El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a citar a los líderes de Unidas Podemos, PP y Ciudadanos en La Moncloa para seguir avanzando en la búsqueda de los apoyos necesarios para ser investido presidente. Acudirán Iglesias y Casado, pero Rivera, en una actitud inadmisible en un líder de un partido, ya ha dicho que no irá a la cita. Encara así el PSOE días cruciales para poner el rumbo definitivo hacia un acuerdo con Podemos en el que los socialistas llevan semanas trabajando. Así lo ha indicado la presidenta del partido, Cristina Narbona.
En estas últimas semanas, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha participado en reuniones internacionales de primera magnitud. Estuvo en Japón participando en el G-20 junto a los líderes de las naciones más importantes del mundo. Y también en Bruselas, negociando la elección de los ‘top jobs’ de la Unión Europea donde consiguió colocar a Josep Borrell al frente de la política exterior de la UE.
Algunas voces críticas con el secretario general de los socialistas decían que debía centrarse en negociar la conformación de su nuevo gobierno y en buscar los apoyos necesarios para su investidura en vez de estar en otros foros. Sin embargo, este domingo, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, les ha respondido de forma contundente al afirmar que Sánchez “no se ha desconectado ni un minuto” para conseguir superar el debate de investidura del próximo 22 d julio y que España cuente con un “Gobierno progresista, desde la izquierda, también con otras fuerzas políticas”.
Narbona dejo claro que “no hemos estado quietos ni un minuto, puede hacer esa percepción de que el presidente viaja, y hace muy bien en viajar, el presidente defiende los intereses de España en el G20 o en la Comisión Europea, pero no se ha desconectado ni un minuto, ni el partido tampoco, sobre cómo abordar la investidura o acercarse a otros partidos para poder pactar o acordar un Gobierno desde la izquierda”.
Los hechos corroboran lo que afirma la líder socialista. De hecho, el PSOE no ha dejado de buscar una salida que le permita conformar un nuevo Ejecutivo. La pasada semana, representantes del PSOE y del PNV volvían a reunirse para intentar llegar a acuerdos. Dichos contactos seguirán la próxima semana con José Luis Ábalos y Adriana Lastra como interlocutores socialistas.
Poco a poco se acercan posturas, así, el portavoz peneuvista, Aitor Estebán afirmó que los contactos se estaban produciendo “sin prisas y con mayor profundidad” con el objetivo de llegar finalmente al acuerdo.
La búsqueda de apoyos para la investidura, por tanto, no es solo una tarea de Pedro Sánchez. Todo el partido está involucrado en una tarea fundamental. Y niegan una y otra vez que la solución pase por una repetición electoral. Así lo afirmaba la pasada semana el portavoz socialista en el Senado, Ander Gil, quien decía que “no podemos esperar a segundas vueltas”. Desde todos los rincones del PSOE se pide que nadie intente obstaculizar el único Gobierno posible “A esos que se dicen partidos de Estado les pedimos que, ya que no apoyan que, al menos, no obstaculicen y se abstengan”, agregó Gil.
De la misma opinión es la líder socialista en Andalucía, Susana Díaz que la noche de este sábado advertía que PP, Ciudadanos y Unidas Podemos tenían que facilitar la investidura de Pedro Sánchez porque España “no puede estar atrapada en el egoísmo de Pablo Casado y Albert Rivera y en el ego de Pablo Iglesias”. Además, la secretaria general de los socialistas andaluces remarcaba que su partido “se está volcando con diálogo, humildad y abriendo la mano a todo el mundo”.
"No entiendo la actitud de PP y Cs y tampoco entiendo que Iglesias no vea la dificultad de poder aceptar lo que están planteando", añade Díaz, que señaló que PSOE y Unidas Podemos pueden "coincidir en la política social, pero dentro de unos meses va a salir la sentencia del procés y si hace unos meses en la Mesa del Congreso votaron en contra de la suspensión de los diputados presos, qué hacemos cuando llegue ese momento". "¿Va a haber ministros de dos partidos con posiciones distintas dentro del Gobierno?", se pregunta.
