Yo acuso a los neocon y los ultra radicales de haber contaminado la política española y querer llevarnos al abismo. Les acuso de no respetar las normas democráticas, de vejar la Constitución y estirarla a su antojo. Les acuso de no respetar las reglas del juego democrático que todos los españoles nos hemos dado. Les acuso de crispar, de emponzoñar, de obstaculizar y sobre todo, de retorcer y atacar a la verdad y de debilitar el debate democrático y las normas de este país al que tanto le costó salir de las garras del fascismo. Y finalmente, acuso al partido popular, que alguna vez fue partido de Gobierno, de haber abierto las puertas al rencor, a la venganza, a la cripación, al insulto y la falta de debate parlamentario al no aportar ni propuestas ni soluciones. Y todo ello, en un momento en el que la unidad y el apoyo al Gobierno legítimo de la nación pueden evitar mucha enfermedad y muchas muertes.
Siento tener que ser tan negativo, y no me que quiero referir solo al panorama sanitario tan desolador que tenemos delante en nuestra España, la de todos. Mi reflexión va a referirse a todos los acontecimientos pasados, presentes y si no lo impedimos, futuros que pueden ocasionar que la humanidad avance firmemente hacia el abismo, hacia el caos, hacia la negación de los valores que han hecho que nuestra especie evolucione, unida y con el motor de lo colectivo, y haya sobrevivido a cualquier amenaza a lo largo de nuestra historia. Ahora que los populismos neocon y ultra liberales, viven en una realidad paralela, componiendo un relato diabólico que convierte las mentiras en "sus verdades alternativas" yo les acuso de llevarnos al caos, a la crispación, al enfrentamiento, al sálvese quien pueda y al abismo.
Una de las características que nos ha hecho fuertes, como especie, es nuestra capacidad de avanzar juntos hacia objetivos comunes. Esa capacidad de transmitir el conocimiento que cada miembro del grupo obtiene de sus experiencias personales para afrontar mejor los peligros que amenazan a la comunidad. Resumiendo, es la capacidad de anteponer la búsqueda de un bien común para la totalidad del grupo al interés particular de cada uno de nosotros.
Esta búsqueda del bien común es uno de los valores primordiales que siempre han defendido las organizaciones progresistas: partidos de izquierdas, sindicatos de clase, ONGs, asociaciones ciudadanas etc, se contraponen a la dictadura del individualismo egoísta que camuflado dentro de un falso sentido de la libertad, defienden de forma radical en los últimos tiempos los partidos conservadores, neoliberales y de la ultraderecha.
Ciertamente, durante gran parte de del siglo XX y de los primeros años del siglo XXI, ha existido un cierto equilibrio entre estas dos posturas enfrentadas que a la larga, y cuando no degeneraban hacia posiciones extremistas, no impedían nuestra evolución hacia una sociedad más justa.
Pero en los últimos años, una vez que ya hace bastante tiempo las posturas más radicales de las izquierdas se iban reduciendo poco a poco hasta casi su desaparición práctica, el neoliberalismo globalizador avanzaba de forma imparable, camuflándose, a veces incluso debajo de regímenes teóricamente socialistas (véase el régimen de la república China, por ejemplo). Y al calor de esta nueva ideología liberal en lo económico pero profundamente injusta en cuanto a los avances sociales, llevamos decenios viendo aparecer personajes tales como Reagan, Thatcher, Aznar, Le Pen, Rajoy, Salvini, Bolsonaro , Putin o Trump que en mayor o menor medida, utilizan el populismo como arma para convencer a los ciudadanos de las bondades de la ideología neoliberal. Esto no quiere decir que no exista también el populismo de izquierdas, no tengo más que mencionar a personajes como Castro, Maduro, Ortega o Tchipras, entre otros, pero todos sabemos que el tsunami neoliberalizador acaba llevándoselos, a todos estos, por delante.
En este siglo XXI hay una pandemia y no me refiero a la covid19, con esta al final, más pronto que tarde, conseguiremos acabar, me refiero al virus del populismo ultranacionalista que se expande por toda la orbe llevando consigo enfermedades como la pobreza, la injusticia social y la violencia entre las personas.
De hecho en nuestro querido suelo patrio llevan ya años apareciendo, como por generación espontánea, una serie de políticos que por la radicalidad de sus discursos, por sus relatos agresivos y antisistema, y por sus comportamientos desleales con los gobiernos legítimos de izquierdas constituidos en los últimos 3 años, han hecho de un país con mucho potencial económico, con un futuro esperanzador, y con una ciudadanía optimista con respecto al su futuro, un nación triste, asustada y enfrentada.
Políticos como Pablo Casado, Inés Arrimadas, Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martinez- Almeida, Cayetana Alvarez De Toledo, Santiago Abascal, Ortega Smith, Carles Puigdemont, Quim Torra… y la madre de todas las batallas, Jose María Aznar, por citar sólo a los de primera línea, aunque me dejo a muchos en el tintero, solo han aportado crispación a nuestro panorama político, han embarrado el lógico enfrentamiento político entre diferentes, han dividido a la ciudadanía en un momento en el que a causa de la emergencia sanitaria todos deberíamos remar en la misma dirección.
Yo les acuso de no buscar el interés general. Les acuso de mentir descaramente a la ciudadanía sin importarles las consecuencias de sus discursos manipuladores. Les acuso de radicalizar hasta extremos muy peligrosos los enfrentamientos dialecticos entre nuestros representantes en el Congreso. Les acuso de querer utilizar el poder político que se les ha otorgado por la ciudanía, para su propio interés personal, sea por motivos económicos, ultranacionalistas o ambos a la vez. Les acuso de “secuestrar” a algunos organismos públicos e instituciones, de manera antidemocrática para seguir utilizándolos a su antojo. Les acuso, en fin, a todos y cada uno de ellos de buscar el desorden y el caos para intentar derribar por medio no democráticos a nuestro gobierno progresista, el de todas y todos los españoles.
España necesita una regeneración completa de todos los partidos del centro derecha, los de la izquierda ya han cumplido con una regeneración y adaptación a los valores que la ciudadanía desea conseguir en el siglo XXI. Necesitamos líderes en los partidos conservadores y neoliberales como Macron en Francia o Merkel en Alemania, estadistas que aunque en mis antípodas ideológicas también busquen el bien común. el interés general, y no como Putin o Trump, estos últimos nos pueden llevar a toda la humanidad a escenarios internacionales apocalípticos.
Mientras no se efectúe esta regeneración de los neoliberales y ultraliberales y directamente de la ultraderecha, mientras los líderes de la oposición en España sean los Casados / Ayusos/Aznar/M.A. Rodríguez o Abascales /Espinosa /Olana /Monasterio, de turno, nuestra España, se aboca a caer en el abismo del caos socioeconómico que estos vendehumos de la derecha esperan y desean alcanzar con tal de tener argumentos para volver a acceder al poder que tanto añoran para poder seguir lucrándose y defender los intereses espurio de algunos lobbies socioeconómicos a quienes siempre han representado a lo largo de nuestra historia patria.