Comparando el comportamiento de ciertos líderes políticos españoles de la derecha con el de los científicos, gobernantes socialistas, y la ciudadanía en general, durante el periodo del Estado de Alarma, podemos extraer que esta pandemia nos va a dejar héroes y villanos. Y además, unas cuantas conclusiones a medida que España avanza hacia la llamada “nueva normalidad”. La enfermedad nos cogió desprevenidos a todos. Esto es un hecho. Aunque muchos epidemiólogos llevaban avisando hace tiempo de que las pandemias aparecen periódicamente, al igual que los terremotos, o las erupciones volcánicas, las inundaciones, que cada cierto tiempo devastan amplios territorios de muchos países, nadie, ni los dirigentes políticos de ningún país, ni los ciudadanos, y menos aún los sistemas sanitarios, estábamos preparados para lo que nos llegó. Salvo quizá, ciertos políticos de la derecha española que ahora, fieles a su instinto trilero y tramposo, se permiten, a toro pasado, hacer previsiones a posteriori cuando ellos fueron los primeros que no le dieron importancia alguna en la primera semana de marzo.
El Covid19 nos pilló a todos con el pie cambiado. Italia y España, por ser los mayores receptores de turismo europeo, resultaron heridos de lleno por la llegada brutal del virus. Italia respondió tan solo unos días antes que España, ordenó el confinamiento, el 9 de marzo, con pero con un número de contagiados mucho mayor, 9.172 contagiados y 463 fallecidos. Mientras que en España, Sánchez anunció el confinamiento el 11 de marzo, cuando en ese momento había en España, 4.231 positivos, la mitad que en Italia, y 120 muertos, la tercera parte que en Italia. Tras su aprobación en el Consejo de Ministros y en el Congreso, se publicó en el BOE el 14 de marzo en España. Francia y Bélgica decretaron confinamiento más tarde, el 16 de marzo, en ese momento en Francia se contabilizaban 6.633 positivos y 148 muertes (más que en España) y Reino Unido, decretó el confinamiento el 24 de marzo, con 6.650 contagiados y 335 muertes. Es decir, España fue el que más se anticipo en nuestro entorno, y el único cuyo Gobierno no ha contado con el apoyo de la oposición sino más bien al contrario. Desde el minuto cero, la oposición de Vox y PP se dedicaron a criticar al Gobierno y a culparle permanentemente de los muertos y heridos. Como si ellos hubieran sido los que inocularan el virus en el país.
Lo cierto es que, lo que empezó pareciendo una lejana epidemia, como el SARS, del 2008, o el Ébola, resultó ser un virus de extraño y de vertiginoso contagio, que mataba gentes sin parar por todo el planeta pero esta vez, sobre todo cebándose en Europa y los Estados Unidos, así como en sudamérica. Lo que obligó a los gobernantes de las democracias occidentales a adoptar dos tipos de actuación que en su día, en otro artículo, resumí como elegir entre la bolsa o la vida.
Los gobiernos más liberales y ultraliberales, ideológicamente hablando, antepusieron y dieron prioridad a la economía antes que a la salud de los ciudadanos. Pensaron, como siempre sostuve, equivocadamente, que el confinar a las personas y restringir su movilidad tendrían unas consecuencias mucho más negativas para la economía y para el equilibrio social de sus respectivos países, que el intentar llegar a una inmunidad de grupo permitiendo que el virus siguiera infectando a las personas. Los ejemplos más evidentes han sido los pésimos resultados tanto a nivel de preservar la vida de los ciudadanos como de el de evitar un crisis económica, que han tenido países Estados Unidos, Brasil e incluso Reino Unido. Otros líderes políticos con más sensibilidad hacia los derechos sociales y a la preservación de la salud de sus votantes prefirieron tomar medidas muchos más restrictivas para frenar, ante todo, la infección. Aquí podríamos incluir a los gobiernos de España, de Francia o de Italia, Alemania, Bélgica. Yendo España por delante de todo el planeta en elegir las medidas de confinamiento más estrictas y a la vez las que mejores resultados han arrojado.
De todas formas, tanto una como la otra forma de actuación no evitaron que se generara la crisis económica más importante desde los años 20 del siglo anterior, con la diferencia que los políticos que priorizaron la bolsa, propiciaron el aumento de los fallecidos por la enfermedad al contrario que los que eligieron priorizar la salud ciudadana lo que ha evitado, objetivamente, muchas muertes. En este segundo capítulo se integran España, Italia, Francia, Bélgica, Holanda y países bajos, Portugal, Alemania, etc.
