Desde Settoku-Persuasión Lab empresa española especializada en "debate y oratoria" explican una serie de recomendaciones y consejos para los candidatos y portavoces de los distintos debates políticos, que retrasmitirán las televisiones españolas de acuerdo a la campaña de las Elecciones Generales del Congreso de los Diputados y Senado en España.
En primer lugar, es importante prepararse para un debate. El candidato debe conocer su programa electoral y el del resto de partidos políticos, además de las materias sobre las que se debatirá para anticiparse de forma argumental. También es fundamental ensayar el debate para probar la calidad del discurso, ver por donde puede ser atacado y familiarizarse con el formato y el medio, ya que no es lo mismo una intervención en el Congreso que un mitin en un debate televisivo.
En cuanto a la forma, una vez en directo es necesario que el candidato conecte con la audiencia, empatice exprimiendo al máximo su turno, así como el discurso final o el minuto de oro, en muchas cadenas, porque el final será lo que quede en la memoria de los espectadores, y probablemente sea lo más recordado de sus exposiciones. Esta conexión en forma viene facilitada por la manera de presentarse, de actuar con un mensaje directo, relevante y cercano para el electorado, es decir, centrarse en los problemas de la ciudadanía eludiendo polémicas estériles, que solo conseguirá que los espectadores desconecten.
Más allá del cara a cara, en los formatos donde intervienen varios candidatos existe la tarea de diferenciarse del resto con el carisma de su manera de vestir, comportamiento, expresividad y brillantez discursiva, mensajes, idea, recursos...
Durante el debate los oradores deben de estar activados, escuchando lo que dice su rival o rivales. De esta manera, evitarán que las cámaras les sorpeendan mirando el reloj o con actitudes de desinterés. Deben de practicar la escucha activa con el fin de refutar más eficazmente a sus contrincantes. El elector valora que los oradores muestren un comportamiento de respeto e interés por el resto de sus debatientes.
Esta empatía se tiene que transformar en simpatía a través de un carisma con una actitud personal segura, amable, abierta, educada, calmada y respetuosa frente a aquellos oradores que entienden equivocadamente que les confiere mayor fuerza interrumpir constantemente a los demás. En este sentido, el lenguaje paraverbal como la postura corporal, gestualidad o uso de la voz nos advierte de una posible falsedad al percibir como el lenguaje no verbal contradice con lo que el otro nos está diciendo. Todo ello resta credibilidad.
La credibilidad en el político aumenta si interioriza su discurso y lo hace suyo. Si se siente cómodo tendrá más capacidad de persuasión. Conviene expresarse con naturalidad, renunciar a gestos que no domine, como el humor si no es gracioso. Ejemplos como el ""silencio"" de Rivera o la ""famosa niña"" de Rajoy, consiguieron el efecto contrario al esperado. Por ese motivo conviene ensayar el discurso previamente.
Decir al público una avalancha de cifras y datos técnicos en los enfrentamientos se debe evitar, ya que es preferible un número limitado de mensajes, reiterado con frecuencia. Puesto que, decir datos no sirve de nada si no soportan un argumento. Una manera de construirlo es mediante una sencilla estructura ARE (Afirmación+ Razonamiento+Evidencia). Para ello el mensaje debe de ser claro, conciso y preciso. Todo debatiente tiene que ser consciente de sus puntos fuertes y débiles y también de las del contrario para aprovecharlas y derribar ""su castillo de naipes"".
Todo esto no garantiza ganar el debate ni las elecciones pero, ayuda a no perder. Y eso tal y como afirman desde Settoku-Persuasión Lab, es todo un éxito, especialmente cuando la campaña no contempla segundas oportunidades. Porque en política ni debates políticos, existen segundas oportunidades.