Tras la instauración del primer Gobierno de coalición de izquierdas de nuestra joven Democracia, y viendo cómo actúa la Oposición de derecha y ultraderecha, me atrevo a afirmar que existe una revolución en marcha para intentar derrocar a este nuestro legítimo Gobierno. De otra manera no se entienden tantas mentiras, trampas, activismo judicial de acoso y derribo, y confrontación para no permitir al Gobierno de Sánchez que pueda luchar eficazmente contra una pandemia que asola el mundo. En Europa, la oposición se ha concienciado y ayuda a sus Gobiernos, aquí no. Aquí la oposición confronta, bloquea, trampea y crispa, con tal de que todo salga mal. Pero como dice la OMS, no ir unidos genera muchas muertes.
Haciendo un poco de análisis retrospectivo, este Gobierno se conformó, tras meses de bloqueo, a principios de este año, y sólo un mes después, ya tuvo que empezar a lidiar con esta terrible pandemia mundial que ya lleva varios millones de muertos, y 35 millones de contagiados en todo el mundo, en menos de un año. El Gobierno de coalición se formó de la forma más democrática, legítima y respetuosa con nuestro ordenamiento jurídico, como no podía ser de otra manera. Además, el bloqueo de PP, Vox y Ciudadanos, no dejaron más remedio al Psoe que buscar el socio en Unidas Podemos.En todos los países de Europa, los Gobiernos legítimos de la nación, cuentan con el apoyo, crítico pero leal, de la oposición. En España no. El líder del Partido Popular, y no hablemos de Vox, van a la contra en todo, crispando y echando los muertos a las espaldas del Presidente de la nación, impidiendo incluso duras restricciones en las grandes ciudades, como Madrid, cuando Alemania cierra los bares sin problemas Stuttgart, Francfort, Bremen, Colonia. Francia, perimetral París y los bares echan el cierre. Y en Reino Unido ya hay ciudades cerradas como Edimburgo o Glasgow.
Algunos dirigentes de la oposición como el señor Casado, Ayuso, Abascal y sus cohortes de mercenarios son la primera línea de este ejército revolucionario que quiere volver hacerse con el poder político a cualquier precio, puesto que el poder mediático, el económico y me temo, que al menos en algunos estamentos, el poder judicial ya los controlan.
Esta revolución en realidad se parece más a una contra revolución. Después de que durante quince años, Aznar y posteriormente Rajoy, gobernaran para las élites y empobrecieran a la mayoría de los españoles, después de una auto regeneración necesaria con un giro hacia posiciones ideológicamente más coherentes con el ideario socialdemócrata de un partido histórico como es el PSOE, tras varios intentos de bloqueo institucional por parte de los poderes más reaccionarios, los españoles se dotaron de un gobierno del pueblo y para el pueblo. Un gobierno responsable y democrático que tiene como objetivo velar por conseguir el bien común.
Por otro lado, las derechas españolas, que siguen arrastrando muchos tics franquistas y autoritarios, siempre han utilizado cualquier crisis, sea económica o sanitaria, como la actual pandemia, para derrocar por cualquier medio a los gobiernos de España en los que no están representados, siempre fieles al lema de “cuanto peor mejor”. O como bien expresó el ministro Cristóbal Montoro, “que se hunda España, que la llegaremos nosotros a rescatarla”
Y estos preámbulos contemporáneos de las últimas décadas, son los que explican, los motores que mueven a personajes como Isabel Díaz Ayuso, Enrique Ruiz Escudero, José Luis Martínez Almeida, apoyados todos en Pablo Casado, a tomar medidas contradictorias e incoherentes entre sí y que ponen en peligro la vida de los madrileños y del resto de españoles. Estos necios y botarates tiene mucho peligro, su necedad mezclada con una palmaria falta de escrúpulos y de valores éticos, les hace mucho más peligrosos que unos simples idiotas. De qué manera podrá explicar la presidenta Ayuso que tras llegarse, en Madrid, a multiplicar por diez los ratios que la OMS considera situación crítica, la propia Ayuso haya comprometido hacer un millón de PCR en las zonas de mayor infección, para inmediatamente dejar de hacer test -solo ha realizado 5.000 desde el 12 de septiembre -presumen los alcaldes de las nueve grandes localidades madrileñas, que con la intención de falsear datos y hacer aparecer como que bajan los contagios-. Los mismos alcaldes, se temen que ahora que, con el Estado de Alarma, la responsabilidad recae en el Ministerio de Sanidad, es probable que Ayuso se ponga como loca a hacer las otras 995.000 pruebas PCR, para hacer creer que su política de mini-confinamientos por áreas y zonas pobres, era más eficaz que la del Gobierno central de confinar toda la capital, y un total de casi cinco millones de personas. ¿Pero de verdad, alguien cree que se puede negociar algo, acordar algo, con una persona así?
Me apena aunque no me sorprende, ver como una experimentada política como la antigua ministra de Sanidad y ex Presidenta del Congreso Ana Pastor se ha unido al coro de botarates que han hecho del panorama político español un barrizal. La guerra sucia contra Pedro Sánchez y su gobierno continúa y toma fuerza en la medidas en que la pandemia y la crisis sanitaria se agrava más. Cuando mas se necesita de su apoyo y su unidad, más se aferran a poner trampas y a destrozar cualquier medida destinada a salvar la pandemia y las vidas humanas. Todo vale con tal de menospreciar y difamar al Gobierno elegido por el pueblo. La revolución de los necios tiene como enemigo al Gobierno legítimo de España, y las víctimas inocentes de esta contrarrevolución son los ciudadanos y ciudadanas de Madrid y del resto de España. Son víctimas colaterales que la estulticia política de las derechas españolas consideran asumibles con tal de retomar otra vez el poder político que las urnas no les han dado.
Pero estos bufones del Reino que aspiran a gobernar han despreciado la determinación de nuestro Presidente y de sus ministros por preservar la vida de todos los españoles, ricos o pobres, de izquierdas o de derechas, es lo normal cuando se busca el bien común y se gobierna para todos, aunque usted no lo entienda señora Ayuso. ¿Cuantos madrileños más tendrán que entrar en las UCI y morir, para que sus empresas sigan facturando a la Sanidad que esquilmó y privatizó su partido durante los últimos 25 años de gobierno en la Comunidad de Madrid?.