El día 1 de junio del pasado año, pocos días después de las elecciones municipales y autonómicas de finales de mayo, analizaba en este periódico los resultados electorales del 28-M y hacía una dura crítica a la situación de la Federación Socialista Madrileña y a la elección de los candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad, Pepu Hernández y Ángel Gabilondo, incapaces de obtener unos resultados que impidieran la llegada de VOX a las instituciones madrileñas y así crear un tripartito con PP y Ciudadanos. El análisis no cayó muy bien entre la cúpula del socialismo madrileño. Criticar de forma abierta a Gabilondo y al amigo baloncestista de Pedro Sánchez era un tabú. Apoyados en este silencio, Martínez Almeyda y Díaz Ayuso, dos marionetas que carecen de personalidad para convertir la política en un arte al servicio de los ciudadanos, se han crecido ante la parálisis de los dos líderes, es un decir, del socialismo madrileño.
Nueve meses después, Pedro Sánchez parece que le ha visto las orejas al lobo y comienza a menear a los socialistas madrileños para que salgan del estado de shock en que viven desde el 28-M. Se ha dado cuenta de que controlar el ayuntamiento capitalino y la comunidad madrileña da un plus a una oposición que sin ellos languidecería. Pero, sobre todo, y eso es lo más grave, han sacado al oso de su caverna y ahora quien dirige al Partido Popular es de nuevo el verdadero líder de la extrema derecha española, José María Aznar, el que no permitía que Santiago Abascal le llamara cobardica de derechas. En estos momentos de guerra abierta para ver quien se apodera de la figura del Rey y de la Constitución, quien maneja los hilos del guiñol es un político que, en este mismo mes de 1979, y cuando la recién parida Carta Magna necesitaba más apoyo, la despreció y llamó traidores a los llamados Padres de la Constitución, calificando el Estado de las Autonomías como una charlotada intolerable.
Este político, con una trayectoria intachable como cínico miembro de la ultraderecha más sectaria, inició su carrera política en la Comunidad de Castilla y León pidiendo la dimisión del entonces presidente de la Junta, el socialista Demetrio Madrid, imputado por la falsa denuncia de unas trabajadoras incluidas en un ERE de la fábrica que había sido creada por su familia. Era el año de 1986. Demetrio Madrid fue absuelto posteriormente sin que Aznar le pidiera nunca perdón. Como tampoco lo pidió a los españoles tras las mentiras con que metió a España en el vertedero de la Historia y lo que es más sangrante, sigue sin pedir perdón a las víctimas del atentado yihadista del 11-M.
Detrás de esta trayectoria de falso hombre de Estado existe otro nefasto personaje, Miguel Ángel Rodríguez, el gurú que le soplaba al oído todas las mentiras que debía decir para lograr el poder a cualquier precio. El conocido como MAR, tras años de ostracismo sobreviviendo en tertulias en las que puso de manifiesto su complicidad con José María Aznar, fue capaz de llamar nazi al doctor Luis Montes a pesar de que ya había sido absuelto por la Audiencia Provincial de Madrid. Fue condenado y sus cuentas embargadas por negarse a pagar la multa y la indemnización correspondiente al doctor Montes. En mayo de 2013 fue detenido por conducir con una tasa cuatro veces superior a la permitida y tras arrollar a varios coches y a un peatón. Tampoco ha pedido perdón nunca por su conducta.
Esta es la realidad de la España actual, más parecida a la orwelliana de 1984 o al mundo feliz de Husley por mor de un sector ideológico en el que Pablo Casado actúa como testaferro de su valedor político y el alcalde de Madrid y la presidenta de la Comunidad son líderes de paja movidos al son que les sopla al oído el que fuera portavoz y secretario de Comunicación de José María Aznar. En torno a estos tres personajes ha montado Aznar una oposición en la sombra para hacer frente al Gobierno de coalición de izquierdas, cuyo presidente se ha dado cuenta demasiado tarde del error, qué inmenso error, que había cometido dejando la oposición en la capital del Reino en manos de dos políticos impotentes para desarticular la estructura de poder urdida desde FAES y basada en la mentira y el recurso a los juzgados, siempre al margen de los Parlamentos de representación popular.
Basta con analizar las normas que legislan los Gobiernos autonómicos dominados por la secta ultraderechista VOX y apoyados por los desconcertados políticos de Ciudadanos, para darse cuenta de qué objetivos busca la mal llamada oposición. En esa línea de mentira e hipocresía hay que situar las repetidas y necias falsedades de la presidenta Isabel Díaz Ayuso y del alcalde José Luis Martínez Almeyda, cuyos insultos a quienes critican la cesión del edificio La Ingobernable, para que Ruiz Gallardón construya un museo judío no tiene desperdicio: “quienes critican el proyecto tratan de desviar sus críticas hacia otras razones para esconder su antisemitismo. Hay colectivos, fundamentalmente de izquierdas, que han hecho del antisemitismo quizás una de sus razones de ser”. Sorprende que el señor alcalde no se haya enterado todavía de que el holocausto judío fue perpetrado por un señor con bigote llamado Adolf Hitler, creador de una corriente ideológica conocida como nazismo y cuyos seguidores responden al nombre de nazis. Y esa corriente está cercana a la ultraderecha con la que gobierna en el Ayuntamiento y nunca a la izquierda, ideología que los nazis consideran el enemigo a destruir. La música de viento del llamado MAR comienza a abrirse camino en el cerebro de los guiñoles de Aznar.