Otra conclusión que podemos sacar, es que salvo las excepciones, con el comportamiento desleal y antidemocrático de los partidos de la oposición española como PP y Vox, en el resto de los países los partidos no gobernantes han apoyado en la gestión de la pandemia a sus respectivos gobiernos. En esto, como en otras muchas cosas España es “diferente”. Mientras el poder Ejecutivo se dedicaba en cuerpo y alma en intentar preservar la salud de los españoles, la oposición de los señores Casado y Abascal, solo buscaban, y aún siguen buscando, hacer caer al Gobierno sin pararse a pensar ni por un momento en las consecuencias para la ciudadanía. La derecha española, nunca ha sido leal y sigue intentando llegar al poder a cualquier precio. Está anomalía democrática genera división y enfrentamientos entre los ciudadanos haciendo que se agudicen aún más las consecuencias de la crisis.
Mientras las derechas españolas no se modernicen, mientras los nostálgicos del antiguo régimen sigan influyendo en los poderes fácticos, en los medios de comunicación y en las instituciones del Estado, España no será nunca una verdadera democracia.
Al contrario que esta clase política de derecha y ultraderecha, el pueblo de a pie, en general, ha dado un ejemplo de responsabilidad al cumplir una serie de normas que limitaban uno de los derechos fundamentales de nuestra democracia, especialmente el de la asociación y la movilidad, obligándonos a un confinamiento o encierro en nuestras casas absolutamente estricto. En este caso, los y las españolas hemos dado un ejemplo de cómo sobrevivir a una situación crítica inesperada. No ha sido nada fácil, renunciar a vernos con nuestros seres queridos, incluso a ver fallecer a abuelos, padres, madres, familiares, sin podernos despedir de ellos. El español y la española, han respondido de forma absolutamente ejemplar. Me siento orgulloso de mis conciudadanos.
Eso sí, no conviene olvidarnos de que mientras unos tejían una red social de solidaridad y protección para minimizar los efectos de las crisis económica implantando ciertas medias como la moratoria hipotecaria, moratoria en el pago de suministros básicos (agua, luz y gas) a colectivos vulnerables, bono social, prórroga automática hasta septiembre del bono social a los hogares beneficiarios, atención a personas mayores y dependientes, flexibilización del gasto de los municipios, flexibilización de la regla de gasto para que los ayuntamientos puedan usar su superávit si lo invierten en partidas de atención social tales como a atención a la dependencia, servicios sociales y todo tipo de problemas de índole social asociados a la crisis del coronavirus, autorización de ERTEs, cobro del paro en caso de ERTE, prórroga de la prestación por desempleo, impulso al teletrabajo, ayudas al cuidado familiar etc hasta llegar a la creación del Ingreso Mínimo Vital que ya nos sitúa a la altura de los países más socialmente avanzados, otros dedicaban, y dedican, todo su tiempo a desestabilizar al Gobierno. Estos últimos, es decir la derecha, han sido muy creativos creando bulos, generando ruido mediático, acusando falsamente a algunos médicos, profesionales y políticos, con el único fin de recuperar el poder, de volver a su cortijo, a ese chiringuito que los “patriotas” de boquilla y pulsera llaman la “verdadera España” esa que los franquistas aún siguen definiendo como Una, Grande y Libre.
Y para concluir, si después de lo que juntos hemos soportado cuarenta y siete millones de españolas y españoles, después de más de veintisiete mil muertos en cuestión de semanas y cientos de miles de contagiados, miles de enfermos recuperados en UCI, que se han quedado con fuertes secuelas, casi doscientos mil facultativos y sanitarios que se han dejado la piel, la vida, en turnos interminables, apartados de sus familiares, agotados, enfermos y diezmados para salvar nuestras vidas, si después de esto, y de lo que aún nos queda por batallar para salir de la crisis económica, sigue extiendo un nutrido grupo de ciudadanos que cacerola en mano votan, eso sí, libremente, a esta derecha insolidaria, agresiva, nostálgica de tiempos pasados, que crispa y destruye en lugar de unir y reconstruir lo que quede tras el paso de esta devastadora pandemia, es que no habremos aprendido nada. Pero verdaderamente con el tiempo, el paso de esta crisis nos habrá dejado claro los que actuaron como héroes y los que actuaron como villanos.