El primer ministro británico lleva a su país a una grave crisis institucional al cerrar el Parlamento hasta el 14 de octubre para impedir que la cámara frene la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. Los laboristas de Corbyn ya buscan forzar un debate de emergencia que obligue al Gobierno a buscar una prórroga con la UE para no salirse de las instituciones europeas por las bravas
El primer ministro británico, el polémico Boris Johnson, un euroescéptico convencido, dio un golpe de efecto este miércoles para intentar llevar a su país a una salida de la Unión Europea aunque sea de forma abrupta, es decir, sin acuerdo con sus socios europeos.
El líder conservador pidió a la Reina Isabel II, a la que obliga la ley, a cerrar el periodo de sesiones del Parlamento del Reino Unido desde el 10 de septiembre hasta el 14 de octubre. Su petición se produce en un momento especialmente convulso en las islas en pleno debate sobre la fórmula en la que abandonarán la Unión Europea que está previsto para el próximo 1 de noviembre. Esto hace que la cámara legislativa se quede prácticamente sin tiempo para tratar de frenar las intenciones de Johnson de salir de la UE aunque sea sin acuerdo lo que produciría una crisis económica y social sin precedentes.
El reglamento parlamentario otorga al primer ministro la iniciativa de finalizar el periodo de sesiones para que el nuevo Gobierno presente su programa en la solemne apertura. Pero a nadie escapa que ahora esta petición se trata de una estrategia política para dejar a la Oposición sin margen de maniobra y no pueda frenar las ideas del primer ministro. El propio líder laborista Jeremy Corbyn trató sin éxito parar esta iniciativa, pero la Reina Isabel II, en su papel neutro no dudó en llevar a cabo la petición de Johnson. El propio líder británico quiso vestir de normalidad su decisión al afirmar que un nuevo gobierno necesita un comienzo nuevo para esbozar sus objetivos políticos. Sobre el Brexit dijo que “los diputados tendrán un amplio margen de tiempo para poder debatir sobre ello antes del crucial Consejo Europeo del 17 de octubre”. Sin embargo el calendario dice lo contrario ya que del 10 de septiembre al 14 de octubre el parlamento estará cerrado.
Otro de los objetivos de Johnson con la polémica medida es trasladar a la UE la presión para que acepte nuevamente una negociación pactada que esté más acorde con los intereses de los euroescépticos. Sin embargo, los líderes europeos como Macron o el propio presidente español Pedro Sánchez, ya le hicieron saber a Johnson en la pasada cumbre del G7 que no piensan mover ni una coma del protocolo de salida ya pactado hace tiempo.
LA OPOSICIÓN TRABAJA PARA EVITAR EL DESASTRE
Corbyn pasó a la acción tras conocerse la petición de Johnson de la prórroga parlamentaria y comenzó una ronda de conversaciones con el resto de grupos de la oposición (liberaldemócratas, nacionalistas escoceses, verdes e independientes) para tratar de buscar contrarreloj una vía que impida el Brexit sin acuerdo. Su objetivo es convocar un debate de emergencia la próxima semana, antes del cierre.
Por ello han instado a todos los partidos y a los diputados conservadores que no comparten a estrategia de Johnson que ayuden a impedir que el Reino Unido salga sin acuerdo de la UE el próximo 31 de octubre.
ARRECIAN LAS CRÍTICAS CONTRA JOHNSON
Las críticas por la maniobra del primer ministro no se hicieron esperar y llegaron de todos los lados. El presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow afirmó que “es obvio que el objetivo de la prorrogación (de la suspensión) ahora sería evitar que el Parlamento debata el Brexit y cumpla con su obligación de fijar el curso para el país". "Cerrar el Parlamento sería una ofensa contra el proceso democrático y los derechos de los parlamentarios como representantes electos del pueblo", ha añadido, denunciando que el plan de Johnson es una "atrocidad constitucional".
Incluso algunos conservadores como el exministro Philip Hammond afirmó que es una “atrocidad constitucional” el impedir que el Parlamento "haga rendir cuentas al Gobierno en un momento de crisis nacional". "Profundamente antidemocrático".
El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, también se unió a las críticas y dijo a través de su cuenta de Twitter que "escuchar a los parlamentarios siempre es bueno para la democracia. Por esta razón, es mejor dejarlos abiertos".