Analizando los acontecimientos de los últimos días en Cataluña, tanto a nivel nacional, pero también en el ámbito internacional, se llega a la conclusión de que existe un mínimo común denominador a todos los actores, políticos, tertulianos y periodistas de este “esperpento nacional del independismo a ninguana parte” que puede acabar en tragedia. Los catalanes, la mayoría al menos, y el resto de españoles asistimos mitad asombrados mitad asustados, ajenos a esta quimera llamada independentismo que nada tiene que ver con nosotros ni con ellos. A esta lamentable farsa iniciada por una burguesía catalana corrupta, por unos fanáticos adoctrinados en un independentismo imposible, y azuzada por unos irresponsables políticos de la derecha, en la oposición, que viendo que la casa arde, echan más gasolina para conseguir el premio: ganar las elecciones. Quien se abrase entretanto, poco a nada les importa. Y hablamos directamente de políticos tan irresponsables como: Torra, Puigdemont, Abascal, Casado, Rivera... y en menor medida Ada Colay y Pablo Iglesias. Estos dos últimos por su ambiguedad calculada en réditos electoralistas bastardos.
Deslealtad y cáculo electoralista de la oposicón irresponsable
Me quedo con esta definición del término deslealtad: “Falta de lealtad, incumplimiento de lo que exigen las leyes sociales de fidelidad, el honor y la honradez.”
Muchos de los conflictos y problemas que nos oprimen y nos afectan de modo directo, actualmente, tienen su inicio en el comportamiento desleal de muchos líderes políticos en los que los ciudadanos depositaron su confianza desde hace algunas décadas. Concretamente en lo referente al conflicto territorial catalán. Desleales también a los valores de la verdadera izquierda, que siempre fue el internacionalismo y la solidaridad entre los pueblos, siempre oponiéndose a los nacionalismos excluyentes, fueron los dirigentes de ERC de 1989 cuando dieron un giro ideológico hacia el independentismo apoyándose en la burguesía corrupta y elitista catalana.
No se puede pasar por alto el papel de Jordi Pujol y su cohorte de convergentes. Pujol y Convergencia presidieron la generalitat de Cataluña desde 1980 hasta el 2003. Durante veintitrés largos años, hicieron lo mismo que el PP, durante una etapa similar hizo en Madrid, pero de una forma mucho más brillante, ladina e inteligente: vaciar las arcas públicas de la Comunidad que presidían y llevarse maletines con cientos y miles de millones a los paraísos fiscales. Mientros ellos huían con el dinero, dejaron a la plebe ciudadana matándose en las calles.
Desleales, en segunda instancia, fueron los líderes del PP al mandato democrático que el pueblo catalán se auto otorgó en 2006 a través de El Estatut, votado democráticamente y con garantías por los propios catalanes, y el resto del Estado español -bajo el mandato de Zapatero- para seguir avanzando en su auto gobierno y reafirmación como pueblo dentro del marco constitucional. Un PP vengativo e insolidario con el pueblo catalán que recurrió caprichosamente El Estatut, en 2006, con Mariano Rajoy en la oposición, ante el Tribunal constitucional. Esa fue la forma en la que Rajoy y el PP hicieron oposición contra Zapatero, intentando dar al presidente español que más abierto y comprensivo había sido con Cataluña y sus derechos constitucionales, un golpe en la cara de Cataluña y los catalanes.
Desleales al pueblo catalán fueron desde luego, muchos políticos de Convergencia cuando diseñaron un entramado de corrupción, proselitismo y nepotismo para robar a espuertas a los ciudadanos de Cataluña para luego ,ellos también, dar un giro hacía el independentismo como maniobra de diversión y ocultamiento de tres décadas de corrupción -valga la redundancia- que llevaban escondiendo bajo las alfombras. Incluso, el cinismo, la hipocresia y la forma desalmada para con el pueblo, llegó a tal nivel que el propio Pujol creó una Fundación de Ética Política donde desviaba fondos para impartir clases de eficacia, ética y honradez política.
Desleales al marco Constitucional y al resto de españoles, fueron el Govern y muchos diputados del Parlament al declarar unilateralmente la independencia, en otoño del 2017, saltandose el Reglamento del Parlament y al resto de formaciones políticas, y realizar un Referendum sin ningún tipo de garantías vulnerando con ello las leyes vigentes en una de las pocas democracias plenas que existen el mundo como lo es España.
Desleales con su Cataluña y el resto de España, el govern independentista, al hacer las trampas posibles e imposibles para dar al mundo una imagen de España tergiversada y forzada al esperpento que no se correspondía con la realidad. Las imágenes del 1 de Octubre, con la represión policial en los colegios donde había abuelos y niños inocentes, fueron maquiavélicamente preparadas, diseñadas, producidas y difundidas al exterior con una estrategia digna de los mejores diseñadores de campañas de “propaganda negativa” del mundo.
