Siempre pensamos que la humanidad tenía que ir evolucionando y progresando en busca del bien común para todos los habitantes de este nuestro planeta. Cierto que es un proyecto con tintes utópicos, y evidentemente imposible de ponerlo en práctica en la actualidad, pero, como siempre digo se hace camino al andar, y el proyecto de La Unión Europea era un paso adelante hacia ese proyecto de humanidad unida. Creo que queda bastante claro, que las personas que pensamos así partimos de un fuerte sentimiento humanista y socialdemócrata. Siempre pensando en el bien común y en el interés general ampliando estos conceptos hacía ámbitos lo más extensos posibles. Nos sentimos cómodos con nuestras culturas, con nuestros idiomas, con nuestras religiones, con nuestra historia. No renunciamos a nada. Yo, particularmente no tengo ningún reparo en afirmar que me siento irunés, guipuzcoano, vasco, español( y algo francés también), europeo y ciudadano del mundo. Y espero que algún día pueda decir que no importa ni molesta a nadie el orden en el que escriba estas palabras.
La Unión Europea era un logro, un pequeño paso hacía un sentimiento de pertenencia a grupos humanos mucho más extensos: ya nos sentimos europeos, en un futuro, puede que lejano, nos sentiremos también como ciudadanos planetarios. Este proyecto de integración europea es un avance en la buena dirección, pese que, para personas de ideología socialdemócrata como yo, no es la mejor Europa que se podría construir. Esta UE a la que pertenecemos se construyó dando prioridad a la integración monetaria, de los mercados y financiera en vez de construir una Europa en el que los derechos sociales y libertades fueran iguales para todos los ciudadanos europeos. Se priorizó la libertad de movimientos para los capitales antes que para las personas. A mí, particularmente, me hubiera gustado también que se hubiera hecho una armonización fiscal, de rentas salariales y de ayudas públicas para todos los europeos.
No es la Europa que más me hubiera gustado construir, cierto, pero jamás, como ya he mencionado antes, tantos países europeos han podido convivir durante un periodo tan largo sin tener conflictos bélicos y con estabilidad social. Nadie puede negar estos hechos. Para países como España el proyecto europeo, pese a todas las críticas que podamos hacer, por haberse conformado, sobre todo en los últimos años, desde una perspectiva neoliberal, ha traído crecimiento económico, avances sociales y muchos más derechos y libertades de los que disfrutábamos en periodos anteriores. Gracias a la solidaridad de los países más avanzados de la UE, claro que era una solidaridad interesada pero solidaridad al fin y al cabo, España se ha modernizado y los ciudadanos españoles en general hemos mejorado en nuestro nivel de vida.
La unión hace la fuerza, nunca una afirmación tan sencilla se ha hecho tan patente en la realidad. En un mundo globalizado y controlado por superpotencias económicas y militares, tampoco olvidemos este concepto, como lo son actualmente, los Estados Unidos de América, La República Popular China, La Federación de Rusia y en breve periodo de tiempo, países-continentes como la República de la India, nunca se ha hecho tan obvio que los Estados-Nación como los conocemos dentro de la UE han perdido cualquier posibilidad de influir de forma determinante ni en la economía, ni en los equilibrios socio-políticos a nivel global. Ni Francia, Ni Alemania, ni Italia y mucho menos España, podrían tener un peso importante en la toma de decisiones importantes de forma aislada.
Por estas y otras muchas razones, nadie, desde un análisis objetivo puede entender la postura que han tomado los súbitos británicos. Mi opinión es que el Reino Unido solo puede contemplar tres escenarios básicos en un futuro a medio-largo plazo:
Por no alargarme demasiado y reduciendo a conceptos muy simples en mi opinión, o se convierten en una especie de Estado asociado en el Atlántico Norte, semejante a Puerto Rico, de la superpotencia americana, con la pérdida de autonomía y soberanía que eso conllevaría, o se convierten en un país autárquico y volcado en sí mismo, escenario con pocas probabilidades de cumplirse, o, me temo que este es el verdadero objetivo del nacional-populista Boris Johnson, hacer del Reino Unido una “nueva Singapur”, es decir un paraíso fiscal para seguir “pirateando” a los países europeos continentales sin tener que aportar nada al bien común. Este es el escenario más factible a medio plazo. A corto plazo no cambiará nada radicalmente. Los británicos intentaran llegar a acuerdos económicos y comerciales con los Estados Unidos, Europa y China, pero poco a poco irán desregularizando su economía y bajando los tipos impositivos para atraer las inversiones y empresas del viejo continente. Esta futura política hará que su PIB aumente, pero exportará paro y pobreza a Europa. Muchas empresas se deslocalizarían para asentarse en suelo británico. Irlanda ya ha aplicado este tipo de políticas pero al ser un pequeño país sus efectos no han sido tan devastadores.
Al final la “Pérfida Albión” parece ser que tiende a volver por viejos derroteros, no nos olvidemos que el ascenso del antiguo Imperio Británico se empezó a gestar gracias a los famosos “corsarios” y piratas que en nombre de su Graciosa Majestad se hicieron con las riquezas de diversos países europeos. A partir del siglo XVI, y según palabras de John Maynard Keynes, el origen de la inversión extranjera en Inglaterra y de la creación del mayor imperio mercantil y del capitalismo británico, es la utilización de la piratería(los famosos corsarios) como política de Estado.