Portugal, ese pequeño país que siempre ha estado ahí. Son nuestros vecinos, comparten la misma tierra que nosotros, buena parte de la gastronomía y dos lenguas romances entendibles entre sí. Sin embargo, cuando pensamos en Europa, solemos pensar en nuestros vecinos del norte e ignoramos a quien tenemos a nuestra izquierda. No obstante, es en este momento de crisis cuando aparecen los verdaderos aliados. El primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, ha alzado la voz en Europa para defender a España del desprecio de otro socio, Holanda.
*Un artículo de Alberto Monje Gama (@alberto_monje)
“Este discurso es repugnante en el marco de la Unión Europea. Esta es la expresión: re-pug-nan-te”. Así definía António Costa la intervención del ministro de finanzas holandés, Wopke Hoekstra, en la que culpaba a España e Italia de no haber ahorrado lo suficiente en tiempos de bonanza para ahora luchar contra el virus. “Tenemos que comprender todos que no fue España la que trajo el virus, el virus nos afecta a todos por igual”, explicaba Costa.
Lo que evidencian las palabras del premier portugués no es tanto ya una (nueva) falta de respeto desde el norte a los países del sur, sino un desconocimiento absoluto del valor europeo de la solidaridad. Países del norte como Alemania y Holanda no piensan como europeos, no miran a todos los miembros del club comunitario por igual; ven a europeos de primera y europeos de segunda, europeos ricos y europeos endeudados. En definitiva, europeos buenos y europeos malos. Lo que piden países como Italia, España, Portugal o Francia no es más que una aplicación de los sagrados valores europeos en esta crisis: creer que todos juntos y sólo juntos podemos salir de esta epidemia, que podemos compartir responsabilidades, gastos, deudas y, por lo tanto, compartir esperanza. Desde la crisis de 2008 se intentó inculcar que la razón de ser de la Unión Europea es la austeridad y el control de cuentas. Pero la verdadera razón de ser de la Unión no es más que lo que manifestó António Costa el jueves: “Y si no nos respetamos los unos a los otros, y no comprendemos que ante un problema común, tenemos que dar una respuesta común, es que no hemos entendido lo que es la Unión Europea. Si algún país de la Unión Europea cree que se resuelve el problema dejando el virus suelto en otro país, está muy engañado”.
La Unión nació para que fuera el continente europeo en su conjunto el que por medio de la paz y el diálogo viviera con estabilidad y defendiera el Estado social y democrático de derecho.
La Unión nació para que fuera el continente europeo en su conjunto el que por medio de la paz y el diálogo viviera con estabilidad y defendiera el Estado social y democrático de derecho. Ahora, con declaraciones como las del ministro holandés, lo que hacen algunos Estados miembros es lanzar sus prejuicios a la cabeza de otros europeos y acabar con el tan necesario diálogo. Los discursos euroescépticos, que tanto quitan el sueño a las élites de Bruselas, tienen el caldo de cultivo perfecto con palabras como las del holandés. Pero que nadie engañe a nadie: no es más europeo el que más ahorra o el que mejor lleva las cuentas, es más europeo el que más ayuda y se abre a los demás.
Ahora y durante las crisis de los últimos 12 años, Holanda se ha mostrado como adalid de la responsabilidad en el continente. No ha sido la primera vez que uno de sus dirigentes ataca sin pudor a los Estados del sur. En 2017, el entonces Presidente del Eurogrupo, el socialdemócrata Jeroen Dijsselbloem, acusó a los países del sur de “gastarse todo el dinero en copas y mujeres y luego pedir ayuda”. Pero, ¿es Holanda el país que mejor y más solidariamente participa en la Unión Europea? Países Bajos ha sido y sigue siendo uno de los países de la Unión donde más dumping fiscal se produce, es decir, regulación desleal de los impuestos que lleva a la evasión fiscal de las grandes corporaciones como Apple o Google. Holanda siempre ha sido muy reticente a homogeneizar las normas fiscales europeas, con un claro perjuicio de países con sistemas tributarios más igualitarios, casualmente, los países del sur. El valor europeo de la solidaridad quizá no es compartido por Holanda.
Ahora y durante las crisis de los últimos 12 años, Holanda se ha mostrado como adalid de la responsabilidad en el continente. No ha sido la primera vez que uno de sus dirigentes ataca sin pudor a los Estados del sur.
La Unión Europea se sume otra vez en una crisis de legitimidad. Después de la debacle financiera de 2008 y la de refugiados de 2016, se enfrenta a un nuevo desafío global para el que parece no tener respuesta. Si de verdad los Estados creen que se hallan en una unión política útil, lo que tienen que hacer es dejar de mirarse el ombligo y actuar a una. La Unión Europea hasta ahora ha sido una desunión irregular de Estados independientes. La respuesta a esto, aunque parezca paradójico, debe ser más Europa. Es por eso que necesitamos más voces como la de António Costa, que de manera abierta y sin tapujos, denuncien los abusos de los países del norte, que actúan más como bullies que como socios. Necesitamos más voces que pongan sobre la mesa los valores universales que nos unen y nos hacen fuertes y que de verdad luchen por conseguirlos. Necesitamos líderes que consigan que nadie de lecciones ni a Italia, ni a Portugal, ni a España. Si la intransigencia de unos los deja solos, estos países acabarán saliendo adelante, sí, pero en una Europa tocada de muerte. La respuesta: más António Costa, más mirar a nuestro oeste y, por favor, más Europa.
*Un artículo de Alberto Monje Gama (@alberto_monje)