El feroz capitalismo se esconde tras la ofensiva mundial contra las sociedades que pretenden ser justas e inclusivas. Junto con nuestro vecino Portugal y su líder Antonio Costa, España se anunció con Pedro Sánchez, como el bastión de resistencia al avance europeo de la ultraderecha y la recuperación de la socialdemocracia. Pero no estaban dispuestos a permitirlo, la conjura de los necios funcionó como un reloj suizo repitiendo elecciones en las que el auge de la extrema derecha y del odio iba ganando adeptos. El odio es un gran motor que une mucho. Odio al activismo ecologista y la protección del Planeta. Y sobre todo odio a las mujeres. Ha nacido una contraréplica al auge de las mujeres y la reivindicación de sus derechos. Un rebrote del odio hacia nosotras, una contestación rabiosa con más agresiones sexuales en manada y solitarias y una violencia machista más brutal.
Hoy, este recalcitrante bloqueo al gobierno socialista ganador de las elecciones, trata de desmantelar los sistemas igualitarios de protección de mujeres, de sanidad, educación, tolerancia e inclusión entre diferentes. Su objetivo claro es volver al salvaje oeste del matonismo y de las clases ricas muy ricas que pueden adquirir mano de obra, muy barata, entre las clases pobres muy pobres. Cuanto más pobres mejor. Esta es la ultraderecha que han comprado los conservadores que irónicamente se quieren llamar a si mismos “centristas” y que hoy ya gobiernan las vidas de millones de españoles en grandes comunidades autónomas.
Vivimos en una década en la que nuestros hijos ya no sólo no pueden vivir mejor que nosotros, ni siquiera un poco peor. Gracias a las reformas laborales de Rajoy, un altísimo porcentaje de jóvenes ni siquiera puede vivir fuera de casa de sus padres y su futuro es cada día más incierto. Se da la circunstancia de que muchos hogares se ven obligados a albergar tres generaciones. Con la paga del abuelo, que por cierto fueron los socialistas quienes universalizaron y reincentivaron en sus sucesivos mandatos, tienen que dar de comer a los nietos, cuyos padres están en paro. De qué quiere presumir la derecha, cuando abraza y alberga las tesis filofascistas del pasado, por ejemplo el gobierno de Madrid, que dice que es la región más rica de España. ¿Ser rico es tener una tasa de pobreza de más del veinte por ciento y casi un millón y medio de pobres que no pueden mantener a sus hijos?. Ser rico para ellos es, incluso, tener millones de trabajadores en precario que no llegan a final de mes. Como clama el incansable Gabilondo, no podemos llamarnos políticos, y mucho menos socialistas, "si no somos capaces de repartir con justicia la riqueza y el progreso de una Comunidad".
Gabilondo:“No se puede presumir de ser una Comunidad rica sin sentir la vergüenza y el dolor de que casi doscientos mil niños -y sus familias- viven en situación de pobreza”.
En España, tras la crisis y las reformas laborales a las que llaman, entre otras cosas “milagro español”, Aznar y Rajoy, tenemos un saldo de más de doce millones de pobres, según la Red Europea de la Lucha contra la Pobreza (EAPN). Eso sí, tras el largo año de bloqueo, las tropas simpatizantes de la derecha española seguirán premiando -previo blanqueo de la caverna mediática- el abrazo a Vox y dejando formar, con sus votos, gobiernos insensibles a la igualdad y a la justicia redistributiva. Seguirán yendo esta Nochebuena a la misa del Gallo y dando limosna para los pobres o repartiendo caridad en los rastrillos de la alta sociedad. Una hipocresía a la que secularmente los medios conservadores españoles ponen lacito navideño y cantan el villancico de paz y amor. Dan ganas de vomitar.
De qué sirve la Democracia, de qué sirven las urnas, si después tenemos unos líderes políticos mezquinos y endebles que se han arrepiñado, desde la izquierda, la derecha y la ultraderecha, para bloquear la democracia y evitar a toda costa que el ganador pueda gobernar. Emulando a John Kennedy Toole y su “Conjura de los necios”, cuando un ser talentoso (en este caso sólido y democrático) aparece “todos los necios se conjuran contra él”. A veces una se pregunta cómo resiste el Presidente del Gobierno a tantas trampas y no coge un avión para irse bien lejos y no volver. Orgía de felicidad para los necios, que no saben construir su opción, sino desbaratar a todo un Estado por ambiciones personales frustradas. Entraron a la política sin haber aprobado la principal asignatura: servicio público por delante de intereses personales.
Son cosas de este 2019. Por suerte el tiempo y la razón humana irán poniendo a cada cual en su lugar. En apenas una semana cerramos el año, toca ser optimistas. Mucho se ha perdido, pero de momento, la razón ya ha engullido a uno de ellos, Albert Rivera. Me huelo que el siguiente será Pablo Casado y por fin Iglesias pagará durante la legislatura XIV de la Democracia Española, presidida por un gobierno socialista, los sinsabores que ha hecho vivir a este país anteponiendo su ambición personal a los intereses de España y los españoles. La historia juzgará cómo un paso en falso suyo, dio auge a la extrema derecha española. Cuando sea reformado el artículo 99 que permita gobernar a la lista más votada, si no hay alternativa, cada cual será puesto en su sitio y pagará sus errores. Se acabarán los chantajes políticos y los bloqueos mediáticos de una prensa en su peor momento de ética y valores.
En Sarajevo, pleno corazón de las tinieblas, con cientos de miles de muertos sobre la mesa, a cara de perro con el criminal Krajisnik, "Bronce", como así apodaban al funcionario Sánchez, consiguió el consenso. Culo de hierro, aguantar y ganar.
Sin duda, 2019 ha sido el año del bloqueo. 2020 será el año del Ave Fénix. Sánchez ha renacido ya muchas veces, como en Sarajevo, negociar con criminales, culo de hierro, aguantar y ganar. No está solo, las conjuras de los necios aumentan la capacidad de resistencia de Abalos, Calvo, Narbona, Montero, Lastra, Borrell, y otros muchos. Son pesos pesados con décadas de experiencia y ciento cuarenta años de historia que les avala. Eso sin olvidar legiones de cientos de miles y millones de votantes, militantes, afiliados y socialistas de corazón, que en los últimos dos años se han movilizado conscientes del riesgo involucionista que traen estos tiempos. Hay que empezar de forma urgente a acabar con la desigualdad y la pobreza y ese será el primer reto de un gobierno socialista que no puede esperar ni un solo día más.