online, pero hacen que nuestras ciudades se mantengan vivas.
Consumamos, con criterio, entiendo que muchas personas solo pueden buscar los precios bajos a la hora de consumir ya que tienen salarios o rentas muy muy reducidos, pero no siempre tiene que ser así. Prefiero pagar unos pocos euros de más en la tienda de la esquina donde trabajan algunos de mis vecinos y que paga impuestos en beneficio de mi ayuntamiento y de mi comunidad autónoma. Lo que quiero trasladar es que aunque la venta online aporta más diversidad en los bienes a los que podemos acceder y amplía los mercados a los que pueden acceder los pequeños negocios para colocar sus mercancías, compatibilizar las ventas off y online es un valor añadido, no debemos comportarnos como una masa irracional al dictado de los gurús del consumo desenfrenado.
Tenemos que comprar con criterio, movidos por impulsos lo más razonables posibles, no nos dejemos manipular por las grandes multinacionales que se llevan sus plusvalías a diversos paraísos fiscales y que precarizan el empleo de nuestra juventud. Ni BlackFriday, ni “vainadas” por el estilo, en el que nos ponemos a comprar compulsivamente sin pensar. Defendamos el consumo inteligente, busquemos siempre que podamos pagar un precio justo, huyamos de las gangas, os aseguro que no existen, preguntémonos siempre donde va el dinero que pagamos y que se hace con él.
Para construir una sociedad justa, necesitamos también tener la cultura del comercio, del precio y del consumo justo.
Prefiero los sábados blancos en los que paseo por mi ciudad comprando en los comercios de toda la vida, a los Viernes Negros, llamadme loco….