El propio Govern montó un centro internacional de prensa, donde convocó y metió a cientos de corresponsales y enviados de medios y televisiones extranjeras, dotándoles de todo tipo de servicios tecnológicos, redes, wifi, conexiones, facilidades, con ruedas de prensa permanentes del Govern, dándoles las imágenes ya “masticadas y pulidas” de jubilados arrastrados por el suelo, escolares vilipendiados, etc. Todo perfectamente orquestado. Y toda una maniobra de “genios de la manipulación propangandística”, en cuya trampa, el torpe y burdo gobierno del PP de Rajoy cayó de lleno mandando a los buques de Piolín,y hordas policiales con aire de ocupación, que mendigaron alojamiento de pensión en pensión de modo delznable y vengonzoso. ¿Es ese el ejemplo que pretenden que Marlaska siga?. El fracaso de aquellos polvos que hoy trajeron estos lodos. No olvidemos que fue Rajoy quien provocó y manejó de forma torpísima la falta de comunicaciòn y entendimiento con Cataluña. Que bajo su mandato se hizo la Declaración Unilateral de Independencia.
En medio de tanta deslealtad, el apoyo institucional del PSOE
Por cierto, en este relato de desleales, los únicos que han sido institucionalmente leales al Gobierno de España, fueron los socialistas que en un ejercicio de responsabilidad, y aún estando en las antípodas ideológicas del gobierno del corrupto PP, apoyaron las medidas que Rajoy, al frente y representación de El Estado español´ aplicó en Cataluña en 2017 después de la declaración unilateral de independencia por parte de ERC y JpCat, o como quieran llamarse los descendientes de Convergencia de Pujol, Más, los mismos perros con distintos collares-. Porque los partidos de la oposición deben de ser leales en sus comportamientos cuando se trata de cuestiones de Estado que amenazan nuestro Marco Constitucional y la Integridad de nuestra nación.
Desleales hasta la bajeza moral, son los señores Casado, Rivera, Abascal e Iglesias al utilizar de forma torticera e interesada el conflicto catalán, solo por interés partidista de cada uno de ellos, para intentar conseguir rascar unos cuantos votos en las próximas elecciones generales sin importarles las consecuencias de su deslealtad para Cataluña, los catalanes y la convivencia en ese convulso territorio, rico, diverso y próspero tan castigado por su propios líderes corruptos y supremacistas. Esta deslealtad que está socavando el Pacto Constitucional al que se llegó, democráticamente, en la Transición del año 78 tras la muerte del dictador y la inauguración de un periodo democrático que ya dura cuarenta años y que nuestros vecinos europeos envidian.
La deslealtad contagiosa y egoísta que inunda nuestros tiempos y que también podemos observar en el ámbito de la política internacional. Sirvan de ejemplo algunos ejemplos como el del Reino Unido para con sus socios de la UE,; la deslealtad de Trump con muchos de sus aliados e incluso con políticos de su propio país…Bolsonaro cambiando como un calcetín el tejido y las políticas contra la pobreza de Lula da Silva y traicionando a sus conciudadanos. La deslealtad de Europa para con sus principios al ponerse de lado y no afrontar, de una vez, y de forma humanitaria de verdad la problemática de los inmigrantes y la tumba que supone el mar Mediterráneo para las pateras y sus ocupantes desesperados.
La entropía aumenta, la deslealtad y la estupidez humana también….
En España llevamos casi seis meses con un Gobierno en funciones, sólo por la deslealtad institucional de los líderes de la oposición. Mal augurio para España cuando nuestro presente y futuro como sociedad reside en los comportamientos de personas desleales de tres líderes políticos a los que -demasiados periodistas y medios de comunicación- valoran su ambición por encima de su experiencia y capacidad profesional y leal para desarrollar sus cargos.
Está claro y demostrado -no viene ahora aquí explicar lo que lleva sucediendo desde hace casi un año en España- que tenemos una oposición desleal, falta de experiencia y sobrada de ambición y egoísmo partidista, sin hablar de ese “supuesto socio preferente” tan ridiculizado y atado al mástil de su propia ambición política y mesianismo. Tanto o más desleal que la propia derecha, pero escondido tras una piel de cordero del izquierdismo populista y teórico que coge un poco de aquí y un poco de allí para su único objetivo: asaltar los cielos al precio que sea y caiga quien caiga.
¿Con estos mimbres se puede construir un Gobierno estable, cohesionado, leal y progresista?. En manos de la ciudadanía española está la respuesta. Que no se deje engañar. A votar. A votar y a votar. Los auténticos demócratas no tienen “cansancio ni hastío de ir a votar”. Les gusta. Y si España es pasto de unos irresponsables que no saben respetar el resultado de las urnas, que no saben arrimar el hombro cuando Cataluña arde, los españoles tiene que aglutinarse en torno a su gobierno estable, moderado y respetuoso con toda la territorialidad. Un gobierno que cree en el Diálo, el Pacto, La Unión y el Consenso. Ahora más que nunca está claro.
Difícil veo el avance de nuestra preciosa y respetada Democracia, salvo que el PSOE tenga un resultado suficientemente importante el #10N para no tener que depender de los desleales. Espero que los españoles, tanto los catalanes como el resto de ciudadanos premien la lealtad y castiguen a los desleales.