España se ha unido en un intento por frenar las políticas migratorias de Europa a los presidentes Giuseppe Conte, italiano, el griego Kyriakos Mitsotakis y el maltés Robert Abela. Los cuatro han firmado un documento enviado a Bruselas y a Angela Merkel, presidenta semestral de la UE, que muestra una firme oposición al acuerdo que quieren cerrar en unos días que elimina la cuota obligatoria de inmigrantes que los países europeos deben aceptar. Este acuerdo pretende permitir que solo aquellas personas que lleguen al continente con derecho a asilo puedan entrar, algo que los países del sur califican como una “ficción jurídica”. Temen que los territorios se conviertan en centros de retención de migrantes como ya sucede con la isla de Lesbos en Grecia, la isla de Lampedusa en Italia y, recientemente, con Canarias. Establecen que el pacto ignora los derechos de estas personas y que no se pueden asentar en una solidaridad voluntaria por parte del resto de países de la UE que terminará con los europeos del sur soportando toda la carga migratoria. Declaran que “los estados miembros en primera línea no pueden afrontar la presión migratoria sobre toda la UE” y que se necesita una solidaridad “mucho más clara”.
España, Italia, Grecia y Malta han unido fuerzas para presentar una oposición al acuerdo sobre la inmigración que Alemania pretende cerrar en tan solo unos días. El Pacto de Migración y Asilo apoyado por Bruselas renuncia a las cuotas obligatorias del reparto de acogida de refugiados y plantea un nuevo sistema en el que los países presten su solidaridad de manera voluntaria, unas soluciones que los países del sur establecen “no son realistas y no van a funcionar”. En el texto enviado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la canciller alemana que ocupa la presidencia semestral de la UE, Angela Merkel, explican que “los estados miembros en primera línea no pueden afrontar la presión migratoria sobre toda la UE” y que deben garantizar una responsabilidad sobre la crisis que, por cuestiones geográficas, afecta a los países del sur.
La isla de Lesbos en Grecia y la isla de Lampedusa en Italia se han convertido en centros de retención de inmigrantes que buscan asilo y en las últimas semanas esta crisis ha azotado Canarias, convirtiéndose en una prioridad para el Gobierno. El presidente Pedro Sánchez junto a los otros tres, el italiano Giuseppe Conte, el griego Kyriakos Mitsotakis, y el maltés Robert Abela, teme que este nuevo pacto que pretende impulsar la UE provoque como consecuencia inmediata el mantenimiento de estos campos de encarcelamiento en estas islas que, por su posición, son las que reciben la mayor carga de refugiados. En el documento presentado mantienen que las nuevas políticas de Europa no solo serían contraproducentes, sino que ignoran los derechos de las personas que llegan al continente.
El acuerdo europeo pretende agilizar los procesos de expulsión de inmigrantes que no sean considerados como refugiados y permitir la entrada al continente solo a aquellos que lleguen con los papeles en regla o con derecho a asilo, lo que los presidentes del sur califican como una “ficción jurídica”. Pero desde los países del norte se presenta una fuerte oposición en el intento de cerrar el pacto de migración de 2015, altamente incumplido por casi todos los países. Este fue el acuerdo que estableció el sistema de reparto de inmigrantes por cuotas obligatorias que luego fue ignorado por países que se negaban a aceptar a estas personas como Hungría y Polonia y las personas aceptadas por otros países no alcanzaron la cifra establecida.
Los países del sur defienden que se debe mantener la “redistribución obligatoria” como “principal herramienta de solidaridad”. Conte pedía una “solución común”: “Algunos países se sienten al margen, pero los flujos migratorios pueden cambiar y lo hacen”, declaraba.
Precisamente la reciente alianza entre España e Italia por la mejora de relaciones entre ambos gobiernos impulsa este contra acuerdo en una unión que ya ha demostrado ser muy fuerte con la aprobación del acuerdo económico en verano para paliar los efectos de la crisis del coronavirus. Hasta ahora, las relaciones entre ambos países mediterráneos se mantenían tensas con claras discrepancias entre unos presidentes y otros. La salida de Matteo Salvini y su sustitución por Conte ha abierto de nuevo este frente mediterráneo. “Italia y España tenemos la misma visión”, establece Conte, “el acuerdo de Dublín sobre migración hay que cambiarlo. Algunos países tienen una ventaja geográfica y se siente al margen. Pero yo les digo que esto podría cambiar. Un día la emigración puede llegar del Este. Por eso hay que establecer mecanismos de solidaridad”.
“No podemos aceptar que la inmigración no sea resuelta de manera global”, declaraba Sánchez que describe el documento enviado a la Comisión como una propuesta “audaz y valiente” que pretende proteger a todos los migrantes que viajan a través del mar y que pierden la vida en su intento de llegar. Establecen que el sistema que escoge uno por uno a las personas que pueden entrar al continente no funciona y permite que los refugiados se mantengan días, semanas, incluso meses, a la deriva. “La comunicación de la Comisión Europea es insuficiente. La solidaridad tiene que estar mucho más clara”, zanja el presidente español.
De momento, la llegada temprana a un pacto en esta materia se presenta muy difícil por una clara oposición del frente dirigido por Merkel que pretendía cerrar el acuerdo lo antes posible para elevar la negociación al Parlamento Europeo.