La vacuna en desarrollo rusa ya ha comenzado a venderse al público general y los efectos secundarios presentado en los ensayos no son graves, aunque han afectado a un 14% de los 300 vacunados.
Esta vacuna, desarrollada por el instituto Gamaleya junto con el Ministerio de Defensa ruso, está basada en la vacuna contra la gripe común, que fue desarrollada por científicos rusos durante más de 20 años, y que ha servido como base para otras vacunas como la del ébola. La vacuna, llamada Sputnik daría inmunidad frente al coronavirus a su portador durante dos años, y se administraría en dos dosis.
Los efectos secundarios registrados en los ensayos comprenden dolores musculares menores, quejas menores de debilidad y fiebre ocasional, de acuerdo a Mijail Murashko, ministro de Sanidad ruso. El mismo afirma que estas complicaciones “están incluidas en las instrucciones de la vacuna”, y podían ser previsibles. La publicación científica The Lancet concedió que la vacuna no producía “efectos adversos severos”.
Asimismo, múltiples organizaciones y países han mostrado su interés en esta vacuna, aunque temen que su oferta al público antes de haber completado las fases de prueba finales pueda suponer un serio problema. En las fases que se han llevado a cabo hasta ahora, se ha mostrado la eficacia de la vacuna en pacientes de entre 18 y 60 años, durante los 42 días que han durado los ensayos.
El director del Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI), Kiril Dimitriev, anunció que más de 20 países han solicitado 1.000 millones de dosis de la vacuna, y que en 5 de estos países se produciría dicha vacuna, pudiendo obtener hasta 500 millones de dosis al año.
A nivel global, el coronavirus sigue avanzando, y se han registrado más de 23,6 millones de casos, y 868.000 muertes, de acuerdo a los datos proporcionados con el Instituto John Hopkins.