En las últimas 24 horas, embarcaciones de pesca marroquíes y efectivos de la Marina Real han informado del fallecimiento de al menos 50 personas que viajaban en dos pateras con destino a las Islas Canarias. En la última semana se han hundido tres embarcaciones en las que han fallecido más de 80 migrantes, unos datos que alertan de la dramática situación sobre la que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados está trabajando y para la que aseguran están intensificando los esfuerzos.
La primera patera se ha encontrado a unos 20 kilómetros al suroeste de Djla, en el Sahara. Diez migrantes fueron rescatados con vida y las autoridades marroquíes continúan movilizadas para intentar rescatar a eventuales supervivientes. Helena Maleno, defensora de derechos humanos y portavoz de la ONG Caminando Fronteras, ha subrayado en su cuenta de Twitter que el número de fallecidos asciende a 27 personas, pero advierte de que hay un número desconocido de desaparecidos, lo cual podría aumentar el número de muertes.
El segundo hundimiento se ha localizado cerca de la costa de Nuadibú, en Mauritania. Hasta el momento se han contabilizado 40 fallecidos y solo se ha rescatado a un superviviente. Según ha informado EFE, la embarcación sufrió una avería y estuvo varios días a la deriva antes de ser localizada. El superviviente, procedente de Gambia, se encuentra actualmente hospitalizado y asegura que la patera partió desde Marruecos.
La pandemia por coronavirus no ha frenado el intento de miles de migrantes de llegar a Europa a través de las islas Canarias o cruzando el mar Mediterráneo. Un viaje incierto y peligroso en el que cada año pierden la vida miles de personas que no logran llegar a su destino. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó de que a lo largo de 2019, 1.283 migrantes perdieron la vida en su intento de cruzar el Mediterráneo.
La ruta más mortífera es la denominada ruta central, que une las costas de Libia con las playas italianas. Sin embargo, en los últimos meses, Túnez ha registrado un aumento repentino del número de embarcaciones que salen de sus playas con intención de llegar hasta Italia. El Gobierno italiano ha informado de que de las 11.919 llegadas desde inicio de 2020, 5.237 provenían de Túnez.
Desde la península itálica se considera que el país magrebí es “seguro”, lo que impide a sus ciudadanos solicitar el asilo, lo cual ha impulsado las deportaciones aceleradas. Entre el 20 y el 26 de julio llegaron a las costas italianas más de 2.000 personas, lo cual hizo saltar todas las alarmas. El ministerio de Exteriores, Luigi Di Maio, advirtió de que Italia recortará 6,5 millones de euros de los fondos de ayuda a Túnez si el país no muestra “un compromiso real” en la prevención de los flujos migratorios irregulares.
Desde el pañis magrebí han respondido rápidamente. El presidente de Túnez, Kais Said, declaró que “el Estado tunecino no tolera los traficantes de seres humanos, ni los organizadores de travesías marítimas ilegales. Perpetran crímenes que el Estado no puede tolerar”.