Donald Trump y Joe Biden se enfrentaron cara a cara por última vez antes de las elecciones la madrugada del viernes. El debate fue sorprendentemente comedido y civilizado tras el bochornoso espectáculo que dejó el encuentro anterior que se basó en continuos ataques de Trump y no dejó lugar a mostrar ninguna visión política. El republicano decidió rectificar en este encuentro ya que las encuestas le posicionan 8’2 puntos por debajo de su contrincante y necesitaba ganar. Aun así y a pesar de esta considerable mejora, aunque el listón no era difícil de superar, el debate quedó bastante igualado. El presidente tuvo la oportunidad de mostrarse como un político normal y Biden demostró que todavía tiene agilidad. Las elecciones se celebrarán el próximo 3 de noviembre y este encuentro parece haber tenido poco efecto en sus posibles resultados.
El último debate entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata, Joe Biden, dejó la madrugada de ayer un escenario sorprendentemente limpio y comedido con el cambio de actitud radical de Trump. A tan solo 12 días de las próximas elecciones del país, el republicano se encuentra 8’2 puntos por debajo de su contrincante, según fuentes de FiveThirtyEight, y tenía que posicionarse por encima Biden, pero todo quedó en un encuentro algo insulso sin un claro ganador. Aun así, este debate aumentó el nivel del anterior, que más pareció una batalla de gallos, y Trump se pudo presentar como un político normal después de las expectativas tan bajas que dejó en el espectáculo anterior.
Ambos políticos intercambiaron sus visiones de forma civilizada sobre los temas que más preocupan a la ciudadanía estadounidense, principalmente el coronavirus y el racismo. La moderadora de la cadena de televisión NBC, Kristen Welker, consiguió mantener el orden, aunque es cierto que tomaron la medida de cerrar los micrófonos de un contrincante mientras el otro hablaba para evitar interrupciones. Aun así, Trump logró colar algunos ataques a Biden y a su familia, concretamente hacia las acusaciones de corrupción contra él y su hijo, Hunter, que no parece que vayan a tener un gran impacto sobre la opinión pública. Sus fuentes son principalmente sensacionalistas, con el New York Post y la web de ultraderecha Breitbart, y el FBI ha confirmado que no existen pruebas contundentes contra ellos.
El debate se dividió en cinco bloques temáticos siendo el principal el del coronavirus, donde Estados Unidos acumula el mayor número de contagios y muertes del mundo, más de 220.000, y los indicadores continúan aumentando. Trump declaraba que el país estaba “doblando la esquina” a la pandemia a pesar de que hoy mismo se han notificado 71.000 nuevos casos y que los ciudadanos están “aprendiendo a vivir con él”. La respuesta de Biden era contundente, “estamos aprendiendo a morir con él”, mientras establecía que él no aludiría las responsabilidades de lidiar con la pandemia.
El problema del racismo también fue un punto clave, concretamente Biden habló de la separación de niños y padres que se hace en la frontera con México y que ha dejado a 545 hijos sin sus padres. El Gobierno de Estados Unidos es incapaz de encontrarlos tras haberlos deportado mientras sus hijos sí se han mantenido dentro del país. La justificación de Trump fue que los niños “están bien cuidados” y que solo el 1% de los inmigrantes se presentan a las citaciones del juzgado para solucionar su situación, la cifra real es superior al 65%. El republicano aprovechó para dejar una de sus joyas al establecer que todos los que se presentan tienen “el más bajo cociente intelectual”. Trump también aprovechó este bloque para compararse con el presidente Abraham Lincoln, que ilegalizó la esclavitud en el país, al hablar de sus políticas para acabar con el racismo sistemático contra la comunidad afroamericana, a pesar de haber negado durante todo este tiempo el problema del supremacismo blanco e, incluso, haberlos alentado.
El presidente tuvo la oportunidad de mostrar su lado más civilizado en un cambio radical de estrategia tras sus más de 200 interrupciones en el primer debate. Aun así, no parece que consiguiera su objetivo de ganar este encuentro que quedó bastante igualado con un Biden solido que probó que todavía mantiene su agilidad mental a pesar de su edad. En los otros bloques de medio ambiente y transición energética los candidatos mostraron posiciones opuestas mientras que la política exterior casi no se tocó.
Aunque se superaron las expectativas, tarea que no era difícil, 47 millones de estadounidenses ya han votado y expertos dudan del efecto que este encuentro puede tener en el resto de los 110 millones de votantes que quedan. Apenas un 5% se mantienen indecisos en su decisión y probablemente acaben votando en blanco. Las estadísticas de momento ponen a Biden por delante y no parece que el debate haya tenido ningún efecto sobre estos resultados, pero estas cifras se repetían en las anteriores elecciones contra Hillary Clinton que acabó perdiendo al no ganar los votos en los estados pendulares. El próximo martes 3 de noviembre se conocerá la decisión que tomen los estadounidenses.