La ciudad que nunca duerme es, ahora mismo, el epicentro del coronavirus en Estados Unidos, y amenaza con convertirse en la región con más contagios del mundo. En mitad de la crisis, han estallado las discrepancias políticas entre la administración estatal y la federal, ante la inacción de Donald Trump a la hora de tomar medidas para contener la pandemia.
Habitualmente se suele considerar a Nueva York como la capital del mundo o, como mínimo, del mundo occidental. Dentro de nuestro imaginario colectivo se encuentran los rascacielos como el Empire State o el edificio Chrysler, las largas calles y sus tiendas de la Quinta Avenida o Central Park, ese pulmón natural en medio del caos de la ciudad. Lo hemos visto miles de veces en las películas de Hollywood, lo hemos escuchado en cientos de canciones y nos lo hemos imaginado a través de numerosos libros. Pero si había algo que representara a Nueva York, eso eran las Torres Gemelas. Dos inmensos edificios que se alzaban por encima del resto de los rascacielos que pueblan el skyline neoyorquino. Hasta que, aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, dos aviones impactaron contra ellas. Hundieron sus cimientos y, con ellos, los de una buena parte de la sociedad estadounidense. Hoy, el Coronavirus amenaza con producir una conmoción similar en la ciudad.
A principios de marzo se detectaba el primer caso. Hoy, tan solo tres semanas después, el estado de Nueva York acumula la mitad de los contagiados de todo el país y hasta un cinco por ciento de los contagios a nivel global. La escalada es muy rápida y los datos son terribles: de quienes se someten a las pruebas, hasta un 25 por ciento da positivo. De los 20.875 positivos diagnosticados hasta el momento, 2.635 se encuentran hospitalizados. Dentro de estos últimos, un 24 por ciento se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos, es decir, 621 pacientes. Los fallecidos se cifran en 157. Si Nueva York fuera un país, ya sería el séptimo en número de contagios.
Enfrentamientos políticos en plena crisis
Entre medias de la crisis sanitaria, que pronto derivará en humanitaria, se hacen patentes las tensiones políticas. Bill de Blasio, Alcalde de la ciudad de Nueva York desde 2013, y Andrew Cuomo, Gobernador del Estado de Nueva York desde ese mismo año, no han ocultado nunca sus discrepancias políticas. Sin embargo, ahora han unido fuerzas para criticar a la administración central, dada su inacción y falta de respuestas. El primero manda un mensaje muy claro contra el Gobierno Federal: “No lo puedo decir de manera más clara: si el presidente no se decide a actuar habrá muertes que se hubieran podido evitar”. El segundo, pide directamente a Trump que aplique políticas de guerra y nacionalice la industria, a lo cual el mandatario se ha negado.
Donald Trump venía aplicando en las últimas fechas una política de apaciguamiento de las voces críticas, a las que tachaba de alarmistas. Mientras el coronavirus se expandía por China y, posteriormente, por Europa, el presidente se vanagloriaba de tener el virus controlado en su país. Consecuentemente, no aplicó ninguna medida en pos de aumentar el distanciamiento social cuya importancia tanto se han empeñado en destacar los expertos. Ahora, el problema le ha estallado en la cara. En el día de ayer, Estados Unidos fue el país que más nuevos contagios registró, con casi diez mil -9.456-, superando incluso las cifras de España e Italia. El acumulado se cifra ya en 43.022 contagiados.
Una situación crítica ante un país poco preparado
Estas cifras preocupan, más si cabe, teniendo en cuenta que la estructura de salud pública del país dista mucho del modelo de estado del bienestar que tanto calado tiene en Europa o el total control público que dictamina el régimen chino. Volviendo a Nueva York, el estado posee una cantidad de camas hospitalarias que se cifra en 50.000, para una población que roza ls 20 millones de ciudadanos. Esto da una media de 2,5 camas hospitalarias por cada 10.000 habitantes. Y a ello se le suma un importante déficit en material sanitario, especialmente mascarillas y respiradores.
Ante la ya ineludible gravedad del asunto, Donald Trump se vio obligado a declarar el Estado de Alarma Nacional. Cuomo decretó el pasado miércoles el confinamiento de Nueva York, el cual se hizo efectivo a partir del domingo a la medianoche. Ahora podemos ver imágenes de Times Square, siempre abarrotada de gente, vacía, acompañada únicamente por las imágenes que reflejan sus decenas de pantallas publicitarias. De Blasco afirma que: “A escala doméstica esta va a ser la mayor crisis que hemos tenido desde la Gran Depresión”. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, se prepara para un letargo cuyo periodo de tiempo se antoja incierto.