La farmacéutica estadounidense Pfizer ha conseguido todo un hito desarrollando una vacuna contra el Covid con un 90% de eficacia. No obstante, ahora mismo el problema deriva en que requiere temperaturas de -70oC para su conservación y transporte. Cifras muy superiores a las que ofrecen los congeladores normales y a las que requieren las vacunas normalmente, entre 2 y 8oC. Por ello, los países que recibirán las dosis tendrán que hacer grandes inversiones en frigoríficos especiales que permitan la conservación del fármaco. La compañía, además, tendrá que hacer un esfuerzo descomunal para transportar las dosis en avión, para lo que ha desarrollado cajas especiales con hielo seco y sensores GPS que informan en todo momento de su temperatura y ubicación. Según adelantaba The Wall Street Journal, la empresa distribuirá 7’6 millones de dosis diariamente a los puntos de destino. Después, será cada país el encargado de su conservación y transporte a los distintos centros médicos, donde la vacuna se podría conservar durante un máximo de 5 días a temperaturas de entre 2 y 8oC.
Hace tan solo cuatro días el mundo entraba en euforia tras conocer la noticia de que la farmacéutica estadounidense, Pfizer, había logrado desarrollar una vacuna efectiva contra el coronavirus en un 90%. Aunque la vacuna desarrollada junto a BioNTech se encuentra aún en Fase 3 de desarrollo y no ha sido aprobada todavía, los países recibían la noticia de forma esperanzada y Europa anunciaba que dispondría de 200 millones de dosis, 20 millones para España. Esta vacuna es todo un hito y utiliza tecnología pionera, lo que proporciona el 90% de eficacia, pero a su vez supondrá un esfuerzo descomunal en su transporte y almacenamiento. La vacuna requiere temperaturas de -70oC para su conservación, reto para el que, ahora mismo, no está preparado ningún país.
El subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el doctor Jarbas Barbosa, anunciaba este miércoles que ningún sistema de salud del mundo está ahora mismo preparado para almacenar una vacuna de estas características. La vacuna solo puede almacenarse durante cinco días en temperaturas de entre 2 y 8oC, la temperatura que suelen requerir otras vacunas, antes de que empiece a degradarse y pierda su efectividad. Estas temperaturas extremas son mucho menores a las que ofrecen los congeladores normales, por lo que su uso requeriría un mayor esfuerzo e inversión. “Ningún sistema de salud en el Caribe, en América del Sur, en los Estados Unidos, en Europa están listos para manejar estas vacunas porque para ello se necesita tener un almacenamiento a -70oC. Si los países van a utilizar esas vacunas tendrán que preparase”, explicaba Barbosa. No obstante, la gran eficacia del fármaco y su fase tan avanzada de desarrollo ha hecho que los países apuesten por este mayor esfuerzo.
La vacuna está formada por una molécula ARN (ácido ribonucleico) compuesta por una cadena de ribonucleótidos, que son los encargados de provocar una respuesta en las células humanas de forma que se produzca una proteína Spike que estimularía la respuesta inmunológica. El problema de estas moléculas es que no se pueden conservar a temperatura ambiente ya que se degradan fácilmente y se suelen conservar en laboratorios médicos a -80oC. Desde Pfizer estudian ahora una combinación distinta de la molécula que permitiera su almacenamiento a temperaturas más altas. La ventaja del ARN es que puede variar según su secuencia, según las moléculas con las que se asocia y según los elementos de conservación con los que se trabaja, por lo que se podría cambiar la formulación consiguiendo resultados como los de la vacuna de Moderna, que utilizan moléculas de ARN pero con una conservación a - 20oC.
De momento, ante estas condiciones de conservación, Pfizer anunciaba que habían creado contenedores térmicos de conservación para poder distribuir la vacuna a lo largo del mundo. “Hemos diseñado contenedores con temperatura controlada que utilizan hielo seco para mantener las condiciones de almacenamiento recomendadas de hasta menos 75 grados durante 10 días”, explicaban desde la farmacéutica. Cada uno de estos contenedores cuentan con sensores térmicos GPS que envían una señal a un centro de control para rastrear su temperatura y su ubicación y que permitiría intervenir en caso de que hubiera algún problema. Cada caja puede guardar entre 195 y 975 viales y son del tamaño de una maleta. Estos contenedores se pueden rellenar con más hielo seco en caso de que sea necesario sirviendo para su conservación durante 15 días.
The Wall Street Journal adelantaba que cada día la compañía enviará 7,6 millones de dosis congeladas en avión desde las ciudades de Kalamazoo en Estados Unidos y Puurs en Bélgica, que es el punto de distribución para los países europeos. Estos dos puntos reciben la molécula ARN para mezclarla con el resto de activos y producir la nanopartícula lipídica. Una vez llegado a su punto de destino, las vacunas tendrán que ser almacenadas en frigoríficos especiales o en tanques de nitrógeno líquido en los que cada país tendrá que invertir si quieren conservar la vacuna. Estas dosis estarán ubicadas en distintos hospitales pero luego tendrán que ser trasladadas a los centros médicos sin romper la cadena de frío donde se tendrán que conservar hasta que se suministren. Esto se podría hacer durante 5 días a la temperatura de entre 2 y 8oC o en las cajas de Pfizer hasta que expire el plazo de 15 días.
Si esto supone un reto para países desarrollados como los europeos, es algo casi imposible ahora mismo para los países más empobrecidos. Las condiciones de transporte son mucho más difíciles y, en muchos de ellos, las temperaturas son mucho más altas. Además, su almacenamiento supone una inversión millonaria. Expertos apuestan por que estos países inviertan en otra de las ocho vacunas que se encuentran en fases avanzadas de desarrollo y que no necesitan estas condiciones para su transporte y mantenimiento.