Los hay que no descansan. Les da igual la estación del año, la hora del día y hasta que haya pandemia mundial. Ellos, puteros y proxenetas, solo piensan en dos cosas. Los primeros en sus deseos carnales y los segundos en sus bolsillos. Perfecta combinación la de este tándem patriarcal. Y mientras van a los suyo, al semen monetario y a empalmarse porque “ellos lo valen”, aquellas a las que el destino les dio las cartas de la pobreza, aguantan, sufren y lloran lo que no está escrito. Erradicar la prostitución necesita tu apoyo.
Encerradas en prostíbulos, pisos, polígonos o rotondas (estar en plena calle también es estar confinadas por los prostituyentes) tienen que tragar saliva para aguantar las babas, manos y penetraciones varias, de los que en tiempos de confinamiento siguen dando rienda suelta a su miembro viril. Y es que a ellas el coronavirus las expone aún más a la miseria de la vida. Siguen siendo explotadas sexualmente con el plus maldito de ser contagiadas por quienes las violan previo pago.
Y es que los proxenetas para seguir sacando tajada han cambiado su marketing explotador y las han movido, e incluso escondido de dónde la sociedad, por más que mire a otro lado, sabe dónde están. Tal y como señala APRAMP la reconocida asociación que trabaja para ayudar a las mujeres a salir de la trata y la explotación sexual, “el 80% de los pisos siguen en activo, un 15% han cerrado y un 5% se ha activado”.
Pero no solo eso. Por si la violencia extrema que ya de por si sufren fuera poca, ahora están subiendo los niveles contra ellas porque sus explotadores han visto mermada su vomitiva fuente de ingresos. Con la pandemia las reconvierten en mercancía de desecho (sí, aún más desecho), las tratan como meros trastos y ellas, tiritando de miedo, ni siquiera comunican que tienen síntomas por las consecuencias que les conllevarían.
Presas del pavor a ser detenidas no salen a la calle a pedir ayuda porque creen que sin papeles serán detenidas por la policía (lo que podría suponerles un decreto de expulsión o una multa, que vendría a aumentar la deuda que ya tienen con el proxeneta) o no serán atendidas por el sistema sanitario por el estigma con el que cargan.
En otras ocasiones, tal y como expresa Rocío Mora Nieto, directora de APRAMP, permanecen en los clubs o pisos “sin medidas de aislamiento" y con el consiguiente riesgo de contagio, otras son expulsadas por sus caseros de las habitaciones que tenían arrendadas, y a ello se suma la falta de alimentos y de productos básicos de higiene (compresas, pasta de dientes…). Muchas de ellas están en situación administrativa irregular y no tienen acceso al sistema público de salud por lo que, ante una situación como la actual, no conocen sus derechos en caso de enfermar (unido a la dificultad con el lenguaje que tienen muchas de ellas)”.
A sabiendas de la falta de escrúpulos de los prostituyentes, la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres ha reaccionado como siempre ha hecho, estando al lado de estas mujeres invisibles. Por eso ha lanzado un crowfunding abolicionista que pretende recaudar 5000 euros. “La crisis del coronavirus ha evidenciado una vez más la situación de extrema vulnerabilidad social y económica de las mujeres en situación de prostitución.
Hasta que logremos acabar con el máximo exponente de la violencia hacia las mujeres, la prostitución, necesitamos dar una respuesta inmediata a las mujeres que están atrapadas en las redes del proxenetismo. Los proxenetas no pierden. Sin embargo, son las mujeres las que aumentan sus deudas con ellos, mientras que sobreviven sin disponer de lo más básico”, explican.
Mientras las organizaciones ponen todas sus fuerzas en ayudar a las olvidadas de las olvidas y las abolicionistas seguimos luchando para que el cuerpo de cualquier mujer o niña deje de ser considerado un lugar de trabajo y clamando al Ministerio de Igualdad una ley a la altura de nuestras hermanas, los puteros y proxenetas la seguirán gozando ahora y después de la pandemia.
Entonces no solo habrá montones de mujeres de tercera clase ya desechas, sino que llegarán otras tantas que ante la falta de trabajo acabarán prostituidas. Y ante eso, no hay otro camino que el de la abolición de la prostitución. Y que sea ya. Lo contrario es más barbarie.
*Periodista, conferenciante, organizadora de eventos y formadora en comunicación con perspectiva de género.
Autora de Mujeres de Frente y Hombres por la Igualdad (Editorial LoQueNoExiste); Comunicar en Igualdad (ICI)