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Si España, y su Presidente, quiere liderar la lucha contra la dictadura venezolana, no le queda otra que reconocer la victoria de la oposición. Y liderar la postura en la Unión Europea. El dictador Maduro oculta sus actas pues no son ciertas.

El miedo, arma de la derecha contra el Gobierno

El miedo, arma de la derecha contra el Gobierno

Son las 18:23 del día 23 de febrero de 1981. El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero entra en el hemiciclo del Congreso acompañado por doscientos guardias civiles con el subfusil reglamentario montado. Su grito, “quieto todo el mundo”, paraliza la elección de Leopoldo Calvo Sotelo como sustituto de Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno. Era la segunda votación tras no lograr la mayoría absoluta en la primera, el día 19. Finalmente fue investido el 25 de febrero con el voto de 186 diputados.


Hasta aquí el recuerdo de los hechos históricos, fríos y desnudos. Detrás existe toda una sórdida historia de lucha de poder y, sobre todo, una conspiración de la España franquista apoyada en un sector del Ejército que aspiraba a recuperar el poder que había detentado durante la dictadura. Finalmente, no logró su objetivo, pero si mantuvo al país en una incertidumbre democrática que aprovechó ETA para sembrar el desconcierto y el terror. De alguna manera, ETA y la facción franquista del Ejército se necesitaban para sobrevivir. Y no es menos cierto que una poderosa parte de la sociedad, con su actitud pasiva e incluso cómplice, favoreció la asonada del 23-F

Si damos un salto en el tiempo y nos situamos en 2020 las similitudes sociales son evidentes. Las condiciones en que fue elegido Pedro Sánchez, también en segunda votación, son similares a la operación de acoso y derribo que sufrió Adolfo Suárez, no solo por parte de los militares, que también de los poderes fácticos. Si la legalización del Partido Comunista fue una bofetada política para los militares, la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno lo ha sido para quienes ocupan ahora el lugar de los militares, los oscuros y anónimos mercados que nadie sabe a quien representan. O sí. Y al igual que Suárez, Sánchez sufre la presión dentro de su propio partido de algunos miembros significados y con poder autonómico y de quienes todavía aspiran a controlar desde fuera las decisiones del actual Secreario General del PSOE. Nostalgia de poder. Los jarrones chinos se resisten a ser guardados en el trastero de Moncloa. Y al igual que en 1981, el independentismo, en este caso el catalán, está jugando un papel importante en la zozobra democrática que impide al Gobierno, con su presidente a la cabeza, tomar aquellas decisiones que el pueblo necesita.

Sánchez sufre la presión dentro de su propio partido de algunos miembros significados y con poder autonómico y de quienes todavía aspiran a controlar desde fuera las decisiones del actual Secreario General del PSOE

El tercer elemento, o el sexto, quien sabe, que está rompiendo la normalidad democrática que necesitan los españoles es el de una oposición variopinta y con discursos oportunistas escritos según necesidades. El aliento pútrido de la secta de extrema derecha en la nuca de Pablo Casado y, ahora, también de Inés Arrimadas, esta llevando al PP a sustituir el Parlamento, donde están en minoría, por los Juzgados de Guardia donde todo depende de quien les toque. El uso del Tercer Poder, con el apoyo de las trompetas del Cuarto, está desplazando el eje democrático desde el amplio Hemiciclo hacia las oscuras estancias judiciales. Si a ello añadimos un nuevo elemento, ya no sé por cual voy, el violento cerco que desde los ayuntamientos y municipios gobernados por la derecha extrema, en coalición con la secta de VOX, la conclusión es que nos movemos dentro de un basurero que, como el de Zaldíbar, está en riesgo de deslizamiento y el sistema democrático de ser aplastado.

Cierto que no habrá una nueva sanjurjada, asonada o tejerazo pistola en mano, pero sí lo que en 1981 se conoció como “golpe blando” del general Alfonso Armada, similar al que llevó al poder en Francia al general Charles De Gaulle en 1958. La idea era mantener el nombre, Monarquía y Estado Democrático, pero no la esencia. Forma para ocultar el fondo. Esta maniobra es la que intenta hoy, 23 de febrero de 2020, la derecha con la llamada operación perros y collares. Una maniobra que está en el primer estadio, meter el miedo en las entrañas de la sociedad. Miedo a fumar, a beber, a la coyunda, sea hetero, homo o bi, al matrimonio, al aborto, a Dios, llámese Jehová o Alá, a las células madre, a los hijos, al aborto, a los médicos, a los padres, a los profesores, a los alumnos, a la reforma laboral, a los jubilados, sean pre o post, al paro, al trabajo, a los inmigrantes, al vecino de al lado, al de enfrente, al de arriba y al de abajo, a los saharahuis, a los africanos, a los chinos, a los pobres, al frío y al calor, a la lluvia, a la sequía, al fuego, al viento, al mar, a los perros, a los gatos... Dócil ante el poder e inerme ante los depredadores, ningún pueblo ha sobrevivido al miedo.

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