Lo hemos visto durante estos últimos días. España nunca se ha visto en la tesitura de gobernar en coalición con otro partido, sin embargo, sí se ha necesitado la colaboración puntual de otras fuerzas políticas en la cámara baja para la gobernabilidad del país y sacar adelante diversas iniciativas legislativas, tanto el PSOE como el PP.
Desde finales de abril, que se celebraron las elecciones generales, hasta el día de la segunda votación de investidura, Podemos ha sido incapaz de acordar absolutamente nada con el Partido Socialista, clarísimo vencedor de las elecciones, doblando incluso en escaños al segundo partido, y líder de la oposición, al PP.
Desde el minuto uno ya lo dejó claro el líder de la formación morada, Pablo Manuel Iglesias, que dijo que o era ministro, o íbamos a elecciones, y parece que no era un órdago, porque ha dejado a España sin gobierno, pese a que hemos sabido que diputados de su formación le pidieron en varias ocasiones que votara sí. Incluso su socio de coalición electoral, Alberto Garzón, de Izquierda Unida, amenazó con romper esa coalición y votar SÍ a Pedro Sánchez.
Viendo lo que se ha visto estas últimas semanas, los dardos que se tiraron entre ambos partidos, la leña que metió al fuego el señor Iglesias Turrión, nos hace comprender que los partidos surgidos hace cuatro años, con el adalid de regeneradores, para lo único a lo que han venido al panorama nacional, autonómico y local, es a enfangar y a crear crispación, y no lo digo yo, lo dicen los datos, y lo corroboran sus hechos.
Podemos y Ciudadanos han sido la punta de lanza para que en España se refuerce el denominado bipartidismo, las dos opciones de derecha o izquierda, de dos partidos, que tienen capacidad de gestión, y de negociación, de sentido de estado y de programas reales, no de intereses de sillas, ministerios y/o consejerías.
Pero además, si hay algo que resaltar de las intervenciones en el hemiciclo, es la dureza con la que Rufián, que no es santo de mi devoción, o Aitor Esteban, abroncaron la actitud de Pablo Iglesias, bloqueando la situación de gobernabilidad de este país, incluso rechazando todas las ofertas que desde el Partido Socialista se les quería conceder a Podemos. Cesiones muy generosas y de peso, pese a que para ellos era meramente decoración.
Adriana Lastra, portavoz del PSOE en el Congreso, fue la encargada de destapar las vergüenzas del señor bloqueador de España, relatando absolutamente todo lo que se vivió en la negociación y cuáles eran las intenciones reales del líder morado. Podemos pretendía controlar el gasto y los ingresos del gobierno, que es básicamente controlar la totalidad de la gestión del ejecutivo, atándole las manos, algo que si somos sensatos, Podemos con el porcentaje de votos no puede pretender tener, máxime después de rechazar la oferta socialista, que como bien dije antes, era generosa con carteras importantísimas para el PSOE y que estaban dispuestos a que lo llevase la formación morada.
La conclusión que podemos extraer de todo esto es la capacidad de autoego que ha tenido el señor de Podemos, bloqueando a este país, al Gobierno de España por segunda vez en menos de cuatro años, aun sabiendo e intuyendo yo mismo que su desgaste electoral va a ser grandísimo, ya que su careta de persona de bien, adalid de la verdad, ha quedado completamente caída, y se queda en un personaje que daña más a la política que favorece a algún interés de los ciudadanos, que sí necesitan de la elaboración de un ejecutivo para mejorar su situación del día a día.
Resaltar únicamente que, de celebrarse nuevas elecciones con el costo que esto tendría, aunque no caeré en esa demagogia barata que hacen quienes hablan de política solo en el bar, es causa de que Podemos, los que ven por la gente, hablan de política útil, ha bloqueado la creación de un Gobierno, al ganador de las elecciones el pasado 26 de abril. La ambición de Pablo enfanga, una vez más, a España, que tiene demasiados problemas sobre la mesa, en diversos ámbitos, y que no ha sido capaz de poner sobre la mesa planes, soluciones, proyectos, si no nada más que su codicia, sillas, puestos y la alimentación de su propio ego, para acabar enterrando a su propio partido, y quedarse todavía más solo en un proyecto que empezó en Vista Alegre y que todos sabíamos que, con su populismo y sus brindis al sol, sería de corta andadura.
¿Cree alguien que se puede gobernar con un partido como Podemos? Sin dudarlo, creo que es una bomba de relojería que puede dinamitar lo que tiene a su alrededor en cualquier momento.