El cierre de las aulas en 13 países para contener la propagación de COVID-19 está afectando a la educación de 290.5 millones de estudiantes en el mundo, una cifra sin precedentes, según la UNESCO.
"Estamos trabajando con los países para asegurar la continuidad del aprendizaje para todos, especialmente los niños y jóvenes desfavorecidos que tienden a ser los más afectados por el cierre de escuelas", ha declarado Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO.
En italia, la suspensión de clases se prolongará hasta el 15 de marzo. "La decisión no ha sido fácil", ha explicado la ministra de Educación, mientras el Gobierno estudia ayudas a familias para contratar canguros o permisos pagados a los progenitores trabajadores.
En estos momentos, un total de 24 países en tres continentes diferentes han anunciado cierres de escuelas, ya sean totales o parciales. Los últimos en anunciar este tipo de medidas han sido Grecia e India.
De acuerdo con la UNESCO, un total de 13 países han cerrado escuelas en todo el país: Armenia, Azerbaiyán, Bahrein, China, Corea del Norte, Irán, Irak, Italia, Japón, Kuwait, Líbano, Mongolia y Emiratos Árabes Unidos.
"Si bien los cierres temporales de escuelas por motivos de salud y otras crisis no son nuevos, desafortunadamente, la escala global y la velocidad de la interrupción educativa actual no tienen precedentes y, si se prolonga, podrían amenazar el derecho a la educación" ha advertido Azoulay.
La Organización de Naciones Unidas convocará una reunión de emergencia de ministros de educación el 10 de marzo para compartir respuestas y estrategias para mantener la continuidad del aprendizaje y garantizar la inclusión y la equidad.
Además, la organización apoya la implementación de programas de educación a distancia a gran escala y recomienda aplicaciones y plataformas educativas abiertas que las escuelas y los maestros pueden utilizar para llegar a los alumnos de forma remota.
“Cuando las escuelas cierran, el rendimiento educativo sufre. La interrupción de la escolarización también conduce a otras pérdidas más difíciles de medir, incluidos los inconvenientes para las familias y la disminución de la productividad económica a medida que los padres luchan por equilibrar las obligaciones laborales con el cuidado infantil”, señala la agencia.
Los cierres también agravan las desigualdades educativas: las familias económicamente favorecidas tienden a tener niveles más altos de educación y más recursos para llenar las brechas de aprendizaje y proporcionar actividades de enriquecimiento a los niños que no pueden asistir a la escuela.
La UNESCO está trabajando urgentemente para responder a COVID-19, una importante crisis de salud que ahora afecta a todo el planeta. La organización continuará monitoreando el tamaño, la escala y la extensión geográfica de los cierres de escuelas, y está lista para apoyar a los países a medida que adopten medidas inclusivas apropiadas.