Les duele la patria, tanto, tanto, que gritan "¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Guardia Civil!…" tan fuerte como si se les fuera la vida en ello. Se dan golpes de pecho y todo lo que haga falta porque su bandera, esa que llevan en pulseritas o en los tirantes y cinturones que sujetan sus pantalones y faldas, es lo más grande. Los y las más patriotas roban millones a espuertas, se los llevan a paraísos fiscales, son cum laude en cajas B o en chiringuitos edificados con planos que firman arquitectas sin serlo y aun así se muestran españoles y mucho españoles. / @NuriaCSopena
¡La bandera que defienden es tela tan magna, que envuelven con ella la Plaza de Colón y todo lo que haga falta. Es su modo de mostrar a ver quién la tiene más grande. Los y las más patriotas roban millones a espuertas, se los llevan a paraísos fiscales, son cum laude en cajas b o en chiringuitos edificados con planos que firman arquitectas sin serlo y aun así se muestran españoles y mucho españoles.
Los he visto y padecido en primera persona. Uno incluso, de apellido de abolengo se jactaba de decir lo que valía su empresa y sus horas como presidente, cuando solo tenía el mérito de haberla heredado de su padre. Él con esa actitud de superioridad que daban ganas de vomitar nos explicaba a la pobre plantilla a la que le hacía el favor de darle trabajo, cómo llevar billetes de 500 euros doblados en el cinturón para pasar la frontera en Suiza. Él tan español como su mujer están investigados por blanqueo de capitales. Él que llevaba a una de sus hijas a visitar el tren como si de un parque de atracciones se tratase para explicarle que ahí viajaba la chusma.
Estos patriotas, son señoritos y señoritas que han heredado casi todo sin haber sudado ni un segundo una gota de nada, transpiran ríos de pavor porque en el Hemiciclo huele a democracia. Pero la de verdad. La que se hace con el pueblo y para el pueblo.
Los señoritos y señoritas que han heredado el todo sin haber sudado ni un segundo una gota de nada, transpiran ríos de pavor porque en el Hemiciclo huele a democracia. Pero la de verdad. La que se hace con el pueblo y para el pueblo.
¡Vergüenza dicen los que son dirigentes con másteres de chicha y nabo regalados en universidades de pago!
¡Vergüenza dicen para quienes el saber ocupa lugar solo con chequera por delante!
¡Vergüenza exclaman quienes montan pollos y son capaces sin educación ninguna de decir que sin carrera no hay vida que valga!
¡Vergüenza gritan los fascistas engominados que mienten más que hablan y tienen el odio tatuado en la mirada!
El batallón de plañideros y lloronas se indigna con la democracia que no es cortijo. A su paso esputan rencor, odio y amenazas.
Toda esa horda de patriotas que se encoleriza por lo constitucional y se hace dueña de las víctimas del terrorismo es la misma a la que se le cae su misma bandera cuando se trata de defender la democracia y la igualdad.
Porque ser patriota, pero de verdad, es dar cobijo a todas las mujeres y sus criaturas que sufren violencia de género en lugar de querer borrar el terrorismo machista a golpe de risa como el chiste de martes y trece de “mi marido me pega”.
Porque ser patriota, pero de verdad, es dar cobijo a todas las mujeres y sus criaturas que sufren violencia de género en lugar de querer borrar el terrorismo machista a golpe de risa como el chiste de martes y trece de “mi marido me pega”.
Ser patriota es ponerse en la piel de una menor violada en lugar de llamarla “arpía” o “puta” y salir a manifestarse en apoyo de sus violadores.
Ser patriota, señora aristócrata, es saber que solo “sí es sí”.
Ser patriota es hacer que un país sea ejemplo internacional por abanderar la lucha contra la violencia machista y haber logrado reducir de 70 a 50 las mujeres asesinadas por machismo al año. Es impulsar una Ley que ha permitido salvar vidas: la de las dos millones de mujeres que han interpuesto una denuncia, las 477.000 órdenes de protección interpuestas, las 870.000 llamadas al 016 y las 30.000 féminas con protección policial.
Ser patriota es acoger a menores que no han tenido ni un abrazo y que duermen hacinados en centros de internamiento en lugar de señalarlos como apestados.
Ser patriota es no querer ser el tercer país del país del mundo en puteros y por ello querer el abolicionismo de la prostitución que viene de la mano de la trata.
Ser patriota es no tolerar los vientres de alquiler ni permitir las lágrimas de cocodrilo de quienes explotan a otras mujeres para comprarles su criatura como el que se compra un coche de lujo.
Ser patriota es desear un país en el que las siglas LGTBI no den asco ni vergüenza.
Ser patriota es vaciar un país de colegios de niños y niñas segregados y llenarlo de coeducación.
Ser patriota es sacar de los confesionarios a los pedófilos y maltratadores que se escudan en ellos y quitar la religión no solo de las notas sino de los tejemanejes del poder.
Ser patriota es pagar el IBI como todo mortal en lugar de llenarse los bolsillos de las sotanas y vivir en áticos de lujo.
Ser patriota es abrir esa que llaman casa del Señor(o) a quienes desde hace semanas son tan pobres que solo poseen el frío de la noche que les tirita el alma.
Ser patriota es acoger a menores que no han tenido ni un abrazo y que duermen hacinados en centros de internamiento en lugar de señalarlos como apestados.
Ser patriota es alejarse de cavernas clasistas, racistas y machistas.
Porque la patria, la de verdad, es la que cobija a todas y todas en igualdad. Y en esa, hasta ellos y ellas caben, pero cuanto más lejos mejor.