Ese es uno de los escollos que tiene que superar Pedro Sánchez para volver a ser elegido presidente. La relación con Unidas Podemos mejoró mucho tras los diez meses de Gobierno después de la moción de Censura a Rajoy. El Gobierno consiguió el apoyo del partido ‘morado’ para la práctica totalidad de los denominados Decretos Sociales de la pasada primavera. Pero al entrar en el proceso electoral ambos partidos se distanciaron para buscar su cuota de apoyos en distintos ámbitos de la izquierda. El resultado electoral fue muy bueno para el PSOE y no tanto para Unidas Podemos que vio mermado su apoyo en las urnas. Los comicios municipales, autonómicos y europeos ratificaron el resultado de las generales: mientras el PSOE sigue subiendo, Podemos sigue perdiendo apoyos.
Una vez sentados en la mesa de negociación, las posturas de ambos partidos son claras. El PSOE apuesta por un gobierno de colaboración entre los dos partidos ya que los 165 diputados que suman no llega a la mayoría absoluta y debe buscar otros apoyos. Consideran que un Gobierno con Podemos dentro les dificulta ese trabajo. Además, como indica la presidenta Díaz, otro gran problema es la gran diferencia entre morados y socialistas en el tema catalán. Pero Sánchez quiere cuidar y dar un trato especial a su socio de la izquierda por eso no se cierra a que Podemos pueda incluso sugerir a personas independientes para entrar en el Consejo de Ministros.
Sin embargo, Pablo Iglesias, sigue en la misma posición del año 2015, aunque haya cambiado en las formas. Quiere entrar en el Ejecutivo porque dice no ‘fiarse’ de que el PSOE cumpla lo pactado. Sin embargo, su verdadera intención es que está ante a última oportunidad de llegar al poder. Además, necesita reforzarse ante su militancia. Por eso, desde todos los ámbitos le piden que recapacite y que no se instale en una posición de presión insostenible. Iglesias cree que una investidura fallida llevaría al PSOE a aceptar sus exigencias. Pero fuentes socialistas avisan que si en julio no hay Gobierno ya no habrá más oportunidades y estaremos abocados a repetir elecciones. No es lo que quieren, pero no depende de ellos.
Enfrente del PSOE, están Casado y Rivera. El líder de los populares parece haber entendido que como jefe de la oposición debe moderar su discurso y sus formas. En las últimas semanas sus apariciones públicas son menos abundantes y, sobre todo, menos agresivas. Ahora, tras salvar los muebles de la catástrofe electoral que hubiera sido perder el puesto con Ciudadanos, Casado hará cambios internos en su partido. Reducirá su comité ejecutivo y se rodeará de un equipo de su total confianza ya sin tener que conceder cuotas de poder a los que perdieron frente a él en el último congreso del partido. En el PP consideran que no son ellos lo que deben abstenerse en la investidura de Sánchez, pero una vez que el socialista superara el trámite están dispuestos a sentarse con el PSOE para tratar de llevar adelante pactos de Estado e, incluso, aprobar los presupuestos si se aceptan algunos de sus puntos programáticos y no se suben impuestos.
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que ha llevado a su partido a unas contradicciones que serán muy difíciles de superar. No quiere ni hablar con Sánchez. De hecho, no acudirá a la Moncloa a hablar con el presidente, en un gesto nunca visto en un representante público y que supone una incomprensible falta de respeto institucional. La formación naranja trata de sumar poder autonómico y municipal mientras que tapa los evidentes acuerdos a los que ha llegado con la ultraderecha de Vox para ello.
Cuando se conocieron los resultados electorales, Europa respiró tranquila al comprobar que PSOE y Ciudadanos, ambos partidos moderados, podían sumar una amplia mayoría absoluta. O, al menos, podían iniciar una colaboración productiva para España. Pero la actitud de Rivera no se entiende ni en nuestro país ni en el resto de Europa.
Si la Legislatura se estrena por fin, Ciudadanos, un partido que venía a regenerar la vida política, corre el riesgo de quedarse en la más absoluta intrascendencia política. Solo peleará el puesto a Casado y parece que para ello no lo importa olvidarse de los intereses generales del país.
Así enfrenta Sánchez una situación difícil, pero no imposible de superar. Ahora, con más tiempo y tranquilidad tras su periplo internacional, el presidente en funciones tratará de cerrar un gobierno que proponga soluciones progresistas a los grandes retos que tendrá que superar España en los próximos años.