Este miércoles se configura el nuevo Parlamento de Navarra tras las elecciones y lo hace sin acuerdo de las fuerzas de la izquierda y sin mayoría de Navarra Suma, la formación en la que se integran PP y Ciudadanos. Todos están obligados a entenderse, sin embargo, el PSN acaba de romper las negociaciones con Geroa Bai con quien podría formar gobierno ya que los socialistas no aceptan darle un puesto en la mesa de la asamblea a EH Bildu. El fantasma de las nuevas elecciones vuelve a aparecer
El PSN de María Chivite y Geroa Bai no se han puesto finalmente de acuerdo para que sus formaciones se hicieran con el control de la Mesa del Parlamento de Navarra.
Ante esta situación, ambos partidos presentarán sus propios candidatos para presidir la cámara. Geroa Bai quería ese puesto y el PSN no tenía problema en dárselo. Las diferencias vienen porque los nacionalistas navarros querían ceder un puesto en la mesa a un representante de la izquierda abertzale. Sin embargo, esa es una línea roja infranqueable para el PSN: no negocia nada con EH Bildu. Pero para que salgan adelante los acuerdos es imprescindible su voto.
Uno de los representantes de Geroa Bai, Unai Hualde, ha afirmado no entender la posición de los socialistas y cree que “se está proyectando una realidad falsa” ya que están apostando por “intentar una gobernabilidad con las fuerzas que hemos hecho estas negociaciones a 23 votos (a tres de la mayoría absoluta), pero también somos conscientes que esa mayoría de gobierno no implica mayoría parlamentaria y para que haya estabilidad en la legislatura creemos que la Mesa debe proyectar la imagen de lo que es el pleno, lo que es la realidad parlamentaria”.
Por su parte, el secretario de Organización del PSN, Ramón Alzórriz, ha afirmado que “estamos intentando aglutinar una mayoría de 23 escaños para liderar un Gobierno de progreso, plural y de izquierdas en esta comunidad y eso a esta hora no está”.
Ambos partidos llevan semanas negociando para poder construir un gobierno de coalición que impida que la derecha vuelva al poder en la comunidad foral. Sin embargo una coalición entre PSN y Geroa Bai que también incluya a Podemos y I-E se queda a tres votos de la mayoría absoluta por lo que tendrían que sumar los votos de Bildu.
Desde Ferraz, se ha trazado una línea que no están dispuestos a cruzar como se pudo ver en la elección del alcalde de Pamplona. No se sentarán con Bildu. La única posibilidad es que los abertzales se abstengan sin contraprestaciones, son peticiones, como ha hecho Valls en Barcelona con Ada Colau.
El primer paso para que las negociaciones llegarán a buen puerto sería ponerse de acuerdo para controlar la Mesa de la cámara legislativa. Esto es muy importante ya que si Navarra Suma controlara este órgano podría dificultar la tramitación parlamentaria del futuro gobierno.
Sin embargo, ante la falta de acuerdo, previsiblemente, la derecha se hará con la presidencia de la cámara y el bloque progresista no tendría la mayoría.
Esta situación es el resultado de lo fragmentado que ha quedado el parlamento regional tras las elecciones. La victoria fue para Navarra Suma, una coalición formada por Unión del Pueblo Navarro, Partido Popular y Ciudadanos que sumó 19 escaños, lejos de los 26 en los que se sitúa la mayoría absoluta.
El Partido Socialista de Navarra quedó segundo con 11 escaños, seguido de Geroa Bai, con nueve, EH Bildu, con ocho; Podemos, con dos; y I-E con uno.
UPN o Ciudadanos reclaman a los socialistas que dejen gobernar a la lista más votada. Incluso han ofrecido al PSOE que, si les dejan gobernar en Navarra, los dos parlamentarios de UPN en el Congreso de los Diputados (integrados en el PP) se abstendrían en la investidura de Pedro Sánchez para que no tuviera que depender de los votos de los independentistas catalanes.
En Madrid, en principio, les pareció bien está opción, pero en Navarra es visto con no pocas objeciones. Ya en 2007 los socialistas dejaron paso a la derecha y no intentaron formar gobierno, algo que aún están pagando ya que rompió el partido en la comunidad. Ahora, Maria Chivite no quiere perder la oportunidad de gobernar la comunidad foral.
Y en el fondo ya se percibe el fantasma de que haya que repetir elecciones ante la imposibilidad de que se pueda construir un gobierno estable y sólido en el que no estén los abertzales.